(L683) Mr. Mercedes (2014)

Stephen King, Mr. Mercedes (2014)

Sigo comentando novelas de Stephen King (Portland, Maine, 1947). Este autor tiene el inconveniente de ser muy popular y de que sus obras se hayan vendido por millones. Este hecho ha ocultado a la llamada “crítica seria” un notable escritor con una especial sensibilidad para mostrarnos las debilidades y a los miedos del ser humano.

Argumento: Angie Odenkirk madruga para encontrar trabajo. En la cola se encuentra con Janice Cray que ha acudido con su hija pequeña Patti ya que no tiene con quien dejarla. El frío y la humedad persisten. Angie les deja su bolsa de dormir, dentro Janice amamanta a la niña.

El cartel reza ¡1000 EMPLEOS GARANTIZADOS! Sigue llegando gente, la cola se hace interminable. Amanece hacia las cinco de la madruga en el edificio del Centro Cívico. “De repente un potente Mercedes-Benz, un enorme sedán gris, acaso un SL 500 de doce cilindros, atropella a las primeras filas”.

Bill Hodges es un policía jubilado. Deja su lata de cerveza en la mesita a su izquierda junto a su Smith & Wesson del calibre 38 mientras ve un programa de televisión donde dos mujeres se pelean por un mismo hombre. La idea provenía de una moda breve y siniestra de finales de los ochenta que se llamó “pelea de vagabundos”. “Hodges toma otro sorbo de cerveza y sabe que ni siquiera se beberá la mitad de la lata. Es curioso, porque cuando aún estaba en la policía, era prácticamente un alcohólico. Después, cuando la bebida acabó con su matrimonio, asumió que era un alcohólico. Hizo acopio de toda su fuerza de voluntad, controló el hábito y se prometió entonces que en cuanto llevara cuarenta años trabajados —una antigüedad más que considerable habida cuenta de que el cincuenta por ciento de los policías se retiraban a los veinticinco años de servicio y el setenta por ciento a los treinta— bebería tanto como quisiera. Y ahora que ha superado esos cuarenta años, el alcohol apenas le interesa”.

Hodges recibe una carta donde le dicen que lleva seis meses jubilado y cuarenta años de servicio. Quien la escribe es “el asesino del Mercedes” a quien no pudo atrapar. Mató a ocho personas e hirió a muchas más. Entre ellas al bebe y a su madre que estaban en un saco de dormir.

“Imagino que ahora estará pensando: «Pero ¿qué clase de psicópata enfermo y retorcido es este?». Lo cierto es que no puedo echárselo en cara, aunque eso sería discutible. En mi opinión, muchísima gente disfrutaría haciendo lo que yo hice, y por eso disfrutan con libros y películas (y hoy día incluso programas de televisión) que muestran Torturas y Descuartizamientos, etcétera, etcétera, etcétera. La única diferencia es que yo lo hice de verdad. Pero no porque esté loco o furioso.

Solo porque no sabía cómo sería exactamente la experiencia, aparte de emocionantísima, dejando «recuerdos para toda la vida», como suele decirse. A la mayoría de las personas les ponen unas Botas de Plomo en la niñez y tienen que llevarlas ya siempre. Esas Botas de Plomo se llaman CONCIENCIA. Yo no tengo, y por eso puedo elevarme muy por encima de las cabezas de la Gente Normal. ¿Y si me hubieran cogido? Bueno, si hubiese ocurrido allí mismo, si el Mercedes de la señora Trelawney se hubiese calado o algo así (cosa poco probable, porque el mantenimiento parecía óptimo), supongo que quizá la multitud me hubiese hecho pedazos. Era consciente de esa posibilidad, y le añadía emoción. Pero en realidad lo dudo, porque casi todas las personas son borregos, y los borregos no comen carne. (Es posible, imagino, que me hubieran sacudido un poco, pero puedo aguantar una paliza.) Probablemente me habrían detenido y procesado, y en el juicio habría alegado demencia. Tal vez sí sea un demente (la idea se me ha pasado por la cabeza, claro está), pero es una clase de locura muy particular. En todo caso, al lanzar la moneda, salió cara, y yo escapé. ¡La niebla ayudó!”

