(L717) Historia de los musulmanes de España - Volumen III - El Califato (1861)
Reinhart P. Dozy, Historia de los musulmanes de España (1861)
A este gran estudioso del
Islam en España le debemos el hallazgo de interesantísimos documentos que han
ofrecido luz sobre el gran esplendor de la cultura árabe en España. Reinhart
P. Dozy (1820-1883), además de escribir este monumental
tratado de Historia, encontró en la Biblioteca de Leiden los manuscritos de El collar de la paloma
(1023) de Ibn Hazm y la Historia de los reyes de al-Ándalus y
del Magreb (s.
XIII) de Ibn Idari al-Marrakuixí entre los más importantes.
La presencia del islam en
la península ibérica en la Edad Media, establecida con el nombre de Al-Ándalus,
se puede periodizar en las siguientes
etapas:
711-726.
Invasión de la península ibérica bajo el Califato de Damasco. (Volumen I)
711-756. Valiato
de al-Ándalus. (Volumen I)
756-929. Emirato de
Córdoba, tras la proclamación como emir independiente del omeya Abd al-Rahman
I. (Volumen II)
929-1031. Califato de
Córdoba, a partir del califato proclamado por Abd al-Rahman III. (Volumen III)
1031-1090 Período de las
taifas, o reinos islámicos independientes en Al-Ándalus tras la fragmentación
del califato cordobés. (Volumen IV)
1090-1144. Imperio
almorávide.
1144-1172. Segundos
reinos de taifas.
1172-1212. Imperio
almohade.
1212-1238. Terceros
reinos de taifas.
1238-1492. Reino nazarí
de Granada.
El libro de Dozy va desde
la invasión musulmana (711), con unos antecedentes detalladísimos del origen de
la religión musulmana en Arabia, hasta el fin de los primeros reinos taifas
(1090). Es un libro de acontecimientos políticos que no sociales, ni
culturales. En cuanto a lo nombres árabes de los personajes más importantes los
he actualizado siempre que me ha sido posible y los he enlazado para proporcionar
más información.
SINOPSIS – Volumen III – El
Califato.
I.- El califato africano.
Existe una secta xíita que se acaba de fundar, es la de los ismaelistas. El
sexto imán descendiente de Alí, Djaber el Verídico, tenía dos hijos: Ismael y
Muza. El primero había muerto en vida de su padre por lo que el imanato
correspondía a Muza. Pasó el tiempo y en el s. IX salió un renovador de la
secta de los ismaelistas, el ocultista Abdallah-ibn-Maimun que sabía que él no
vería su obra terminada pero la continua su hijo Ahmed. Un discípulo llamado
Ibn-Abdallah convenció a los berberiscos y colocó en el trono a Obaidallah
al-Mahdí (909). Los ismaelitas se distinguieron de otras
sectas musulmanas por su intolerancia y crueldad. Una vez conquistado el estado
aglabita, Obaidallah al-Mahdi entabló conversaciones con el rebelde español Ibn-Hafzum
(Omar ben Hafsún) que lo reconoció como soberano sin muchos
más efectos. Los fatimitas buscan medios para formarse partido en España. Este
es el peligro que tiene el califato andaluz por el Sur. En el Norte está el
reino de León. Alfonso I, al casarse con la hija de don Pelayo, unifica
Asturias y Cantabria. El año 901 una expedición de Ahmed-ibn-Moawia contra
Zamora, la ciudad de Alfonso III, fracasó. Esta es la situación que se
encuentra Abderramán III.
Debía además atraerse a sus propios súbditos y rechazar a los cristianos del
Norte y a los barbaros ismaelitas (fatimitas) del Sur.
II. El año 914 el rey Ordoño II de León
saquea Mérida. Abderramán envía el año 916 al general Ibn-abi-Abda quien no
pudo hacer más que una razzia y obtener un buen botín. Al año siguiente su
ejército fue derrotado en San Esteban de Gormaz. Por el Sur intenta ayuda a los
Mauritanos en su lucha contra el fatimita Obaidallah al-Mahdí. Primeramente son
derrotados por Mezzala que toma la ciudad de Necur, pero al poco la recupera el
príncipe Zalih III reconociendo a Abderramán III como su soberano. En el año
918 Ordoño y su aliado Sancho de Navarra atacan Nájera y Tudela. Abderramán
envía su ejército al mando del hadjib Badr que obtuvo una brillante victoria.
