(L676) La historia (1974)

Elsa Morante, La historia (1974)

Primera novela que traigo de la escritora italiana Elsa Morante (1912-1985) que fue esposa del también escritor e intelectual Alberto Moravia. En italiano se titula La Storia pero en la traducción de los años setenta que manejo el traductor, Juan Moreno, se ha empeñado en añadirle algo suyo y la titula Algo en la historia. Son surrealistas los títulos del tardofranquismo en los libros y en las películas. Creo que la traducción es farragosa y necesita una puesta al día. Existe una traducción más actual de Esther Benitez Eiroa para la editorial Lumen de 2018.

Argumento: la narradora nos presenta una breve historia del siglo XX: “No hay demasiadas novedades en el gran mundo. De la misma forma que los siglos y milenios que lo han precedido en la Tierra, el nuevo siglo se regula también de acuerdo con el conocido principio inmóvil de la dinámica histórica: para los unos, el poder; para los otros la servidumbre. Y sobre éste se fundan, conformes, tanto el orden interno de las sociedades (dominadas actualmente por los «poderes» llamados capitalistas), como en el externo internacional (llamado imperialismo), dominado por algunos Estados, llamados «potencias», las cuales se dividen prácticamente toda la superficie de la Tierra en las correspondientes propiedades o imperios. Entre ellos, la última en llegar ha sido Italia, que aspira al rango de gran potencia, y para merecerlo se ha apoderado, por medio de las armas, de algunos países extranjeros ‒menos poderosos que ella‒, para constituirse así una pequeña propiedad colonial, aunque todavía no pueda llamarse imperio.

Aunque anden siempre entre sí en competencia amenazadora y armada, en ocasiones las potencias se asocian en bloques, para la defensa común de sus propios intereses (que en el interior se confunden siempre con los intereses de los «poderes». A los otros, a los sometidos a la servidumbre, que no participan en los beneficios, pero a los cuales sirven, tales intereses se le presentan en términos de abstracciones ideales, que varían con el cambio de la práctica publicitaria. En estos primeros decenios del siglo, el término preferido es el de patria).

En el centro de todos los movimientos sociales y políticos se hallan las grandes industrias, promovidas hace ya tiempo, gracias a su enorme y creciente desarrollo, a los sistemas de las industrias de masa (que reducen al obrero «a un simple accesorio de la máquina»). Para sus funciones y sus consumos, las industrias tienen necesidad de masas, y a la inversa. Y puesto que el trabajo de la industria se halla siempre al servicio de los poderes y las potencias, entre sus productos ocupan necesariamente el primer lugar las armas (carrera de armamentos), las cuales, a base de la economía de los consumos de masas, encuentran su salida en la guerra de masas”.

La acción comienza en enero de 1941. Günter es un joven soldado alemán que está en Roma. Es alto y rubio. Hasta entonces apenas ha salido de su ciudad natal, Dachau. Era un simple recluta campesino de la última leva de la guerra. Se conjetura entre sus compañeros que su futuro podría ser África. Pasea por el barrio de San Lorenzo buscando un burdel “no tanto por un deseo sino porque se sentía demasiado solo”. En un portal donde se ha sentado llega una chica. Se trata de Ida Ramundo una maestra viuda de 36 años y pelo negro rizado. Sus padres son Giuseppe Ramundo de Calabria y Nora Almagià de Padua y ascendencia judía. Su padre era lector de Bakunin y bebedor empedernido. “las libertades no se dan. Se toman”, decía.

Iduzza (diminutivo de Ida) padece desde niña ataques epilépticos que le desaparecen en la pubertad. La cojera del padre hace que no vaya a la guerra de 1914. Después viene el hambre y la escasez. Iduzza obtiene el título de maestra por el año 20 y se promete con Alfio Maricuso huérfano a causa del terremoto de 1908. Se casan y se van a vivir a Roma, al barrio de San Lorenzo. Ella llega virgen al matrimonio, tanto física como mentalmente. Allí gana unas oposiciones de maestra. La revolución fascista se produce en 1922. A los cuatro años de casada, mayo de 1926, será madre. El padre muere de una cirrosis y el marido de un cáncer el año 1936.

El concepto de romanidad de Mussolini va siendo sustituido por el de raza de Hitler. El año 1938 se inicia en Italia una campaña contra los judíos. Nora, a pesar de sus precauciones para ocultar su origen, tiene miedo. Se empieza a elaborar un censo y se alienta la delación. Nora tiene sesenta y ocho años. Piensa huir a la playa con la idea de que un barco la lleve a Palestina. Unos pescadores la encuentran muerta ahogada en la orilla.

Iduzza tiene que registrarse en el ayuntamiento de Roma como medio judía. Las leyes promulgadas dicen: “No se considerará de raza judía aquel que haya nacido de padres de nacionalidad italiana, uno solo de los cuales sea de raza judía y que, con fecha de 1 de octubre de 1938 perteneciera a una religión distinta de la judía”.

