(L642) Opiniones de un payaso (1963)
Heinrich Böll, Opiniones de un payaso (1963)
Os traigo la obra más
conocida de Heinrich Böll
(1917-1985), que fue un escritor alemán, premio Nobel de
Literatura en 1972. Sus hondas preocupaciones católicas se ven reflejadas en
muchas de sus novelas. Pero no temáis porque no es un libro dogmático; lo que sobre
todo lo indigna son las formas de adulteración y perversión que el catolicismo
ha creído conveniente adoptar con el fin de defender sus posiciones de poder
político.
Argumento: Hans
Schnier es un payaso de veintisiete años a quien Marie, su mujer, ha abandonado
para casarse con un católico llamado Züpner. A partir de ahí, para combatir su
melancolía y sus jaquecas, comienza a beber. Su alcoholismo le lleva a perder
contratos y a actuar en locales de ínfima categoría por unos pocos marcos. En
una actuación se lesiona una pierna y vuelve a Bonn, ciudad en la que vive y en
la que posee un apartamento que le cedió su abuelo. Su familia está bien
situada y proviene de antiguos industriales filonazis reconvertidos a la
democracia.
“Desde la muerte de mi
hermana Henriette, mis padres dejaron de existir para mí. Henriette murió hace
ya diecisiete años. Tenía dieciséis cuando la guerra terminaba, una hermosa
muchacha, rubia, la mejor jugadora de tenis entre Bonn y Remagen. En aquel
entonces se estimuló a las muchachas jóvenes a alistarse voluntariamente en la DCA, y
Henriette se alistó en febrero de 1945. Fue todo tan rápido y sin dificultades,
que no comprendí nada”.
«Ya comprenderás que
todos deben hacer de su parte todo lo posible para echar a los judíos yanquis
de nuestro santo suelo alemán». Me lanzó una mirada que me llenó de inquietud,
después miró a Leo del mismo modo, y me pareció como si estuviera, dispuesta a
enviarnos a los dos al frente para luchar contra los judíos yanquis. «Nuestro
santo suelo alemán», dijo ella, «y pensar que ya han penetrado profundamente en
el Eifel». Me entraron ganas de reír, pero estallé en lágrimas, arrojé mi
cuchillo de postre y corrí hacia mi cuarto”.
«Cerdo nazi». Yo había
leído esta expresión en alguna parte, escrita en la barra de un paso a nivel.
No sabía con exactitud lo que significaba, pero tuve la impresión que podía ser
aplicable allí. Herbert Kalick detuvo inmediatamente la pelea y entró en
funciones: me detuvo, y fui encerrado en el cobertizo del puesto de tiro, entre
los blancos y los postes indicadores, hasta que Herbert hubo convocado allí a
mis padres, al profesor Brühl y a un miembro del partido. Yo lloraba de rabia,
destroce a patadas los blancos [el libro repite dos veces blancos y no bancos!?],
sin dejar de gritar a los muchachos que desde fuera me vigilaban: «Sois unos
cerdos nazis». Una hora después me llevaron a la sala para interrogarme. El
profesor Brühl apenas podía contenerse. Decía sin cesar: «Total exterminio,
exterminio total», y aún hoy no sé con exactitud si se refería a lo corporal o,
por así decirlo, a lo espiritual”.
“Nosotros dos, Leo y yo,
consideramos a nuestros padres aún como modelo de matrimonios. Fue un duro
golpe para Leo cuando se enteró de que papá hacía casi diez años que tenía una
querida. También fue un rudo golpe para mí, pero no moralmente, pues me era
fácil imaginar que debía ser penoso estar casado con mi madre (…) Para mí fue
más bien un trauma estético el enterarme de que papá tenía una querida: no
rezaba con él. No es apasionado ni desborda vitalidad, y de no suponer que la
mujer era sólo para él una enfermera o una hermana de la caridad (con lo cual
no encajaba el término patético de querida), lo anormal del hecho residía en
que no rezaba con mi padre. En realidad ella era una cantante simpática, linda,
no excesivamente inteligente, a quien él ni siquiera proporcionó contratos o
conciertos adicionales. Para eso era él demasiado correcto. A mí la cosa me
dejó perplejo, para Leo fue penoso”.
Comentario: Böll
da leña a todos: los dos grandes partidos que gobiernan Alemania desde hace
décadas, al catolicismo, al capitalismo, para el funcionamiento social, para el
empresariado (qué sutilmente se especula sobre el origen de las fortunas edificadas
sobre empresas prósperas), y para ese proceso de arrepentimiento que duda entre
el qué mal que hicimos y el qué mal que perdimos.
Y todo ello con las
disquisiciones de un payaso descontento por cómo han bajado sus honorarios, su
mujer lo ha abandonado por un católico y su familia lo tiene completamente olvidado.
En la obra solo existe un
protagonista/narrador. El relato en primera persona se reduce a tres horas y
media, en que el protagonista, Hans Schnier (un payaso fracasado, tanto profesional
como sentimentalmente) se dedica a recordar el pasado y a llamar por teléfono a
amigos y parientes para pedirles ayuda. Lo que posibilita al narrador el
análisis de la sociedad alemana, tanto su pasado como su presente, son precisamente
las anacronías, que amplían el tiempo que abarca ese reducido relato primero.
El teléfono desempeña un
papel muy importante en esta novela, ya que es el único contacto que tiene
Schnier con el mundo exterior y, al mismo tiempo es el recurso estilístico que
justifica las analepsis, antes de
efectuar la llamada, Schnier recuerda algunas características de la persona con
la que va a establecer contacto.
La doble moral de la
iglesia católica y de la sociedad alemana respecto a su pasado nazi que tanto
escandalizó en su momento al publicar la novela, hoy nos parecerían temas
antiguos y algo manidos, si no fuera por el auge de los totalitarismos al que
estamos asistiendo.
BIBLIOGRAFÍA
Heinrich Böll, Opiniones de un payaso, Seix Barral,
Barcelona, 1977 (16ª edición).
Reinaldo Spitaletta, Un
payaso de la posguerra, El Mundo, 29/09/2019.
María Clara Ubieto Artur,
Técnicas
narrativas en las novelas de Heinrich Böll, Revistas
científicas, 1989, pp. 841-850.
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