(L377) Una novela china (1987)
César Aira, Una novela china (1987)
Segunda novela que os
traigo de este original escritor argentino. César Aira (Coronel Pringles,
1949) nos trae esta pequeña joya que parece escrita por un
oriental por la sensibilidad que desprende. Me recuerda a los libros de
Kawabata o Tanizaki. Todo el libro está lleno de dulzura, suavidad y poesía.
Argumento: ¿Qué
ocurre cuando una vida se desvanece? Una historia, cualquiera, se desvanece,
pero la vida que ha sido rozada por esa historia queda por toda la eternidad.
Se nos cuenta que la historia de Lu Hsin se olvidará. Lu era un mandarín pero
de padre desconocido. Su madre, la señora Suen ki’han se había trasladado a la
región de Hosa-Chen a vivir con unos parientes. Se dedicaba a la venta
ambulante de pipas de calabaza.
La clave de la vida de Lu
Hsin fue la inteligencia. Podría haber llegado a farmacéutico si lo hubiera
deseado, podría haber llegado a ser un eximio pintor, pero no se molestó.
Siempre fue estrictamente pobre, pero siempre tuvo lo necesario para vivir
liberado del trabajo. Hasta los cuarenta años vivió solo en una casita. Era
pequeño, extraordinariamente ágil y aparentaba menos edad de la que tenía.
Prestaba servicios a la comunidad como óptico. No era un hombre establecido, si
es que eso quería decir algo.
Li Hsin decide festejar
la llegada de la revolución con un cambio de actividad, se dedica a producir
helados. Es un bebedor compulsivo de té. El té y los libros lo ocupaban
largamente. Se acuerda, a menudo, de su esposa muerta al poco de casarse. Con
serena fluidez realiza todos los trabajos de supervivencia cotidiana. Le gusta
leer libros alemanes. No tiene servicio doméstico de ningún tipo, su género de
vida es muy austero. Al atardecer preparaba la comida de sus gatos.
Wen Tsi y el señor Hua se
reúnen una vez por semana en casa de Lu. Uno de sus temas de conversación preferido
es la pintura de Chen Hong, pintor de la decadencia Ming que vivió en el siglo
XVII. Mientras afuera llueve, dos montañesas traen unos melones silvestres al
señor Lu. Este se ha enamorado de Bao, la hija de la montañesa. Lu Hsin es
invitado a formar parte de una comisión para el aprovechamiento del río Qu para
la agricultura. También colabora en otros campos como el de la educación
pública. Viaja a Pekín a exponer sus innovaciones.
Un año y medio después
recorre los bosques de Hosa. Se le hace de noche camino de la casa del señor Fu
Mi Hsieng contratista de leñadores. Pasa la noche con él y sigue su camino. Un
año y medio atrás había decidido adoptar una niña montañesa y criarla hasta que
tuviera la edad de casarse con él. Lu regresa de la montaña con una niña de
pocos meses. Dentro de catorce o quince años piensa que se casará con la niña
que lleva en brazos…
Comentario:
Lo importante de la novela de César Aira, no es la historia que cuenta sino cómo
la cuenta, el estilo que emplea. Si uno no supiera quien ha escrito el libro
pensaría que ha sido un autor oriental por la delicadeza que emplea al tratar
los sentimientos, las actitudes y las aspiraciones profundas –y a la vez ocultas–
de sus personajes.
Lo podemos comprobar en
uno de sus muchos fragmentos preciosistas: “Pero está la noche –dijo ella
mirando a su alrededor–. Como a muchos jóvenes muy jóvenes, la ruptura de los
horarios acostumbrados le producía un estado de euforia-. La noche es apropiada
para la venida de los seres… dudosos.
Lu Hsin soltó su vieja
risita de mandarín, el único recodo de su voz donde había una resistencia a lo
opaco: La noche, niña, es lo que está en el fondo de una mirada. Y las miradas
son las fundas de la luz, que se dan vuelta siempre al sacarlas. Por eso la
noche, y los dragones, siempre están apareciendo”.1
Su forma de construir las
tramas parece superficial, pero sus novelas no lo son en absoluto. Poseen una
mezcla de descripción minuciosa del paisaje y reflexión estética abstracta, de
anécdota costumbrista y deconstrucción narrativa que demuestra que nos
encontramos ante un maestro a la hora de escribir.
NOTAS:
1.- César Aira, Una novela china, Debolsillo, Barcelona,
2004, p. 172.
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