(L715) Del inconveniente de haber nacido (1973)

Emile Cioran, Del inconveniente de haber nacido (1973)

Hoy os traigo a un escritor y filósofo de origen rumano que fascinó a muchos estudiantes durante nuestra etapa universitaria allá por los años ochenta del siglo pasado. Emile Cioran (1911-1995). Su estilo se basa en afirmaciones cortas y aforismos, fuertemente influidos por Friedrich Nietzsche y el pesimismo y el antinatalismo de Arthur Schopenhauer o Philipp Mainländer.

Ejemplos:

“No hago nada, es cierto. Pero veo pasar las horas ‒lo cual vale más que tratar de llenarlas”. (p 10).

“Haber cometido todos los crímenes: salvo el de ser padre”. (p. 12).

“Lo que sé a los sesenta años, ya o sabía a los veinte. Cuarenta años de un largo, superfluo trabajo de comprobación”. (p. 13).

“Estoy, por lo general, tan seguro de que todo está desprovisto de consistencia, de fundamento, de justificación, que aquel que osara contradecirme, aunque fuera el hombre que más estimo, me parecería un charlatán o un imbécil”. (p. 13).

“Me atrae la filosofía hindú cuyo propósito esencial es el de superar el yo: todo lo que hago y todo lo que pienso es únicamente yo y desgracias del yo”. (p.16).

“La lucidez es el único vicio que hace al hombre libre: libre en un desierto”. (p. 17).

“Cuando pienso en tantos amigos que ya no existen, siento lástima por ellos. Sin embargo, no resultan tan dignos de compasión, pues han resuelto todos sus problemas, empezando por el de la muerte”. (p. 21)

“Si antaño, frente a un muerto me preguntaba: “¿De qué le sirvió nacer?”, hoy y me pregunto lo mismo ante cualquiera que esté vivo”. (p. 22).

“¿qué sentido tiene sobresalir en un mundo de locos, hundido en la estupidez o el delirio? ¿Para quién prodigarse y con qué fin?” (p. 30).

“No existe un solo instante en el que no haya estado consciente de encontrarme fuera del Paraíso” (p. 33).

“No merece la pena matarse: siempre lo hace uno demasiado tarde”. (p. 35).

“Cuando se sabe de manera absoluta que todo es irreal no tienen ningún sentido fatigarse para demostrarlo”. (p. 35)

“‒ ¿Qué hace usted todo el día? ‒ Me soporto”. (p. 38)

“Habiendo vivido siempre con el temor de que me sorprenda lo peor, he tratado, en todas las circunstancias, de adelantarme lanzándome a la desgracia mucho antes de que sucediera”. (p. 39).

“Sólo dios tiene el privilegio de abandonarnos. Los hombres únicamente pueden fallarnos”. (p. 41).

“Siempre tenemos la impresión de que podríamos hacer mejor lo que otros hacen. Desgraciadamente, no tenemos el mismo sentimiento hacia lo que nosotros mismos hacemos”. (p. 50).

“Sólo a los niños y a los locos les perdonamos su franqueza: los demás, si tienen la audacia de imitarlos, se arrepentirán tarde o temprano”. (p. 54)

“Aquel que teme al ridículo no irá nunca muy lejos ni para bien ni para mal, permanecerá más acá de sus talentos, y, aunque tenga genio, estará condenado a la mediocridad”. (p. 55).

“Perdimos al nacer lo mismo que perdemos al morir. Todo”. (p. 56).

“Sobre el mismo tema, sobre el mismo acontecimiento, puedo cambiar de opinión diez, veinte, treinta veces en un día. ¿Y pensar que cada vez, como el último de los impostores, me atrevo a pronunciar la palabra «verdad»!”. (p. 67)

“A pesar de su cabello blanco continuaba en la prostitución. La encontraba a menudo en el Barrio Latino hacia las tres de la mañana, y no me gustaba regresar a casa sin antes haberle oído relatar algunas hazañas o anécdotas. Tanto las hazañas como las anécdotas se me han olvidado. Pero no puedo olvidar la rapidez con que, una noche en que me puse a despotricar contra todos esos «piojosos» que dormían, ella comentó, levantando el índice hacia el cielo: «¿Y qué dice usted del piojoso de allá arriba?» (p. 68).

“«Desapareció la risa, después desapareció la sonrisa» Esta acotación aparentemente ingenua de un biógrafo de Alexander Blok define bien el esquema de toda decadencia”. (p. 71).

“El antídoto del aburrimiento es el miedo. Es menester que el remedio sea más fuerte que el mal”. (p. 74).

«La verdad permanece oculta para aquel que está lleno de deseo y de odio» (Buda)… Es decir, para todo ser viviente”. (p. 76).

“No es posible decir nada de nada. Por ello es ilimitada la cantidad de libros”. (p. 76).

“No mires hacia atrás ni hacia adelante, mira en ti sin temor ni nostalgia. Nadie desciende en sí mismo mientras permanezca esclavo del pasado y del futuro”. (p. 81).

“Todo gira alrededor del dolor; lo demás es accesorio, inexistente, puesto que sólo recordamos lo que hace daño. Las sensaciones dolorosas son las únicas reales; es casi inútil experimentar otras”. (p. 87).

“Los hijos se vuelven, deben volverse contra sus padres, y los padres no pueden hacer nada pues están sometidos a una ley que rige las relaciones de los seres vivos en general, a saber: que cada cual engendra a su propio enemigo”. (p. 92).

“El fanatismo es la muerte de la conversación. No se charla con un candidato al martirio. ¿Qué decirle a alguien que se niega a entender vuestras razones y que, desde el momento en que uno no acepta las suyas, prefiere morir antes que ceder? Vengan pronto diletantes y sofistas, quienes, por lo menos, aceptan todas las razones”. (p. 107).

