(L442) La vida perra de Juanita Narboni (1976)
Ángel Vázquez, La vida perra de Juanita Narboni (1976)
Os traigo la novela más
conocida de este escritor “maldito” español. El término proviene de Verlaine,
de los Poètes maudits franceses y se
generalizó luego para referirse a cualquier poeta (o a un escritor de otros
géneros o incluso a un artista plástico) que, independientemente de su talento,
es incomprendido por sus contemporáneos y no obtiene el éxito en vida.
Ángel Vázquez (1929-1980)
nació en Tánger y vivió buena parte de su vida en esta ciudad internacional
antes de la independencia de Marruecos. El ambiente cosmopolita de la ciudad
donde habitaban europeos, hebreos, sefarditas y árabes impregna buena parte de
su breve pero interesante obra.
Argumento:
La
señorita Narboni vive con su vieja criada Hamruch. Está contemplando a los
clientes del café Colón mientras sopla el levante. Observa a Rupert, el
escritor inglés (inspirado en Paul Bowles) con su morito correspondiente. Como
tiene hambre acepta la invitación a comer de Giannela de quien las malas
lenguas dicen que envenenó a su marido Freddy. Ensalada con endivias, lasaña
verde, todo ello regado con Chianti.
Echa en falta a la “hija
de puta” de su hermana que debe estar por Casablanca. “La niña salió republicana,
pero lo único que le interesó de la República fue lo de hijos sí, maridos no”. “A
la señorita Narboni, que nunca fue moderna, algo torpe y vista por sus padres
como alto tontorrona, si le gustan los hombres pero de otra manera, con
silencio, con discreción, no como a su hermana que es de las que meten en los
portales. Una buscona”.
Juanita nunca ha estado
en ningún Club. Su hermana estuvo en el Freddy’s
Embassy Club con su pandilla. A ella no la quisieron llevar. Solamente
cargan con ella cuando no tienen más remedio o cuando les conviene. Juanita se
siente una desgraciada porque se le ha roto la falda en misa y se le verá la
combinación, que no es discreta, porque se la prestó su hermana. No podrá
comulgar, ni tampoco arrodillarse.
Su hermana prefiere no
trabajar y vivir presumiendo de millonaria. A Juanita le gustaría trabajar pero
no sirve para nada excepto para las cosas de la casa. Además para una vez que
tiene un novio "le sale maricón y se va con Pepe Hurtado, el bombero".
Juanita recuerda cuando
la familia salía a pasear en coche de caballos. Ella con sus tirabuzones. Sus
padres vestidos de gala para ver los aeroplanos que aterrizan. Apenas se ven
tres puntitos en el cielo y un ruido estruendoso. También recuerda la fiesta de
disfraces a la que no ha querido acompañarlas su padre que se ha quedado
escuchando la radio. Colombina, Pierrot, soldaditos de plomo, babilonios,
Madame de Pompadour, húsares, libélulas, gitanas, pastorcillos y pajecillos
todos ellos con sus antifaces. Se produce el reparto de premios. Llegan las
tropas al mando del Coronel Revilla. Se inicia el baile. “Todos a bailar con
las judías que son las más guapas y con las francesas. Las migas para las demás”.
Juegan a la piñata y se quitan las máscaras, ella se prenda de un muchacho
vestido como el Zorro que apenas le hace caso…
Comentario:
En
la introducción a la novela el autor ya nos da fe de sus intenciones y de las
fuentes idiomáticas que va a utilizar: “Si Esta novela ha sido escrita en un
castellano nada ortodoxo es porque, precisamente, mi intención no ha sido otra
que la de restituir, en lo posible, el lenguaje inmediato –el lenguaje hablado–
de unos muy concretos y característicos habitantes de la ciudad de Tánger. De
ese Tánger que fue tierra de nadie y de todos –Zona internacional– y al que la
fuerza demoledora y renovadora de la Historia está devolviendo a sus orígenes.
Varias fueron las lenguas que allí tuvieron uso natural pero, fuera aparte el
árabe, a todas dominó un castellano popular –del pueblo—alimentado por la Baja
Andalucía y, muy particularmente, por esos hebreros sefarditas, tan inefables
como poco conocidos de los españoles, amantes conservadores durante siglos de
un castellano arcaico, desparramado en su día por el Mediterráneo, y que hoy
sigo vivo igual en Israel que, por ejemplo, en el Canadá y, por supuesto, en
cualquier país de Hispanoamérica. Concretándonos a Marruecos –que es lo que
ahora nos interesa– diremos que esa particular forma de expresarse de estos
hebreos sefarditas, sobre todo en las clases más populares, y por ello, más
auténticas, es conocida con el nombre de yaquetía. Según los eruditos, en la yaquetía se
entremezclan, a decir verdad con muchísimo salero, el castellano antiguo con el
hebreo, salpicado de árabe y de portugués.”
Ángel Vázquez reproduce
en este libro el habla y el ambiente de su infancia. De las mujeres que venían
a hacer tertulia en la tienda de su madre. Un mundo perdido que ya solamente
habitaba en su memoria. La lectura de la novela nos lleva a entrar en ambiente
y sobre todo crea en nosotros una atmósfera, un estado de ánimo. De un tiempo
que para la protagonista (y el autor) fue el mejor: el tiempo de la infancia y
la juventud.
Se trata a mí entender
del monólogo más interesante de la literatura española junto a Cinco horas con Mario (1966) de Miguel
Delibes.
BIBLIOGRAFÍA
Ángel Vázquez, La vida perra de Juanita Narboni, Seix
Barral, Barcelona, 2017.
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