Hodges se queda unos minutos inmóvil en el sofá pensado. “A lo largo de sus años en el cuerpo de policía, Hodges ha visto cosas de las que nunca hablaría con nadie que no las hubiera visto también. (...) Hodges ha leído que hay en Islandia pozos tan profundos que si se tira una piedra, nunca se la oye llegar al fondo. Piensa que ciertas almas humanas son también así. Cosas como las peleas de vagabundos son solo la mitad del recorrido en uno de esos pozos”.

Antes de llamar a los policías que heredaron el caso quiere reflexionar. “Muchos cocineros estropean el puchero”. La carta le ha dado una razón para vivir. Al menos por un tiempo.

Comentario: En Mr. Mercedes, King describe la historia con su particular estilo. Cree que para las buenas historias es mejor crear una pequeña «semilla» y dejar que la historia crezca y se desenvuelva desde ahí. Generalmente empieza sus historias sin saber cómo terminarán. Sabemos que a acción se desarrolla el año 2010, por noticias como la erupción del volcán islandés el 14 de abril de 2010.

King es conocido por la calidad de sus detalles, continuidad, y referencias internas; muchas de sus historias se ven ligadas por personajes secundarios, pueblos ficticios, o eventos de libros pasados, muy al estilo de H.P. Lovecraft. Como escribió Nietzsche: “Cuando miras el abismo, el abismo también te mira a ti”.

Sus libros contienen referencias a la historia y cultura de los Estados Unidos, particularmente a la más oscura y escalofriante parte de esa cultura. Las referencias están plasmadas en historias de los personajes en las cuales se explican sus temores. Algunas referencias incluyen el crimen, guerras (especialmente la guerra de Vietnam), y el racismo. El personaje del psicópata Brady Hartsfield es un racista (p. 164). Hay críticas a la dieta alimenticia americana que produce obesos (p. 165 y 245). Y a su sociedad: “Mientras mete el portátil en el estuche y cierra la cremallera, ve a dos niños delante de la tienda de cómics. Charlan, lo miran y sonríen. Dados sus cinco años de experiencia, Brady calcula que están en sexto o séptimo curso, con un coeficiente de inteligencia combinado de ciento veinte, y un largo futuro por delante recogiendo los cheques del subsidio de desempleo. O un futuro corto en un país desértico”. (p. 210)

Estados Unidos es un país donde para la mayoría de sus habitantes la religión es muy importante (José María Marco, La religión y el alma norteamericana, 20/01/2017). Stephen King identifica al malvado como un ser que no cree en Dios ni en la otra vida: “Allá vais, asesinos y víctimas por igual, allá vais, al conjunto vacío universal que envuelve un solitario planeta azul y a todos sus habitantes en su maquinal ajetreo. Todas las religiones mienten. Todos los preceptos morales son engañosos. Incluso las estrellas son un espejismo. La verdad es la oscuridad, y lo único que importa es hacer una declaración de principios antes de entrar en ella. Abrir un corte en la piel del mundo y dejar una cicatriz”. (p. 366)

La novela que empezó muy bien en su planteamiento y con una gran fuerza, me chirría in media res cuando el gordo y dejado policía Bill Hodges se enrolla con la aristocrática y rica Janey Patterson, dieciocho años menor. A partir de aquí se convierte en una novela policiaca del montón, ideal para convertirse en película o serie de TV., lo que ya ha ocurrido. Además, deja abierta la posibilidad de una continuación, que también se produjo ‒Quien pierde paga (Finders Keepers, 2015) y Fin de guardia (End of Watch, 2016) ‒. Para mí todo es demasiado forzado, demasiado previsible.

BIBLIOGRAFÍA

Bárbara Ayuso, Stephen King: más de setenta años de extrañas circunstancias, Revista Jot Down, septiembre 2017.

Javier Bilbao, ¿Cuál es la mejor adaptación al cine de Stephen King?, Revista Jot Down, marzo 2019.

Ángel S. Harguindey, Mr. Mercedes’ o el arma de destrucción masiva, El País, 11/10/2023.

Stephen King, Mr. Mercedes, Debolsillo, Barcelona, 2017 (5a. edición).

Alice Silver, Bill Hodges – Stephen King, Mis detectives favoritos, 08/12/2020. 

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