(569) Identidad y amistad (2022)

Emilio Lledó, Identidad y amistad (2022)

Es sorprendente que a los noventa y cuatro años don Emilio Lledó (Sevilla, 1927) publique un libro. Es su tan anunciado, como deseado, libro sobre la amistad, donde también nos habla de la democracia y del “problema” de la identidad. Lo recomiendo a los seguidores del profesor, a los interesados en la filosofía en general, y a los asistentes a la UIMP durante aquellos recordados años en los que disfrutamos del verano, cultivando la amistad y la lectura.  

RESUMEN

Primera parte: la amistad griega

El refugio de la ética. Los problemas eternos del pensamiento filosófico. La siempre viva actualidad de los planteamientos morales: “el término Ética, tantas veces trivializado y erosionado, viene de êthos, palabra, que en sus orígenes, se refería al lugar de refugio, a la guarida, al sitio habitual donde cobijarse”. (...) “Posteriormente, se amplía la definición y se pasa a entender como un carácter, como un conjunto de rasgos del carácter. Y, finalmente, se pasó a entender como un hábito, una costumbre, un uso”.

La ciudad de las palabras. Porque se fundan las ciudades. “Los momentos, vamos a llamarlos fundacionales, de la ética tienen lugar cuando surge, a través de los vínculos de la familiaridad y la amistad y más allá del bien individual, el bien colectivo, la «ciudad de palabras» que Platón decía, donde se realizaba la verdadera vida, la vida de la polis, la vida política”.

“la ciudad nace, en mi opinión, porque se da la circunstancia de que ninguno de nosotros se basta a sí mismo, sino que necesita, es indigente (endées) de muchas cosas. ¿O crees otra la razón por la cual se fundan las ciudades? (...) – Y la primera y mayor de estas necesidades será la provisión de alimentos para mantener la existencia y la vida”. (Platón, República, II, 369b-c).

“Por mucho que el determinismo y el pesimismo filosófico hayan insistido en los pequeños márgenes en los que se desarrollan el tiempo humano y las angustias e imprevistos que le acosan, el horizonte de lo posible es la puerta abierta a la existencia y da sentido a cada vida individual”.

“La construcción de esa ciudad interior tenía que encontrar sus verdaderos fundamentos de la educación (paideía). Esa ciudad interior era, realmente, un refugio, pero tenía que irse construyendo con ese instrumento de la educación, el gran invento sin el que la ética griega no podía levantarse”.

El lugar de la democracia. “Democracia es, radicalmente, una forma de vida, una armonización del vivir, una conformación de la existencia humana. Una conformación, pero no un conformismo. Si hay un aspecto determinante del concepto «democracia” es el inconformismo, la no aceptación de un poder que la tradición, los intereses de distintas formas de oligarquía, los fanatismos religiosos, las inercias mentales, hubieran impuesto sobre los individuos”.

“La pregunta socrática «¿qué es esto?», o sea, «¿qué significa esta palabra?», cuyos reflejos vemos continuamente en los diálogos de Platón, provenía ya de esa tradición en la que la libertad de los hombres se relacionaba con la libertad de las palabras. Una libertad que no era otra cosa que posibilidad de pensar, posibilidad de ser”.

“La justicia es una forma de bondad socializada que fecunda la convivencia. La relación de la intimidad, del ser individual, con los otros, con los seres que conviven en el tiempo en el que estamos, es un problema, un reto supremo de humanidad. Sin esa confabulación de relaciones no es, en realidad, posible la vida humana, la existencia humanizada”.

“El egoísmo es la inevitable lucha por «permanecer en el existir». En esa lucha se halla inmerso el «animal que habla» y que, como toda la naturaleza, como todos los otros vivientes, está condicionado a la conservación del pequeño territorio corporal que le constituye y en el que es”.

La democracia busca la concordia a través de un modelo ideal (eîdos) que se podría concretar en cuatro palabras: «verdadero», «bueno», «bello», «justo».

La verdad (alētheia) es, pues, un camino, una actividad de progreso, y la posibilidad de ese camino es, precisamente, una liberación de todos los estorbos con que, muchas veces se pierden la capacidad de pensar y el ejercicio de la racionalidad. Una racionalidad, por supuesto, que lleva un imprescindible componente ético”. “Para Nietzsche «la verdad es aquella clase de error sin la que una determinada especie de seres vivos no podría vivir». Porque efectivamente, el camino hacia delante, en el ideal de un mundo racional y generosamente armonizado, tiene que soportar ese error”.