En 1940 Mussolini entra en la guerra. El hijo de Iduzza, Nino Maricuso, tiene catorce años y está entusiasmado con las noticias. Iduzza ha oído que cuando triunfe el Reich las leyes raciales alemanas se impondrán en Italia. Con su cabeza ocupada en estas cavilaciones llega a la puerta de su casa donde se encuentra al soldado alemán al que cree un emisario ario enviado para investigar su pasado. Nada más lejos de la realidad. El soldado le coge la cesta y la acompaña a su casa. Una vez allí la posee ferozmente en el sofá y luego más tiernamente hasta quedarse dormido. Al despedirse Günter le deja como recuerdo su navaja suiza y se lleva una flor entre los papeles de su cartera. Lo que no sabe es que pocos días después morirá en el norte de África.

Pasan algunas semanas sin preocupación pues siempre ha tenido menstruaciones anómalas pero ya no hay duda, su relación con el alemán la ha dejado preñada. Su cuerpo contrahecho de amplias caderas oculta perfectamente de embarazo hasta la llegada de las vacaciones escolares. A finales de agosto, cuando su hijo Nino se encuentra en un campamento de juventudes fascistas, se pone de parto atendiéndola una comadrona del gueto judío.

A la vuelta de Ninnuzzu (Nino) éste no se acaba de creer que el bebé, a quien llaman Giuseppe (Useppe), sea de un pariente lejano que ha muerto repentinamente, por lo que aprovecha el momento de debilidad de la madre para poder tener un perro. El muchacho es pequeño pero vivaz y crece sin que nadie en el barrio lo sepa.

Comentario: la novela, a través de sus protagonistas principales Ida y sus hijos Nino y Useppe y toda una serie de personajes secundarios, es un fresco de Roma durante toda la Segunda Guerra Mundial.

La historia es una ficción que integra dos niveles, la documentación histórica y el relato aparentemente neorrealista de las pobres gentes. La novela arranca en 1941 en la Roma ocupada. Fue un éxito clamoroso. Pero, por contra, buena parte de la crítica, vinculada mayoritariamente al Partido Comunista Italiano, se le puso de uñas. “Porque ella no ondeaba bandera alguna”. Aunque sí creo que desprende un humanismo cristiano, por ejemplo cuando Iduzza habla de su hijo pequeño: “No bautizado ni circuncidado, ninguna parroquia se había preocupado de redimirlo; y el estado de guerra, con la creciente confusión de las órdenes, favorecía su destierro de la Creación”.

Fue catalogada de populista, se le criticó su estructura decimonónica y sus consiguientes efectos melodramáticos, más cercanos a los folletines que a las «verdaderas» obras de literatura, se denostó la recreación «literaria» de los aspectos más sórdidos y degradantes de la realidad novelada, próxima a la «crónica negra».

“No debió de ser fácil ser Elsa Morante, criada en el humilde barrio del Testaccio, hija ilegítima de una maestra judía, Irma Poggibonsi, llevando el apellido de Augusto Morante, pero conocedora de la impotencia del padre legal y de los múltiples amantes de la madre. Toda su obra girará en torno a la filiación. Una de las constantes de sus universos serán las conflictivas, densas y, a menudo, dramáticas relaciones familiares”.

Los personajes pertenecen a las clases populares y hay un cierto infantilismo en ellos como si todavía creyeran en los cuentos de hadas. Por ejemplo Iduzza cuando ha sido forzada por el soldado alemán: “fijó otra vez sobre el durmiente sus ojos desmesuradamente abiertos, con el aire estúpido de la muchachita de las fábulas cuando mira de nuevo al dragón, que una poción encantada ha hecho inofensivo”. (...) “Y dejando en prenda a Useppe esta promesa divina, desapareció nuevamente en su riqueza y esplendor, semejante a las hadas de los cuentos”. (...) “Y, para ella, las divas debían de ser algo semejante a Blancanieves o a las hadas de las revistas infantiles”.

Me espera bastante más de la novela. Al empezar a leerla creí que sería un clásico, un imprescindible. Pero solamente me ha parecido una novela pasable, superada por el tiempo y hoy prácticamente olvidada. Pero para eso estoy yo aquí, para resucitar a los muertos literarios.

BIBLIOGRAFÍA

María Ángelica Giordano Paredes; María Gracia Moreno Celeghin, Elsa Morante, una tejedora de historias, UNED Radio, 21/12/2016. (28 minutos).

Elena Hevia, La pasión según Elsa Morante, El Periódico, 13/02/2018.

Elisa Martínez Garrido, Palabra y poesía en La Storia, de Elsa Morante, Cuadernos de Filología Italiana, 2, 143-165. Servicio de Publicaciones UCM. Madrid, 1995.

Mara Mennella, La obra de Elsa Morante en España, Tesis Doctoral, Universidad Almería, Mayo 2021.

Elsa Morante, Algo en la historia, Plaza & Janés, Barcelona, 1976.

Lourdes Ventura, Elsa Morante, un rescate necesario, El Cultural, 20/05/2017.

Comentarios

Entradas populares de este blog

(L56) Las afinidades electivas (1809)

(L305) Bella del Señor (1968)

(L232) Anatomia de un instante (2009)