(L716) Carta a mi madre (1974)

George Simenon, Carta a mi madre (1974)

George Simenon (1903-1989) no solamente es un escritor de novela negra, sino que es un estupendo escritor cuya profundidad de análisis de las relaciones humanas está a la altura de un Kafka o un Dostoievski como lo demuestra esta Lettre à ma mère.

Argumento: “Querida mamá: Hoy hace tres años y medio, aproximadamente, que moriste, a la edad de noventa y un años, y tal vez hasta ahora no haya empezado yo a conocerte.

Viví mi infancia y mi adolescencia en la misma casa que tú, contigo, y, cuando me separé de ti para trasladarme a París a la edad de diecinueve años, seguías siendo una extraña para mí.

Por lo demás, nunca te llamé «mamá», sino «madre», como tampoco llamaba «papá» a mi padre. ¿Por qué? ¿A qué se debió ese uso? Lo ignoro.

Posteriormente, hice algunos breves viajes a Lieja, pero el más largo fue el último, durante el cual asistí a tu agonía de una semana, día tras día, en el hospital de Bavière, en el que en tiempos había ayudado a misa”.

“Mientras viviste nunca nos quisimos, bien lo sabes. Los dos fingimos. Hoy, creo que cada uno de nosotros tenía una idea inexacta del otro”.

“¿Por qué has venido, Georges? Esa frase, cuando volví a pensar en ella más tarde, pues se me quedó grabada en el corazón, tal vez me explicara un poco de ti.

Te di un beso en la frente. Alguien, no sé quién, cedió su silla para ofrecérmela. Yo te miré intensamente. Creo que en toda mi vida no te había mirado de ese modo.

Me esperaba encontrar a una moribunda medio inconsciente. Volví a ver tus ojos, que ya he intentado describir, si bien debería describirlos de nuevo, pues sólo con ayuda del tiempo he llegado a comprenderlos.

¿Estarías asombrada de verme? ¿Te habrías imaginado que no iba a asistir a tu agonía y a tu entierro? ¿Me creerías indiferente, si no hostil?

Permanecimos mucho rato mirándonos. No había tristeza en tu rostro. No había sentimiento alguno que yo pudiera calificar sin riesgo de equivocarme”.

Sobre la infancia de su madre nos dice: “¿Una victoria? Tal vez. Eras la decimotercera de trece hijos. Tu padre estaba arruinado cuando naciste. Cuando él murió, tenías cinco años.

Fueron tus comienzos en la vida. Te quedaste sola con tu madre. Tus hermanas y hermanos estaban dispersos, algunos ya en el cementerio. ¡Vivíais en una vivienda modesta, más que modesta, en una calle pobre de Lieja y nunca supe de qué vivisteis, tu madre y tú, hasta que cumpliste diecinueve años, edad en que entraste de dependienta en unos grandes almacenes!”.

Comentario: hay libros en los cuales la fuerza de la figura materna en la pluma de sus hijos ha dado algunas de las mejores páginas de la literatura moderna. Me refiero a La madre (1907) de Máximo Gorki; Carta a mi madre (1975) de Silvia Plath, El libro de mi madre (2003) de René Avilés Fabila y esta Carta a mi madre (1974) de Georges Simenon que comento hoy.

Simenon cuestiona el fundamento de sus relaciones equívocas, tensas e insostenibles por su intensidad, que lo unen a su madre. Son estas relaciones, a veces dramáticas, las que dominaron la infancia y la adolescencia del escritor y las que le moldearon. Ellas son quienes no sólo lo alentaron a rechazar el tipo de familia, sociedad, civilización o cultura que encarnaba su madre, sino que también lo llevaron a irse, a huir del techo materno a una temprana edad.

Henriette, la madre de Georges Simenon era una mujer de mente cerrada e ideas fijas. Amaba a su hijo menor, Christian, al grado de que reclamaba a Georges que hubiera muerto su hermano y no él. Nunca confió en su Georges. No sólo no leía sus libros, sino que descreía de que él pudiera vivir de la literatura. Llevó una vida miserable y guardó hasta el último centavo de los que le enviaba Simenon porque estaba segura de si era un dinero mal habido.

“el mismo día tuviste otro gesto que, por un lado, me hirió mucho, pero, por otro, me obligó a admirarte. En mi despacho, me tendiste un sobre con todo el dinero que te había enviado, mes tras mes, durante más de cincuenta años. Querías ser pobre, querías asegurarte un fin digno, pero no querías deber nada a nadie, ni siquiera y menos aún a tu hijo”.

Fue una relación sin amor entre madre e hijo. Que diferente de la que yo tuve con la mía en la que todo era cariño, buenos deseos y mejores acciones. Eso tengo en mi haber y me reconforta mucho, incluso puede servir para llenar toda una vida. 

BIBLIOGRAFÍA

Juan Jiménez García, Georges Simenon. Madre e hijo, Revista Détour, 25/09/2015.

George Simenon, Carta a mi madre, Tusquets, Barcelona, 1993.

María Valcárcel, La desmesura de las obsesiones, Diario Galiciaé, 17/06/2019.

Ignacio Vidal-Folch, Simenon el excesivo, Revista Jotdown, noviembre 2023.

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