Conferencia: «Hans George Gadamer in memoriam (2002-2012)»
Intervienen en
el acto los profesores Emilio
Lledó (Sevilla, 1927) y Gianni
Vattimo (Turin, 1936). La presentación ha sido a cargo de Manuel Cruz en
la Facultad de Filosofía de la UB de Barcelona el día 8 de marzo de 2012.
Manuel Cruz (Barcelona, 1951) dice que Gadamer
es grande porque pensamos gracias a él. La huella que dejó en sus alumnos,
Emilio Lledó y Gianni Vattimo, su capacidad de ver el mundo de otra manera y
salir de ese magma imperante que es el pensamiento único.
1) ¿En qué circunstancias entraron en contacto con
Gadamer en Heidelberg?
Emilio Lledó: El futuro, a medida que uno va
madurando o verdeando (risas) los años, se convierte en memoria. Llegué a la
Universidad de Barcelona con 40 años y estuve 11 años. Si no tenemos memoria no
somos nada. Mis recuerdos de la universidad que dejé el año 1978. Recuerdo esas
esperanzas, aquella época donde latía la vida del país en aquellas aulas, la
emoción al recordar el edificio de la Plaza Universidad.
Gianni Vattimo: Yo había terminado el primer
grado de la Universidad con un estudio sobre Aristóteles y creo que conocí a
Lledó ya como bibliografía (risas). Turín era en aquel entonces un nido de filosofía
alemana. Pensaba estudiar a Adorno y la escuela de Frankfurt, pero era
demasiado moderno todavía. En 1960 empiezo a estudiar a Nietzsche en el momento
en que Heidegger publica sus dos volúmenes sobre Nietzsche.
Gadamer era un
conservador que tuvo una gran recepción entre la izquierda italiana, algunos de
sus escritos se publicaron en el diario l’Unità (1).
Gadamer era un poco narcisista, como yo. Cuando llegué a Heidelberg apenas
sabía alemán y cuando me invitó a cenar llegué un día después al no comprender
la frase “sábado tarde”. Traduzco Verdad
y Método al italiano, que es la primera traducción a una lengua extranjera
de la obra.
Emilio Lledó: Mi encuentro con Gadamer fue más
aventuresco. Había acabado en 1952 la licenciatura y el servicio militar, yo
quería huir de este país que en absoluto me gustaba. No tenía más que
entusiasmo y tristeza. Caí en Heidelberg casi por casualidad. Perdí el tren por
un problema también con el idioma, pensé que el tren llegaba y resulta que
salía y mi llegada a la ciudad se produjo con un día de retraso. Un amigo me
había preparado una habitación en una pensión. Los amigos que has querido desde
siempre son inmortales pues los revives con la memoria.
Yo era como un
niño de la postguerra española, con hambre, pesaba 53 kilos y hambre no es una
metáfora. Compensaba el hambre física con el hambre intelectual. Al llegar cogí
un taxi, esto ya lo he contado alguna que otra vez, para llegar a la pensión
que me había buscado mi amigo. El taxista conocía a Gadamer y Löwith y a dos
premios Nobel que vivían en una ciudad de no más de ciento cuarenta mil
habitantes. Antes de encontrarme con Gadamer, el tenía entonces 53 años había
nacido en 1900, había tomado clases de alemán y pasados unos meses me presenté ante
Gadamer quien se extraña y se emociona al ver a un español de Madrid que encima
quiere estudiar filosofía. Acabamos hablando en francés que él hablaba correctamente
y yo entonces dominaba mejor que el alemán. A los pocos días me consigue una beca.
Lo que más recuerdo de las clases de Gadamer era la libertad que irradiaban. A
los pocos años llegaron los inmigrantes andaluces a trabajar a Alemania. Yo
siempre he odiado ese tópico de “los andaluces vagos”. Enseñé alemán a esos
emigrantes españoles a los que se les había negado el acceso a su propia lengua.
Gianni Vattimo: Recuerdo los seminarios con diez
o quince estudiantes donde Gadamer leía La
filosofía del espíritu de Hegel. Había un estudiante negro que nunca
hablaba. Mientras traducía Verdad y
Método tuve una beca Humboldt. Con un compañero uruguayo aprendí español.
Gadamer aprende algo de italiano y ya no hablamos alemán entre nosotros. También
recuerdo el centenario del filósofo y con qué vitalidad llego. Viajó casi hasta
poco antes de su muerte. Para mí es mi modelo de vida y de muerte.