El año 920 se une el propio Abderramán, celoso de los triunfos de sus
generales, Vuelve sus armas contra Sancho
de Navarra recuperando Tudela y poniendo en fuga al monarca.
Sancho pidió ayuda a Ordoño y ambos atacaron al ejército musulmán. Superiores
en la montaña, en el valle fueron diezmados recorriendo Navarra entera.
Abderramán regresa a Córdoba tres meses después. Ordoño hizo una nueva razzia
el año 921. Dos años después tomó Nájera y Viguera lo que causó consternación
en el mundo musulmán. En el 924 Abderramán se toma venganza arrasando Pamplona.
A la muerte de Ordoño II estalla
una guerra civil entre sus hijos Sancho y Alfonso. Abderramán no se mezcla
dejando que los cristianos se mataran entre sí. Más adelante fijó su atención
en el Norte de África firmando una alianza con Mohammed ibn-Khaza que expulsó a
los fatimitas y reconoció al califa español cediéndole la ciudad de Ceuta
(931). Alfonso IV cedió la corona a su hermano Ramiro II de León quien
acude en ayuda de Toledo (932) no pudiendo defenderla. Conquista Osma (933)
pero Abderramán se toma la revancha tomando Burgos (934). Los Beni-Hachim de
Zaragoza pactan con Ramiro II y con Navarra, todo el Norte contra el califa quien
con su energía habitual se puso a la cabeza de su ejército (937). Conquistó
Zaragoza y Mohammed-ibn-Hachim capituló perdonándole el califa la vida. La reina Toda
de Navarra lo reconoció como su señor. Menos una parte de Cataluña y el
reino de León toda España era suya.
III. Los nobles estaban disgustados
por el trato que Abderramán daba a los eslavos (extranjeros de diversas
procedencias) en su corte. En el año 939 en una gran campaña contra Ramiro II y
Toda de Navarra, puso al frente del ejército a Nadjda, un eslavo lo que irritó
a los oficiales árabes que se dejaron vencer. Hubo persecución y la derrota fue
total temiéndose incluso por la vida del califa. Pero una nueva guerra civil
entre cristianos le impidió a Ramiro II aprovechar su ventaja. Fernán González,
favorito de los poetas de la Edad Media, se levanta contra Ramiro (Castilla
contra León) lo que dio tiempo a Abderramán a reorganizar su ejército. En
África el berberisco Abu-Yazid derrota a los fatimistas y entra en su capital
(944) para contento de los sunnitas. Aunque su reinado solo duras hasta el 947.
En el Norte Fernán González cae preso de Ramiro quien lo libera años después
bajo durísimas condiciones. A la muerte de Ramiro hay una nueva guerra civil entre
Ordoño
III,
el primogénito, y Sancho
que contaba con el apoyo de los navarros y de Fernán González a quien prometió
devolverle el condado de Castilla. Abderramán aprovecho estas debilidades con
abundantes razzias y firmo tratados con Ordoño y Fernán González (955).
El único enemigo que le
queda en la península son los navarros. Así podía volver sus armas contra los
fatimitas. Mezz, su cuarto califa, tiene la idea de desembarcar en la
península. La muerte de Ordoño III (957) hace que el Norte no cumpla los
acuerdos pactados. Envía al bravo Admed-ibn-Yila, gobernador de Toledo, quien
consigue una gran victoria en León.
