(L644) Adiós, señor Chips (1934)

James Hilton, Adiós, señor Chips (1934)

La literatura inglesa tiene una fuerte presencia en el blog. No olvidemos que fue el imperio que dominaba el mundo hace apenas cien años. Mientras buena parte del planeta trabajaba para Inglaterra, sus clases dirigentes podían dedicarse al ocio, inventando juegos: rugby, futbol, criquet, tenis, etc. y a escribir, que es lo que a nosotros nos interesa. James Hilton (1900-1954) fue uno de esos escritores que ya empezaba a sentir nostalgia del pasado esplendor.

Argumento: “Soñaba con un puesto de director o, en todo caso, de catedrático, en un colegio de primer nivel; poco a poco, después de varios intentos y fracasos, comprendió que no estaba preparado para tan altas aspiraciones. Por ejemplo, no se había licenciado con calificaciones excepcionales y sus dotes para imponer disciplina, aunque no estaban mal e incluso mejoraban con el tiempo, no eran fiables del todo, dependían de las circunstancias. Carecía de recursos propios y de relaciones familiares importantes. Hacia 1880, cuando llevaba diez años en Brookfield, empezó a reconocer que tenía muy pocas posibilidades de mejorar si se iba a otro colegio; por otra parte, la posibilidad de quedarse donde estaba empezó a llenar un hueco cómodo en sus pensamientos. A los cuarenta había echado raíces, se había asentado y estaba bastante satisfecho. A los cincuenta era el decano del claustro. A los sesenta, bajo el mandato de un nuevo y juvenil director, él era Brookfield. En 1913, cuando cumplió sesenta y cinco años, se jubiló, y se fue a vivir enfrente, a casa de la señora Wickett. Una carrera honrada que concluía honradamente; y todos gritaron tres vivas por el viejo Chips en aquel clamoroso banquete de fin de curso.

Tres vivas, sin duda; pero iban a suceder más cosas, un epílogo inesperado, un bis para un público trágico”.

Comentario: la novela es un alegato en favor de la enseñanza: “‒ ¡Ah, Chips!  Me alegro mucho de que seas lo que eres. Cuando te conocí, temía que fueras abogado, o corredor de bolsa, o dentista, o que tuviera una gran empresa de algodón en Mánchester. Ser profesor es completamente distinto, es importante, ¿no te parece? Influir en los que van a crecer, en los que van a ser tan decisivos en el mundo...” Chips en realidad no lo ve de esa forma lo que si intenta inculcar a sus alumnos, más que latín o griego, es el “sentido de la proporción” tan necesario, a mi entender, para estar en el mundo. 

Pero el libro también es un liviano repaso de la historia de Inglaterra, desde el año 1870 con la guerra franco-prusiana hasta el año 1933. Por medio asistimos al jubileo de Diamante de la reina Victoria, un referente de la tradición británica para los ingleses del siglo XIX, ‒porque a los ingleses lo que más les gustas es la tradición‒, como lo ha sido la reina Isabel II para los ingleses del siglo XX y parte del XXI; pasando por el hundimiento del Titanic o la Primera Guerra Mundial.

Toda la vida de Chips desfila ante nuestros ojos, quien prácticamente no ha salido de Brookfield. En los momentos más desconcertantes de la Guerra, cuando bombardean las proximidades del colegio, Chips les dice a sus alumnos: “No juzguen la importancia de las cosas por el ruido que hacen. (...) estas cosas que han sido tan importantes durante miles de años..., no van a desaparecer”.

También hay reflexiones sobre la vejez a la que todos nos acercaremos: “Esto de hacerse viejo es una gran broma..., pero una broma triste en cierto modo. Y Chips, sentado junto al fuego con los vientos de otoño silbando en las ventanas, se dejaba llevar muy a menudo por la risa y la tristeza, y, cuando llegó la señora Wickett con el té, no supo si el hombre había llorado o se había reído. Ni el propio Chips lo sabía”.

El libro puede parecer a algunos lectores muy sencillo. Es fácil de leer pero no es simple, posee profundidad, ya que como dijo Saint-Exupéry en El Principito (1943): “Lo esencial es invisible a los ojos”. Además, la edición está muy cuidada, con unas ilustraciones (de Jordi Vila Delclòs) que son una maravilla. La novela ha sido adaptada al cine con desigual fortuna. La más conocida es la de Sam Wood, Adiós, Mr. Chips (1939).

James Hilton es autor así mismo de la excelente novela, de aventuras y espiritualidad, El mundo perdido (1933).

BIBLIOGRAFÍA

James Hilton, Adiós, señor Chips, Trotalibros Editorial, Andorra, 2021.

Mireia G. Sainz, Somos amasados con lo que nos enseñaron, El Debate.com, 13/11/2021.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

(L56) Las afinidades electivas (1809)

(L111) El mundo de ayer. Memorias de un europeo (1942)

Manuel Vilas, El autor y su obra: La literatura y la vida (2019)