La bondad (agathós) es otro de los conceptos que circulan por el mundo humano. Implica toda una serie de comportamientos que guardan relación con el convivir; pero que brotan de estados subjetivos que, sin duda, se han educado y fomentado en los seres humanos. La bondad se nos manifiesta como un camino interior, como un ser que somos, como un proceso también de racionalidad, de coherencia, pero, sobre todo, de sensibilidad, de sentimiento”.

La belleza (kállos) es otro de los horizontes ideales y, tal vez, existe en función de la mirada, de la mirada que siente y que sabe”.

“En cuanto a lo justo (Díkê), tiene que ver con lo que se hace. Un hacer que ha de ir en consonancia con el hacer de los otros. Es una virtud práctica que, sin embargo, se enlaza con el bien y la verdad”.

La posibilidad de elegir. “Es cierto que cada vida humana se desplaza en cauces históricos institucionales, sociales, familiares que no hemos elegido y que, de alguna manera, nos encierran. Esos cauces se nos han dado entre una serie de circunstancias –necesarias o libres– que determinan la vida. Pero, a pesar de ello, la mente individual tiene, todavía, un espacio donde teje libremente sus pensamientos y sus propuestas”.

La educación (paideía) fue, principalmente, una búsqueda de esa libertad interior de la que ya hemos hablado, que se hace desde la infancia, (...) La educación es, pues, la invención y el cultivo de la libertad. Por eso, los que han pretendido dominar la mente de los ciudadanos y convertirlos en súbditos entontecidos, han intentado, con éxito a veces, controlar y manipular la educación”. (...) “En español y otras lenguas europeas se utiliza la palabra «pedagogía», que, a través del latín, significa también esa conducción, acompañamiento, cultivo de la infancia, del desarrollo inicial de la inteligencia y de la sensibilidad”. (...) “El concepto de educación platónico comprende, pues, dos elementos fundamentales: los contenidos de aquello que estructura la persona del educando y, sobre todo, el interés, el amor (érôs), la pasión por aquello que se hace”.

El amigo como alter ego (otro yo). “De la misma manera que cuando queremos ver nuestro rostro nos miramos en un espejo, así cuando queremos conocernos a nosotros mismos, tal vez nos conozcamos viéndonos en un amigo. Porque, como decíamos, el amigo es «otro yo». (Aristóteles, Magna Moralia, 1213d).

“En una gradación implacable, Clinias llega a afirmar que «todos los hombres son pública o privadamente enemigos de todos los demás, y cada uno es también enemigo de sí mismo» (Platón, Leyes, 626d). “Lo que la mayoría de la gente llama «paz» no es más que un nombre, un término vacío que no señala realidad alguna. La «paz» expresaría tal vez, un sueño, un ideal lejano al que algunos humanos aspiraran. (...) En definitiva, una aspiración exclusiva de los seres humanos en los momentos más altos de su evolución”.

Dialogar la amistad. “La búsqueda de la philía, de la amistad y el amor, arranca de la vida, de las relaciones afectivas de unos jóvenes. El diálogo Lisis de Platón es fruto de un encuentro casual entre Sócrates y sus interlocutores y tiene lugar en un espacio público concreto. Son las relaciones humanas, las afinidades y palabras entre estos jóvenes, las que dan pie a Sócrates para platearse, efectivamente qué significa ser amigo de alguien, ser amado, ser rechazado”.

Segunda parte: aproximaciones a nuestra identidad

“Es sorprendente la curiosidad de los héroes homéricos por saber quién es el guerrero que se les enfrenta. Y esas preguntas por la identidad suponen un contexto familiar al que acude, para reconocerse, aquel que tiene que dar cuenta de sí mismo. La sociedad aristocrática buscó refugio en el clan familiar, en el espacio colectivo donde mostrar la superioridad, la ascendencia heredada; un magnífico ejemplo de estas primeras formas de identidad”.

El termino identidad. “En el diccionario de la RAE se dan las acepciones. «Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracteriza frente a los demás» y «Conciencia que una persona o colectividad tiene de ser ella misma y distinta a las demás». Ese aspecto reflexivo y conscientes de la identidad personal es el que más me interesa analizar ahora”.