IV. Fernán González echó
a Sancho del reino (958). La reina Toda quiere recuperar el trono de su nieto
Sancho y se alía con Abderramán. Gracias al médico judío Hasdai que atiende la
salud del rey depuesto convence a la reina para que visiten Córdoba donde los
recibe en pomposa audiencia Abderramán. Recuperada la salud de Sancho [los
mejores médicos estaban en la España musulmana] y con ayuda del ejército
musulmán toman Zamora (959). En León resiste Ordoño
IV
puesto por Fernán González. Cae la capital en manos de Sancho (960), Los
navarros atacan Castilla y prenden a Fernán González. El califa Abderramán
enferma y muerte el 16 de octubre del 961 a la edad de setenta años y cuarenta
y nueve de reinado, dejando un país próspero y saneado. Hay un bienestar
general dice el viajero Ibn-Hocal. Córdoba era una ciudad de quinientos mil
habitantes solo comparable a Bagdad. El califa edifico el año 936 una ciudad al
Norte de Córdoba llamada Zahra (Medina Zahra). El palacio califal era de
colosal extensión; baste decir que en el harén había seis mil mujeres. El poder
de Abderramán era formidable. El emperador de Constantinopla, los reyes de
Alemania, Italia y Francia le enviaban embajadores. Pero en lo que destaca es
en su inteligencia para lograr un equilibrio político y una tolerancia y
aprecio a los consejos de los hombres de otras religiones. Parece más bien un
rey moderno que un califa medieval.
V. El sucesor fue su hijo
Haquem II
(Alhakén II). Los leoneses y los navarros se hacen los despistados a la hora de
cumplir sus acuerdos con los musulmanes. Ordoño IV fue a pedir ayuda para
recuperar el trono de León al nuevo califa. El miedo de Sancho a la expedición
musulmana le hace cumplir todos los acuerdos. Pero la muerte de Ordoño (965)
obliga a Haquem a hacer la guerra a los reinos cristianos. Aunque pacífico la
hizo tan bien que Sancho de León le pidió la paz (966). Otros nobles hicieron
lo mismo. La muerte de Sancho sumió a los reinos cristianos en guerras y
divisiones La muerte de Fernán González (970) dejó a Haquem libre de enemigos
pudiéndose dedicar a la cultura. Su biblioteca ascendía a cuatrocientos mil
volúmenes. Filósofos y poetas acudían a su corte sin miedo a que los mataran
los beatos (fanáticos). La mayoría de la población sabía leer y escribir. Se
fundan escuelas pagadas por el califa que imparten educación gratuita. La
Universidad de Córdoba era una de las más famosas del mundo.
VI. La historia de los
orígenes de Mohammed ibn abi-Amir.
Su ambición y como logró entra en el Palacio de Haquem II y ser nombrado
intendente de bienes primero y luego inspector de la moneda (969). Siendo el protegido
de la sultana Zobh (Aurora) aumentó su riqueza y su prestigio. Fue nombrado
comandante de la policía de la capital, acumulando los cargos. Como los gastos
de la guerra en Mauritania eran excesivos, el califa envía a Ibn-abi-Amir como
cadí supremo. Tal fue su habilidad que se ganó a los generales. Vuelven
triunfantes a Córdoba al mando del general
Ghalib (974).
Poco tiempo después el califa enferma de apoplejía. Su hijo mayor Abderramán
murió siendo niño. El menor Hixem
II es nombrado califa (976) poco antes de su muerte,
siendo menor de edad.
VII. Haquem muere en
brazos de sus dos principales eunucos, Fayic y Djandhar, nobles con gran poder
que no quieren al niño Hixem en el trono porque gobernaba el visir Mozhafí (Yaáfar al-Mushafi).
Pretenden que gobierne el tío Moghira. Mozhafí al saberlo pretende asesinarlo.
Ibn-abi-Amir se ofrece voluntario para prenderlo. Ellos dos gobiernan durante
la minoría de edad de Hixem II. En los meses siguientes se deshacen de los dos
eunucos. Los cristianos del Norte se vuelven cada vez más osados. Se reúne un
ejército para combatirlos y como ningún visir quiere comandarlo se ofrece para
hacerlo Ibn-abi-Amir (977). Aunque la campaña fue poco importante, recuperó el
ánimo de los cordobeses y aumento la fama de Amir.
VIII. Mozhafí va
perdiendo influencia. Era hombre de escaso mérito. Teme al general Ghalib,
gobernador de la frontera inferior y cree amigo suyo a Ibn-abi-amir. Sin
embargo ambos intrigan para derrocarlo. El matrimonio de Asma, hija de Ghalib,
con Ibn-abi-Amir sella la alianza. Mozhafí y sus hijos son arrestados y
acusados de malversación, desposeídos de todos sus bienes y encarcelados.
