(L570) El pozo (1939)

Juan Carlos Onetti, El pozo (1939)

Una novela corta, cortísima, del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti (1909-1994). Son las confesiones de Eladio Linacero sobre su vida y su relación con las mujeres.

Argumento: el narrador tiene cuarenta años y nos dice que quiere escribir sus memorias. “Esto que escribo son mis memorias. Porque un hombre debe escribir la historia de su vida al llegar a los cuarenta años, sobre todo si le sucedieron cosas interesantes. Lo leí no sé dónde. Encontré un lápiz y un montón de proclamas debajo de la cama de Lázaro, y ahora se me importa poco todo, de la mugre y el calor y los infelices del patio. Es cierto que no sé escribir, pero escribo de mí mismo”.

Eladio nos cuenta su historia con Ana María, una muchacha que tenía dieciocho años y él dieciséis. Sueña que lleva diez años en Alaska y cada noche se le aparece Ana María en su cama. Vive en un pueblucho de la pampa. Se aburre con las mujeres porque dice que no tienen nada en común con los hombres. “‒Pero ¿por qué no acepta que nunca ya volverá a enamorarse? Era cierto; yo no quiero aceptarlo porque me parece que perdería el entusiasmo por todo, que la esperanza vaga de enamorarme me da un poco de confianza en la vida. Ya no tengo otra cosa que esperar”.

Sabemos que trabaja en un diario y que cuando termina a las tres de la madrugada frecuenta los prostíbulos, no por vicio, “Cada vez me interesaba menos el asunto y seguía yendo por costumbre, porque no tenía amigos ni nada que hacer, y a las tres de la mañana, cuando terminaba el trabajo en el diario, me sentía sin fuerzas para irme a la pieza, solo”.

“El amor es demasiado maravilloso para que uno pueda andar preocupándose por el destino de dos personas que no hicieron más que tenerlo, de manera inexplicable. Qué más da el resto. Toda la culpa es mía: no me interesa ganar dinero ni tener una casa confortable, con radio, heladera, vajilla y un watercló impecable. El trabajo me parece una estupidez odiosa a la que es difícil escapar. La poca gente que conozco es indigna de que el sol le toque la cara. Allá ellos, todo el mundo y doña Cecilia Huerta de Linacero”.

Comentario: Onetti es considerado uno de los pocos existencialistas, al modo francés, de la lengua castellana. Un año antes se había publicado La náusea de Jean Paul Sartre y aún faltaban tres para que Camus diera a la luz El extranjero. En aquel momento no se hablaba aún de una literatura existencialista, y menos aún de una escritura del yo. “Onetti, desde su modesto rincón montevideano, decide imponer una voz personal, una visión del mundo absolutamente moderna, y romper con la tradición costumbrista de la lengua castellana, incidiendo en la narración de la vida humana en lo que tiene de existencia”.

El suyo es un estilo subjetivo, angustioso, encerrado en sí mismo, plagado de demonios y tortuosos planos de realidad. Esa desgana por vivir está presente en buena parte de sus novelas. Su mundo es un mundo más bien pesimista, cargado de negatividad; eso hace que no llegue a un público muy amplio, aunque su prosa es magnífica, de un gran estilo y profundidad.

BIBLIOGRAFÍA

José Luis Alvarado, El pozo. Juan Carlos Onetti: La fulminante división de la existencia, Cicutadry.es

Juan Diego Incardona, Lucha de imágenes. Ensayo sobre El Pozo (1939) de Juan Carlos Onetti, Espéculo. Revista de estudios literarios. UCM, 2002.

Juan Carlos Onetti, El pozo, Editorial Mondadori, Barcelona, 1990.

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