(L443) Enemigos de la promesa (1938)


Cyril Connolly, Enemigos de la promesa (1938)

Sin duda Cyrill Connolly (1903-1974) destacó mucho más en su vertiente de intelectual y agudo crítico literario como director de la revista Horizon, que en la de escritor, campo este donde fue eclipsado por sus contemporáneos compañeros de colegio y Universidad: George Orwell y Evelyn Waugh.

SINOPSIS

1.- Los próximos diez años. ¿Qué le habrá ocurrido al mundo dentro de diez años? ¿A mí? ¿A mis amigos? ¿A los libros que escriben? Tengo una sola ambición: escribir un libro que se mantenga vigente durante diez años. ¿Cómo vivir otros diez años? Vivir significa, sobre todo, mantenerse vivo. ¿Cómo ganar lo suficiente para comer? Otra manera de mantenerse vivo es evitar que te maten, y aquí entramos en una cuestión política.

La permanencia de E.M. Forster se debe a su prosa nada enfática que hace que sus obras se relean con facilidad. Sus temas son el derribo de barreras por lo que sus personajes son los precursores de la juventud izquierdista de hoy.

2.- El dialecto mandarín. El estilo de un escritor significa tanto las características colectivas de la escritura como el modo de mostrarlas. El estilo mandarían es aquel de los escritores que tiende a hacer que su lenguaje transmita más de lo que quieren decir o más de lo que sienten. Es el estilo de la mayoría de los artistas y de todos los farsantes.

3.- El reto de los mandarines. El estilo es una relación entre forma y contenido. Cuanto más ignorante se siente un escritor, tanto más artificial resulta su estilo. Un escritor que se considere más inteligente que sus lectores escribe con sencillez y el que teme que los lectores sean más inteligentes que él hará uso de la mistificación.

La razón del fracaso de Henry James para llegar al público radica en el cambio que habían experimentado los lectores y al que él no supo adaptarse. El público lector se multiplicó y eligió una diversión que requiriese menos esfuerzo; se inició la lucha entre la literatura y el periodismo. El lenguaje de nuestro tiempo es periodístico y su secreto consiste en escribir como la gente habla.

4.- El movimiento moderno. El estilo de un hombre en cualquier arte deberá ser como su indumentaria… debería atraer la menor atención posible.

5.- Anatomía del dandismo. El dandismo es capitalista, pues el dandi se rodea de bellos objetos y personas decorativas y permanece sordo a la llamada de la justicia social. Wilde, Firbank, Eliot y Huxley fueron dandis destacados.

6.- Una bestia a la vista. Eliot huye de un humanismo cortés y civilizado americano al mundo hambriento del Londres de postguerra. Los temas de la literatura de Huxley, Douglas, Eliot, Joyce o Hemingway son la guerra, el joven inteligente y el trato sucio (La sexualidad que siempre les ha ocasionado problemas).

7.- Los nuevos mandarines. El estilo lírico o dandi madura con la edad y se convierte en el mandarín. Lytton Strachey ganará fama con Eminent Victorians, libro revolucionario que ataca la moralidad coetánea. Virginia Woolf destacó en la novela. The Waves es su obra maestra. Parecía tener el peor defecto del estilo mandarín: la capacidad para tejer capullos de lenguaje a partir de nada.

El más grande de todos los mandarines fue Proust. Hay muchos grandes pasajes en que la complejidad es digna de la emoción vertida en ellos. Pero desaparecida la novedad es repetitivo en las emociones, las anécdotas, situaciones y comentarios. No es un escritor nuevo porque sus modelos son anteriores a la guerra: La haute bourgeoisie. La cualidad común a los mandarines era la inflación, ya sea del lenguaje, ya de imaginación.

8.- El nuevo estilo vernáculo. En París se gesta la publicación de Ulysses. Se distribuirá desde la pequeña librería de Sylvia Bech. Allí Gertrude Stein había lanzado sus ataques contra la cultura inglesa, sobre todo al grupo de Bloomsbury. El lenguaje vernáculo se impone. Hemingway, Lawrence y Maughan son sus representantes. Se caracteriza por la informalidad y la sencillez y jamás utilizan una palabra que no usarían en una conversación. A esta generación la ayudó el surgimiento del cine sonoro como a los realistas de la generación anterior los ayudó el periodismo. El problema de escribir para las masas es que no se distingue qué escritor ha escrito qué. No se diferencia el estilo.

9.- El frío elemento de la prosa. Isherwood, Orwell y Hemingway son también intercambiables: son tres reporteros incoloros. «El escritor debe amoldarse al lenguaje que comprende el mayor número de personas, al vernáculo, pero su talento como novelista aparecería en la exactitud de su observación, la justicia de sus situaciones y la construcción de su libro». (Isherwood). La única manera de escribir es considerar al lector a la misma altura que el autor. Tratarlo de otra manera es otorgar un valor a la incultura. «Si la mayoría de lectores no lo entienden no es culpa suya sino de la estructura social». (Ivor Armstrong Richards). Lo que afirmo es que sigue produciéndose acción reacción entre estos estilos.

Comentario: La introducción a su Obra Selecta publicada por Lumen define muy bien quién era y qué cualidades tenía como escritor Cyrill Connolly: “A menudo Connolly no es más que un brillante diletante, un escritor que no sabe qué hacer con su enorme talento, aquejado de un acusado sentido del ridículo que no le deja tomarse en serio y de un culto a la pereza que le impidió llevar a cabo un sinnúmero de proyectos largamente soñados. Quizá, bajo el influjo de los ensayistas franceses del siglo XVII que tanto admiraba, le hubiera gustado ser tildado de moralista, aunque el tono de su obra evoque a menudo a antepasados ingleses como Hazlitt, Lamb o incluso Matthew Arnold. En este sentido, el grueso de los libros y artículos compilados en esta Obra selecta dibujan el retrato de una figura muy común en Inglaterra y que en España es más rara, el man of letters, el hombre de letras ajeno a la universidad, que vive de renta o de una profesión que nada tiene que ver con la literatura o malvive –caso del propio Connolly– de colaboraciones periodísticas, dueño de un gusto muy particular, de una autoridad cívica, en fin, que representa la cúspide de una sólida clase lectora para la que habla sin sentirse desesperadamente solo”.

La lectura de su obra, sin duda, requiere atención; no es una lectura de tren o de autobús, contantemente nos cita a poetas como Leopardi, Thomas Nashe, Eliot, Alexander Pope, Thomas Browne, William Blake, Auden, etc.  Sin embargo el buen gusto y elegancia de su prosa me ha proporcionado momentos agradabilísimos. Eso sí, su lectura requiere paciencia, tiempo y silencio, algo de lo que, desgraciadamente,  estamos todos bastante faltos. El ruido, la televisión, los diarios e internet llenan nuestro poco tiempo libre. Tal vez la “Nueva normalidad” nos deje ese “tiempo de calidad” que se necesita para leer este tipo de obras.

BIBLIOGRAFÍA

Cyrill Connolly, Obra Selecta, Editorial Lumen, Barcelona, 2005.

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