Durante cinco años malvive entre la cárcel y la libertad. Al final le quitan la
vida o estrangulándole o envenenándole, en esto no se ponen de acuerdos los
autores árabes, teniendo un humilde entierro.
IX. El mismo día que
arrestaron a Mozhafí fue promovido a hadjib Ibn-abi-Amir. Una conspiración de
los seguidores del eunuco Djandhar fue descubierta, al intentar matar este al
califa Hixem II, y es aplastada sin piedad. Acusado de tibio en el islam, Ibn-abi-Amir
se rodea de ulemas y quema delante de ellos libros de filosofía. El califa se
va haciendo mayor y, para excluirlo de toda participación en los negocios,
Ibn-abi-Amir crea la ciudad administrativa de Zahira al norte de Córdoba. Hixem
estaba prácticamente prisionero en su palacio califal. Ibn-abi-Amir pretende
reorganizar el ejército y deshacerse de Ghalib. Como la tropa le es fiel se
busca nuevos soldados en Mauritania y en la España cristiana. El enfrentamiento
tuvo lugar y fue derrotado Ghalib (981). Posteriormente cargó contra los
leoneses que habían apoyado a Ghalib. Salieron a su encuentro Ramiro
III de León, Garci-Fernández conde de Castilla y el
rey de Navarra a los que derrotó en Simancas. Llegaron a las puertas de León
pero el invierno les hizo volver. En Córdoba fue aclamado y tomó el sobrenombre
de Almanzor
(victorioso con la ayuda de Dios). Solamente le hacía sombra, por sus
victorias, el general Djafar a quien tiende una emboscada después de una
fiesta.
X. La derrota de Ramiro
III hace que los nobles de Galicia se revelen y den el trono a su primo Bermudo II
(985). La guerra entre ambos se dilucido a favor de este último. Gracias a la
ayuda de Almanzor Bernardo consiguió someter todo el reino (984) quedando
tributario de éste que dejó tropas, tanto para ayudarlo como para vigilarlo.
Almanzor decide volver sus armas contra Cataluña. Los condes catalanes
dependían del rey francés. Durante su campaña hace una parada intermedia en
Murcia donde se aloja en casa de Ibn-Khattab, quedando muy satisfecho. Asalta
Barcelona en julio de 985, pasando a sus habitantes a cuchillo y quemando y
saqueando la ciudad. A su vuelta triunfal pone sus ojos en las revueltas de
Mauritania sofocándolas personalmente. Para aplacar al pueblo descontento con
su crueldad manda ampliar la mezquita comprando a precio desorbitado las casas
de los alrededores.
Bermudo II, harto de las
humillaciones de los musulmanes, se subleva y los expulsa. Almanzor deseoso de
acción y de que cesen las murmuraciones contra él emprende la campaña. Se
apodera de Coimbra (987). Bermudo se refugia en Zamora pero Almanzor pasa de largo
y se dirige a León que cae tras una tenaz resistencia. En Zamora los habitantes
rindieron la plaza. Bermudo había escapado. De vuelta a Zahira descubrió que
los grandes conspiraban contra él y que su propio hijo Abdallah era de los
conjurados. Entre otros estaban el gobernador de Toledo, Abdallah,
llamado Piedra Seca
y el virrey de la frontera superior Abderramán-ibn-Motarrif. A todos ellos los
acusó de malversación primero y los mató después. Incluso a Abdallah (990) de
quien sospechaba que no era hijo suyo. También indujo a Sancho a rebelarse
contra García, el conde de Castilla derrotándolo el año 995. A continuación
atacó a Bermudo por haber albergado a Abdallah, Piedra Seca, derrotándolo con facilidad y capturando a Abdallah a
quien encierra.
XI. La madre del califa
Hixem II, que antes había amado a Almanzor ahora lo odia. Contracta con Zirí,
virrey de Mauritana para que libere al califa. La conjura palaciega es resuelta
hábilmente por Almanzor gracias a la debilidad de carácter del califa. Envía
posteriormente sus tropas contra Zirí y emprende una campaña contra Bermudo II
en Galicia, tomando Santiago de Compostela que haya desierta de habitantes. Lo
saquean y destrozan todo menos la tumba del Apóstol guardada por un viejo monje
(997). Es tal su fuerza que puede emprender dos guerras al mismo tiempo. En
Mauritania las tropas necesitaron refuerzos por lo que envió a su hijo Abdelmelic-Mudhaffar (Abd
al-Málik al-Muzáffar), después de una encarnizada batalla Zirí
cayó derrotado.