Emilio Lledó: Nadie sabía entonces lo que era la
hermenéutica. Gadamer era de una entrañabilidad fuera de lo común. Recuerdo que
íbamos a una cafetería italiana, la Fontanella, solamente por ver a la bella
Valeria. Recuerdo cuando llegué con mi mujer Montserrat Macau, más alta que yo
y que hablaba alemán desde niña. Mis amigos alemanes esperaban a una española
con peineta y mantilla. No sé muy bien qué es eso de la hermenéutica y mucho
menos el que yo sea su introductor en España.
Gadamer era un
filólogo griego que leía y comentaba a Aristóteles en su lengua original en sus
seminarios. Gadamer era un “gozador”. En Nápoles dio un curso al cual lo
acompañe como traductor, él pensaba que yo por ser latino sabría más italiano.
Después de cenar con más de noventa años nos quedamos hablando y tomando grappa hasta las tres de la madrugada, y
además diciendo él cosas lúcidas. Esta anécdota refleja un poco esa sensación
de libertad que transmitía y de alegría y rigor intelectual al mismo tiempo.
En 1962 Montse y
yo cambiamos el Neckar por el Pisuerga y siempre he dicho a mis amigos de
Valladolid que fue un duro cambio.
2.- ¿Qué ocurre con el compromiso político de
Gadamer?
Gianni Vattimo: En la biografía que han escrito
sobre él, no lo dejan muy bien (2).
Optó por Hitler en el año 1933. Gadamer me contó que siendo estudiante pasaban
un hambre atroz a consecuencia de las reparaciones de guerra que tenía que pagar
Alemania. Mojaban pan y leche y leían Guerra
y Paz para pasar el tiempo, entonces no había televisión. Abandonó pronto
el partido nazi, no sé qué fue de él durante la guerra. Políticamente fue un
conservador liberal. Pero a nivel filosófico no me interesa este tema. Gadamer
pensaba que el nazismo se transformaría en capitalismo al estilo americano y
que haría frente al comunismo. Hoy solo ha quedado un sistema.
Gadamer dijo que
“el ser que puede ser comprendido es el lenguaje”. La hermenéutica es todo.
Nietzsche dijo “No hay datos sino interpretaciones”. No sé si Gadamer lo dijo
exactamente así “El lenguaje es la casa del ser”. Gadamer no era un radical,
era un ser equilibrado, más de lo que a mí me hubiera gustado. Gadamer fue un
mal nazi que podría haber sido un buen comunista.
Emilio Lledó: Nunca quise indagar de donde venía
Gadamer, ya que sus seminarios me trasmitían una libertad que yo no había
tenido. Por la tradición histórica de España, antifranquista, éramos
antiheidegerianos, entre nosotros llamábamos papilla filosófica a la obra de
Heidegger. Con gran sorpresa descubrimos en dos conferencias que dio su profunda
preparación a parte de su ideología política.
Le debía tanto a
Gadamer que tenía miedo a descubrir algo desagradable de mi maestro. Recuerdo
en el año 52/53 una Alemania todavía en escombros. En cambio la vida
universitaria era fantástica. El entusiasmo por el aprendizaje, por las ideas,
la pasión intelectual por lo que se estudiaba y todo eso no lo podemos perder
por mucha Bolonia que nos quieran meter.
PREGUNTAS:
1.- ¿La hermenéutica es conservadora?
2.- ¿En que
coinciden entre si y en que discrepan ambos de Gadamer?
3.- ¿Cuándo
tendrá acabado, profesor Lledó, ese libro sobre la amistad que sabemos que
prepara desde hace años?
Emilio Lledó:
1.- No lo sé si
es conservadora la hermenéutica. Son prejuicios que nos ha metido en la cabeza
la educación que nos han dado prejuzgando las cosas.
2.- Yo soy
heredero de ese espíritu de libertad a través del lenguaje. En esto me siento muy
unido a Gadamer. La amistad y la memoria son las formas humanas de
inmortalidad.
3.- Como lo que
había trabajado hasta ahora parecía muy dogmático, de tipo manual, me gustaría
dar unas cuantas ideas sobre la amistad. Me está dando mucha dicha este trabajo
y espero poder acabarlo a finales de este año.
Gianni Vattimo:
1.- No he leído
demasiado sobre Gadamer y sobre la hermenéutica y no sé si es conservadora o
no.
2.- Provengo de
una idea que pretende una revolución de izquierdas con una reforma en
profundidad de la iglesia católica. No sé si liga esto mucho con el pensamiento
de Gadamer.
Comentarios
Publicar un comentario