“Cuando me preocupa un poco más de la cuenta el no trabajar me digo que bien podría estar muerto y que entonces trabajaría aún menos...”. (p. 107)

“Habría que repetirse cada día: soy uno de esos que, por millones se arrastran sobre la superficie de la tierra. Uno más solamente. Esa banalidad justifica cualquier conclusión, cualquier conducta o acto: libertinaje, castidad, suicidio, trabajo, crimen, pereza o rebeldía... De lo que se concluye que cada cual tiene razón en hacer lo que hace”. (p. 110).

“El hombre acepta la muerte pero no la hora de su muerte. Morir cuando sea, salvo cuando haya que morir”. (p. 111).

“Una sola cosa importa: aprender a ser perdedor”. (p. 112).

“Uno debe ponerse del lado de los oprimidos en cualquier circunstancia, incluso cuando están equivocados, sin perder de vista, no obstante, que están hechos del mismo barro que sus opresores”. (p. 116)

“Mi visión del futuro es tan precisa que, si tuviera hijos, los estrangularía en el acto”. (p. 119).

“Hesíodo fue el primero en elaborar una filosofía de la historia. También él lanzó la idea de decadencia. ¡Qué luz hizo sobre el devenir histórico! Si, en el corazón de los orígenes, en pleno mundo poshomérico, estimaba que la Humanidad estaba en la Edad de Hierro, ¿qué hubiera dicho algunos siglos más tarde? ¿Qué diría hoy?”. (p. 120).

“Sólo tiene convicciones quien no ha profundizado en nada”. (p. 123).

“Todos los grandes acontecimientos fueron desencadenados por locos, por locos... mediocres. Lo mismo ocurrirá, podemos asegurarlo, con el «fin del mundo»”. (p. 125).

“Cuando se ha cometido la locura de confiarle a alguien un secreto, la única forma de saber que lo guardará, es matarlo de inmediato”. (p. 135).

“Para medir bien el retroceso que representa el cristianismo en relación al paganismo, basta comparar las mezquindades que propalan los padres de la Iglesia sobre el suicidio, con las opiniones emitidas al respecto por Plinio, Séneca y Cicerón inclusive”. (p. 142).

“Es un privilegio vivir en conflicto con la propia época. En todo momento uno es consciente de no ser como los demás”. (p. 144).

“Mi mérito no estriba en ser totalmente ineficaz, sino en haberme querido así”. (p. 152).

“Árboles asesinados. Surgen casas. Hocicos, hocicos por todas partes. El hombre se extiende. El hombre es el cáncer de la Tierra”. (p. 155).

“Si queremos ver disminuir el número de nuestras decepciones o de nuestros furores, es importante, en cualquier circunstancia, recordar que estamos aquí para hacernos infelices unos a otros, y que rebelarse contra ese estado de cosas es socavar los cimientos mismos de la vida en común”. (p. 162).

“La única forma de soportar revés tras revés es amando la idea misma de revés. Si se logra, no hay más sorpresas: se es superior a todo lo que ocurre, se es una víctima invencible”. (p. 169).

“La muerte es la providencia para aquellos que ha tenido el gusto y el don del fracaso, es la recompensa para todos los que no han logrado nada, que nada tenían que lograr... Les da la razón, es su triunfo. Por el contrario, para los otros, los que han luchado por tener éxito y lo han logrado, qué chasco, qué bofetón”. (p. 177).

“No a todo el mundo le es dado tener una infancia desdichada. La mía fue más que feliz. Fue coronada. No encuentro mejor adjetivo para designar lo que tuvo de triunfal hasta en sus congojas. Eso tenía que pagarse, no podía permanecer impune”. (p. 178).

“El pensamiento de la precariedad me acompaña en toda ocasión; esta mañana, al poner una carta en el correo, me decía que iba dirigida a un mortal”. (p. 179).

Comentario: estos aforismos, escritos en su etapa de madurez, condensan su pensamiento de manera tan lacónica como eficaz y coherente, y constituyen un hallazgo decisivo para cualquier amante de las paradojas y la ironía.

Cioran estuvo muy de moda en los años setenta y ochenta del siglo pasado. Hoy en día con al auge de los antidepresivos todos vivimos en un mundo feliz. Ya no se le echa de menos. Antiguamente cada uno tenía que arrastrar su yo y sus contradicciones, hoy en día la química las suaviza y nos hace a todos más iguales e impersonales.

No es un filósofo para los optimistas. No les gusta. Aunque en pequeñas dosis sirve para darnos una bofetada y despertarnos de la cotidianeidad, esa en la que no dejamos de dar vueltas en la “rueda de hámster”. Tempus fugit y nosotros todavía empeñados en perseguir quimeras. Comprar, gastar, firmar hipotecas, cambiarnos de pareja, de coche y todo ello ¿para qué? ¿con qué finalidad?

Cuando lo leo vuelvo a esa etapa de mi juventud en que me lo cuestionaba todo. Hoy, sin embargo, estoy instalado en mi “zona de confort”, pequeña o grande, de la que no pienso moverme, es más, me tendrán que sacar con los pies por delante. ¡Quién fue el idiota que dijo que había que salir de ella! Parafraseando a Cioran, digo que me ha costado treinta años llegar a ser lo que quería ser, un pequeño inútil.

BIBLIOGRAFÍA

Emile Cioran, Del inconveniente de haber nacido, Taurus, Madrid, 1985.

Luis Ochoa Bilbao, Cioran y la ética de la introspección, Andamios vol.2 no.3 Ciudad de México dic. 2005.

Comentarios

  1. ¡¡¡Guau!!! Este artículo hay que leerlo despacio, requiere mucha reflexión. Muy buenos aforismos.

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