XII. La última expedición
de Almanzor fue en 1002. Siempre había querido morir en campaña para lo que
llevaba siempre consigo la mortaja. Ya enfermo se hacía llevar en litera. Murió
el 10 de agosto y los enterraron en Medinaceli. Los cristianos le tenían verdadero
pavor. Había hecho cincuenta campañas, dos por año en primavera y en otoño, de
las que siempre había salido con gloria. También era el ídolo de sus soldados a
los que cuidaba aunque era severo en la disciplina militar. Aunque no era un
literato protegía a los poetas y a los filósofos porque creía que por su alta
posición debía hacerlo. Si no tenía comprensión literaria sí que la tenía
práctica. Tenía el golpe de vista del genio. Los medios que empleó para
apoderarse del poder deben ser condenados, pero una vez que lo obtuvo lo
ejerció noblemente.
XIII. Mudhaffar, el hijo
de Almanzor, cuando estuvo de vuelta en Córdoba tuvo que sofocar alguna
revuelta pero pudo gobernar el Estado como su padre. Su reinado fue de
victorias contra los cristianos y prosperidad en el interior. Pero esta
sociedad tan floreciente llevaba dentro de sí el germen de la destrucción. La
lucha de clases y la proliferación de sectas que atacaban a la unidad de la
religión hicieron su trabajo. Los peores eran los escépticos: ni lo afirmamos
ni lo negamos, lo ignoramos; pero nuestra conciencia no nos permite aceptar
doctrinas cuya verdad no nos ha sido demostrada. Mudhaffar murió en la flor de
sus años (1008). Le sucedió su hermano Abderramán,
llamado Sanchuelo, porque su madre era hija de un Sancho de
Castilla o Navarra. Los nobles y el pueblo lo odian. En su osadía llegó a pedir
a Hixem II que lo nombre heredero al trono. Esto indigno aún más al pueblo
cordobés que era legitimista. En una campaña contra el reino de León (1009),
Mohammed, hijo de aquel Hixem decapitado por Muddaffar, por consiguiente
biznieto de Abderramán III, prepara una revuelta en la capital que tuvo un
éxito fulgurante. La espléndida ciudad de Zahira fue saqueada durante cuatro
días de sus abundantes riquezas y después quemada. Reinará con el nombre de Muhammad
II al-Mahdí, los soldados bereberes abandonaron a
Sanchuelo, pero éste insiste, contra todos los consejos, en volver a Córdoba
donde lo matan.
XIV. Se inician las guerras civiles. Al poco tiempo se
comprobó que Mahdí no tenía talento ni virtud. Irritó a las clases bajas, a los
eslavos y a los devotos. Tampoco supo atraerse a los berberiscos que tenían un
sentimiento de dignidad y sabían de su fuerza. La revuelta al mando de Hixem y
su padre Solimán fracasó. Los berberiscos se dan a la fuga y encuentran apoyo
en Sancho, conde de Castilla, con quien marchan directamente sobre Córdoba
(julio 1009) entrado en ella. Mahdí huye a Toledo y Solimán
(al-Mustaín), sobrino de Hixem, fue reconocido como
califa. El general Wahdid se había refugiado en Tortosa donde hizo alianza con
los condes catalanes y machó a Toledo para unirse a las tropas de Mahdí. Toman
la ciudad pero otra conspiración que une a los eslavos y a los bereberes de
Wahdid colocan de nuevo a Hixem II (1010), que había estado preso, como califa.
XV. Wadhid no es
Almanzor. Sancho de Castilla reclama varias fortalezas bajo la amenaza de unirse
a los berberiscos y a Solimán. Estos saquean Zahra (Medina Zahra) el año 1010 y
degüellan a los soldados y a toda la población. Bandas recorren las provincias
y la capital, que no puede abastecerse muriendo muchos de sus habitantes de
hambre. El verano siguiente fue peor y Wadhid es asesinado tomando el poder Ibn-abi-Wadra.
