(L487) La aventura de un fotógrafo en La Plata (1985)
Adolfo Bioy Casares, La aventura de un fotógrafo en La Plata (1985)
Después de muchos años vuelvo
a comentar una novela de este elegante y culto escritor argentino. Aunque Adolfo Bioy Casares
(1914-1999) no posee, a mi entender, la maestría ni tampoco la genialidad de su amigo Borges (¿quién la posee?), no por ello deja de ser un
narrador interesante.
Argumento:
después
de un viaje en ómnibus, Nicolás Almanza llegó a La Plata. “Se había internado
apenas una cuadra en la ciudad cuando lo saludaron. No los había visto nunca”.
Se trataba de un “grupo de familia” compuesto por un señor de edad y pelo
blanco (Juan Lombardi), dos mujeres jóvenes, de buena presencia, una rubia alta
con un bebe en brazos (Griselda) y otra de pelo negro (Julia) y una niñita de
tres o cuatro años. El grupo pretende que Nicolás se una a ellos para ir a
buscar un bar y desayunar. Para apoyarse juntos y que los puebleros no los
engañen.
Los acompaña a la pensión
que les habían recomendado y cuando va a despedirse Julia le dice que no se
vaya todavía porque su padre está enfermo. Llaman a un Centro Médico próximo.
El enfermo necesita una transfusión y casualmente Nicolás tiene el mismo grupo
sanguíneo.
Una vez repuesto,
Nicolás, se dirige a la pensión que le había preparado su amigo Mascardi. La
pensión no es tan buena como la de los Lombardi y la patrona es un sargento. Su
amigo ha dejado los estudios de abogado y se ha hecho policía del cuerpo de
custodias.
Nicolás ha sido enviado
por el potentado Luciano Gabarret para que fotografíe edificios singulares de
La Plata ya que tiene el propósito de editar el primer libro sobre la ciudad.
“−El que viene de
afuera, ande con ojo. El malandra huele de lejos al que no es de la ciudad.
Oíme bien. De un tiempo a esta parte apareció lo que en la repartición llamamos
una nueva figura delictiva. Una familia, que en realidad no es más que una
junta de sujetos de frondoso prontuario. Entablan relaciones con el candidato,
en este caso mi condiscípulo y amigo Nicolasito Almanza, y todo concluye en una
estafa o algo peor.”
Comentario:
aunque
pueda parecer que he hecho spoiler de
la novela, ésta nos depara todavía muchas sorpresas. A pesar de la desconfianza
inicial entre los personajes el desenlace no es ni con mucho el esperado.
Bioy Casares construyó
una novela simpática con muchos géneros conviviendo al mismo tiempo, con
diálogos creíbles y situaciones que nos sacaran una sonrisa. La historia de
amor que parece estar en un segundo plano, se vuelve algo que no sabíamos que
deseábamos y que Bioy Casares sabe cerrar perfectamente.
Bioy es intimista, le interesa
el amor y lo cotidiano, lo irónico y la parodia porque el humorismo no deja de
ser una forma de cortesía y Bioy era todo un gentleman.
Sus temas preferidos son
la imposibilidad del amor; el amor a la vida; la identidad; la inconsistencia
de la realidad (porque desaparecemos, porque estamos rodeados de incertidumbres
y limitaciones que nos permiten aventurar hipótesis, jugar con mundos posibles,
hacer fantasía); los sueños (los sueños de antes y después de Freud).
Siempre es agradable leer una novela llena de argentinismos: pajuerano (paleto que viene del campo a la ciudad), fajina (faena), conchabo (contrato servicio doméstico), mataca (dicho de una persona: de un pueblo amerindio que habita en la región del Chaco), pesquisa (policía secreta), tira (forma de decirle a la policía), chafe, briches, malandra (persona de costumbres reprobables o delictivas), campera (dicho de una persona: muy práctica en el campo, así como en las operaciones y usos peculiares de los cortijos o estancias), aquerenciar (acción de amar o querer bien), mañero (que tiene malas mañas o resabios), mamadera (instrumento para descargar los pechos de las mujeres en el período de la lactancia). ¡Recuerdo que mi madre tenía una! Chiripá (pañal que se pone a los niños), aguantadero, cachafaz (descarado, pícaro), pollerudo (despectivamente dicho de una persona: Apegada a su madre o a otras mujeres de las que depende), sonso (tonto, simple, mentecato), viaraza (acción inconsiderada y repentina), lonjear (almacenar), nimbo (círculo en la cabeza de las imágenes sagradas), calce (pie de un documento), atorrantes (vago, desfachatado, desvergonzado), cargosear (molestar).
En los inicios del blog
comenté muy básicamente –eran mis
inicios–, dos de sus novelas: El año de la guerra del cerdo (1969) y La invención de Morel (1940).
BIBLIOGRAFÍA
Tomás Bergero, La Aventura de
un Fotógrafo en La Plata, Proyecto Multimedia, 2016.
Adolfo Bioy Casares, La aventura de un fotógrafo en La Plata,
Alianza Editorial, Madrid, 1986.
Luis Fernando Afanador, Adolfo Bioy
Casares, el placer de las historias, Pontificia Universidad
Javeriana, 1995.
Francisca Suárez Coalla, Lo fantástico en la obra de Adolfo Bioy Casares, Universidad de Oviedo, 1992.
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