Para esto utilizará Lledó el lenguaje. “De la misma manera que, sin los ojos, no veríamos, sin la luz de las palabras no podríamos entender”.

Los prejuicios que atacan a la democracia: 1.- El prejuicio de la alteridad (es diferente a nosotros). 2.- El prejuicio de la superioridad (ser mejor que otros). 3.- El prejuicio racial. “Uno puede ser el individuo más decente, más inteligente, más generosos, más honesto; pero, si no es de tal raza, de tal pueblo, de tal grupo étnico, no puede saltar esa barrera ontológica, esa barrera del ser. (...) no puede superar ese no ser de nuestro pueblo. Esto implica el más contundente y vacío principio de la discriminación, del menosprecio. Y es un momento supremo de lo antidemocrático”. 4.- El prejuicio cultural (formas de vida, costumbres o hábitos utilizados políticamente).

“El azar de cada singular nacimiento, como el de «nacer» en una determinada lengua, no puede constituir, en ningún país, un elemento de discriminación. Una característica esencial del ser humano, según se ha repetido tantas veces, es su capacidad de transformar, de modelar, incluso de destruir la realidad, pero también, y, sobre todo, de construirse, de forjarse a sí mismo. Y esto quiere decir que lo que somos, a pesar de ese azar originario, se desarrolla en el territorio de la posibilidad”.

Comentario: los que conocemos y hemos leído algunos de los libros de don Emilio Lledó sabemos que acostumbra a repetir unos conceptos que ha conseguido hacer comunes en nosotros. Esos conceptos son: el bien (kagathós - κἀγαθός), la justicia (díkê - Δίκη), la amistad (philia - φιλíα), la ética (êthos - ἦθος), la virtud (alétheia -  αλήθεια), la educación (paideía - παιδεία), la ciudad (pólis - πόλις), la política (politeía - Πολιτεία), etc.

Su gran conocimiento de la filosofía griega y alemana hacen que sus análisis sobre significado de estos términos, utilizando la hermenéutica, nos acerque y ayude a que utilicemos no solamente la libertad de palabra, de expresión, sino también, y lo que es más importante, la «libertad de pensamiento», para la que desgraciadamente no nos educan.

El enigmático “conócete a ti mismo” que se supone estaba gravado en el frontispicio del templo de Delfos para interrogar a los visitantes no deja de ser una falacia, puesto que nadie quiere saber cómo es en realidad. Lo ocultamos y arrojamos lejos de nosotros la llave que abre nuestra consciencia, tal vez porque no nos gustará ver lo que allí hay. Ya dijo Nietzsche que “cada uno es para sí mismo el más desconocido”. Y también Hermann Hesse “¡Y de ninguna cosa en el mundo sé menos que de mí mismo, de Siddhartha!” Parece ser que los que nos rodean saben más de nosotros que nosotros mismos.

El interés que se ha despertado por el ensayo puede tener raíces en la necesidad que tenemos de obtener información, veraz, en la era en que proliferan las noticias falsas (fake news), y de una mayor profundidad en el análisis, dada la superficialidad con que se tratan muchos temas.

Para ser libre hay que pensar, ejercitar el pensamiento, pero los mass media no nos dejan. Sus eslóganes y propagandas, bombardeándonos día tras día, actúan en sentido contrario. A veces para ser libre hay que “desaprender todo lo aprendido” como decía Nietzsche. Me refiero a la doctrina que nos enseñaron de pequeños en el colegio, y empezar nosotros mismos con nuestros rudimentarios instrumentos y la ayuda de la filosofía a encontrar nuestro propio camino. Y Lledó está ahí para eso, para acompañarnos en ese fascinante viaje.

BIBLIOGRAFÍA

Guillermo Altares, Emilio Lledó: “No es verdad que el hombre sea un lobo para el hombre”, El País, 28/05/2022.

Luis María Anson, Emilio Lledó: reflexión metafísica sobre identidad y amistad, El Cultural, 07/11/2022 (Añadido con posterioridad).

Juan Cruz, Emilio Lledó: "La guerra es producto de la ignorancia", el Periódico de España, 09/06/2022.

Emilio Lledó, En torno al «bienser». Antología, Junta de Andalucía, 2020

Emilio Lledó, Identidad y amistad, Editorial Taurus, Madrid, 2022.

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