Los berberiscos atacan la ciudad pero son rechazados (1012). Volvieron a la
carga tomando la ciudad el 19 de abril de 1013, matando, saqueando e
incendiándola. Confiscaron los bienes de los que quedaron y los enviaron al
exilio.
XVI. La guerra civil ha
desmembrado el imperio. Muchos gobernadores se han declarado independientes.
Solimán se ha hecho nombrar califa pero su autoridad apenas se extiende a cinco
ciudades: Córdoba, Sevilla, Niebla, Oczonoba
y Beja. El más poderoso de los eslavos era Khairam, gobernador de Almería, que
se unió al general Alí-ibn-Hammud
para cargar contra Córdoba; mataron a Solimán. Alí reinaba ahora, medio
berberisco, fundó la dinastía Hammudita. Pretende apoyarse en los bereberes y
diezman a los andaluces de Córdoba, partidarios de los Omeyas, pero antes fue
asesinado en el baño (1018). Le sucedió su hermano Casim
(Al-Cásim al-Mamún). Los generales Khairam y Mondhic eligen a
Abderramán
IV,
que tomó el título de Mostadha marchando contra Granada. Los generales lo
abandonaron en medio de la batalla porque era demasiado altivo para resignarse
a un papel secundario y fue asesinado por emisarios de Khairan. En Córdoba
reina una cierta paz con Casim hasta que su sobrino Yaya (al-Muthal)
pasó el estrecho proveniente de Ceuta y le disputó el trono (1023). Cargado de
cadenas, Casim vivió preso en un castillo de Málaga trece años hasta que en el
1037, enterado de una posible conspiración, Yaya dio orden de estrangularlo.
Cuando recobraron los cordobeses su independencia eligieron, entre varios
pretendientes omeyas, a Abderramán V,
llamado Mostadhic, para el trono.
XVII. El joven Abderramán
además era poeta y tenía un amigo que se le parecía en muchas cosas a quien
hizo su primer ministro, Alí-ibn-Hazm
con el tiempo el sabio más grande de su época y el escritor más fecundo que
España haya producido nunca. Aquí se cuenta la historia de un amor no
correspondido que aparece en su obra titulada Tratado sobre el amor.
XVIII. Poco duró la
tranquilidad. El populacho es exaltado por Mohammed, un omeya sin instrucción.
La revuelta triunfa y es proclamado califa. Hizo buscar a Abderramán V que se
había escondido y lo hizo matar (1024). Mohammed III
tomó el título de Mostacfi. Pero también duro poco este califa que gobernó mal.
Estalló un motín en la ciudad (1025) y tuvo que huir disfrazado de mujer. Fue
envenenado por un oficial que se vio obligado a seguirlo. El Consejo de Estado
ofreció el trono al hammita Yahya al-Muthal
que residía en Málaga. Éste aceptó pero como no se fiaba de la volatilidad del
afecto de los cordobeses envió a un general suyo. Efectivamente se revolvieron
nuevamente. El Consejo dio el trono a un hermano de Abderramán IV que vivía
exiliado en Alpuente (1027). Hixem III,
un hombre viejo y sin resolución que no pudo entrar en Córdoba hasta el 1029
porque los hammitas dominaban la ciudad. Nombra primer ministro a Haquem
ibn-Said hábil pero de bajo nacimiento, lo que hizo que tuviera en contra a la
nobleza. Estos intrigaron y lo emboscaron asesinándolo (1031). Derrocan a Hixem
III y el Consejo de Estado decir abolir el califato para siempre. Hixem huyo
del castillo en que lo habían encerrado y se fue a la ciudad de Lérida (Larida en árabe), en poder de Solimán
ibn-Hud donde murió el año 1036.
BIBLIOGRAFÍA
Reinhart P. Dozy, Historia de los musulmanes de España. Tomo III,
El Califato, Editorial Turner, Madrid, 1982.
Evariste Leví- Provençal, España musulmana (711-1031). Instituciones, sociedad, cultura, Espasa Calpe, Madrid, 1982 (4ª edición).
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