Los mejores libros de 2017
Babelia y el
diario El País (cada vez más de
derechas) siguen promocionando a sus “intelectuales orgánicos” que con planta y
forma de transgresores siguen defendiendo el “status quo”. Lo indefendible, sin
reconocer que algo se ha hecho mal y que se ha de enmendar y no sostenerlo.
1.- BERTA ISLA (Alfaguara). Javier Marías.
Hemingway, que entendió su oficio mejor que nadie, le dijo alguna vez a Marlene
Dietrich: “No hay que confundir acción con movimiento”. En las novelas de
Javier Marías (o, por mejor decir, en los volúmenes que han ido apareciendo
desde Fiebre y lanza), la gente se mueve cada vez menos, pero cada vez pasan
más cosas. Y son todas interesantes: todas nos interpelan, nos interrogan, nos
sacuden y nos conmueven. Así en Berta
Isla, esta novela maravillosa que dialoga con Tu rostro mañana pero también con Así empieza lo malo, esta novela desengañada y a la vez generosa,
rica en peripecias y también en epifanías, introspectiva y obsesiva pero capaz
de mirar hacia fuera, hacia el mundo convulso, para escrutarlo, investigarlo y
permitirnos una comprensión que de otra forma nos estaría vedada. Por JUAN
GABRIEL VÁSQUEZ.
Para mi Marías,
aunque sé que alguna de mis amigas es fan suyo, es un escritor sobrevalorado al
que la crítica adocenada y “comprada” sigue rindiendo pleitesía. Solamente he
leído dos libros de él: Corazón tan
blanco (1992) y Los enamoramientos
(2011). Creo que ya he tenido bastante dosis.
2.- CLAVÍCULA (Anagrama). Marta Sanz. La
narradora escribe un diario de su mal, pero el diagnóstico se le resiste.
Porque Clavícula es, a la vez, una
novela de terror con el cuerpo como casa encantada, una obra coral que huye del
solipsismo del enfermo, un ambicioso análisis sociopolítico y una muestra de
escritura soberbia, de inteligencia punzante (como un dolor intercostal). Escritura
y enfermedad: el cuerpo se convierte en un complejo objeto de consumo y
afectos. Si La montaña mágica lo es
de la tuberculosis, Clavícula es la
gran novela de la menopausia, un tabú sin literatura ni diagnóstico. Y, claro,
mucho más: un libro liberador y terapéutico donde sí funcionan los remedios
homeopáticos, las dichosas catarsis, ese dolor pequeño que cura un dolor
grande. Por CARLOS PARDO.
3.- POESÍA COMPLETA (Linteo). Robert Frost.
Andrés Catalán es un infatigable traductor de poesía. Este año se han publicado
sus versiones completas de Robert Lowell y de Robert Frost. Causa emoción
encontrarse con la sencilla materia lírica y cívica, bien norteamericana, de
Frost. Catalán encaró una tarea ardua y necesaria. Frost escribió muchísimo y
debíamos tenerlo todo en español, incluso cuando no todo lo leyéramos. Son 868
páginas para hojear, detenerse, cerrar el libro, volver a él. La poesía de
Frost es un río, o un bosque, o una tierra que existe antes que nosotros (así
lo escribió él). Como a los ríos, a veces se los mira de lejos y a veces se los
navega. Imposible ignorarlos. Por BEATRIZ SARLO.
4.- TRANSICIÓN (Galaxia Gutenberg). Santos
Juliá. Una historia de qué dijeron y propusieron quienes hablaron de transición
desde antes incluso de terminada la Guerra Civil, buscando una intervención
internacional para salir de ella, a quienes a mediados de los cincuenta
comenzaron a hablar de “reconciliación” y “transición pacífica de la dictadura
a la democracia”, hasta quienes han convertido la Transición, con mayúscula
como lo fue durante un tiempo, en el “régimen del 78”. Una polifonía de voces y
textos, detenida y exhaustiva, que recompone la historia de España de los
últimos ochenta años, dándoles la voz a los protagonistas. Por MERCEDES CABRERA.
¡La transición,
ese gran engaño! ¿Cómo se puede perdonar a los asesinos e indultar a los torturadores?
(si no habían sido juzgados y condenados no se les podía indultar,
jurídicamente hablando es imposible). Santos Julià otro portador de cantos de
sirena sobre las bondades de nuestra transición. Como diría Sabina: “Qué pena
más grande, negaría el último sacramento en el mismo momento en que ella me lo
mande”.
5.- 4 3 2 1 (Seix Barral). Paul Auster.
Traducción de Benito Gómez Ibañez. Hay que haber sabido vivir para reconocer el
vértigo que produce adivinar el papel del azar en nuestras vidas. No cualquier
azar, desde luego, sino el que es posible en las condiciones más bien limitadas
de tiempo y lugar en que nos ha tocado vivir. El azar que se cuela entre
nuestras más pequeñas y banales decisiones. O en las decisiones de otros que
nos afectan sin saberlo. Estas cuatro historias posibles de Archie Ferguson, en
los Estados Unidos de los años sesenta, contadas con una prosa límpida,
constituyen a mi juicio la mejor novela de Paul Auster. Por ISABEL BURDIEL.
Se trata de un
tocho de novecientas páginas. Hay que estar muy seguro de que es muy bueno para
leerlo. Me quedo con las novelas cortas de Auster, aunque se repita más que el
ajo. Ya sabemos que el azar condiciona nuestras vidas, dejemos de martillear
con el mismo tema. Yo vivo la vida que, la decisión que tomó otra persona hace
veintitantos años, y el azar guardaron para mí. Si ella no la hubiera tomado, mi
vida sin lugar a dudas sería diferente y me atrevo a decir que hasta bastante peor de lo
que es ahora mismo. ;-)
6.- SOLENOIDE (Impedimenta). Mircea
Cărtărescu. Traducción de Marian Ochoa de Eribe. Solenoide es el inverso a un work
in progress: en vez de construirse a medida que avanza la lectura, sus
páginas van incendiándose mientras las dejamos atrás o, más precisamente, se
elevan y se pierden en el Cosmos en la extraordinaria escena final. Es el
diario de un profesor anodino en una Bucarest fantasmal y vieja, recordando su
infancia mientras espera el nacimiento de su hija, pero es sobre todo la
historia de una casa barco donde no existe ley de gravedad, las dimensiones se
superponen y cuya existencia (Tlon Uqbar
revisado) se introduce de a pocos en esa realidad mediocre transformándola en
un mundo alterno donde, como en los mejores relatos de Cartarescu, vigilia y
sueño han borrado sus fronteras. Por IVÁN THAYS.
7.- EXAMEN DE INGENIOS (Seix Barral). J. M.
Caballero Bonald. Los textos que José Manuel Caballero Bonald agavilla en
'Examen de ingenios' son mucho más que retratos o semblanzas de un notable
número de escritores y artistas contemporáneos a quienes conoció —en algún caso
de manera azarosa— o a los que trató en dilatada amistad, repleta de
confidencias y camaradería. Son también encuentros que reflejan el coloquio del
vivir sostenido en numerosos lugares y escenarios a lo largo de los años. Son
intrahistoria, de jugosas anécdotas. Son testimonio y argumento de una mirada
impar. Son expresión juiciosa y revisión crítica —nada complaciente a veces,
siempre libérrima— de grandes lecturas que nos han acompañado a todos,
examinadas por José Manuel Caballero Bonald con envidiable lucidez y una
sensibilidad finísima. Son celebración de la afinidad poética o literaria y
revelaciones estéticas. Son prosas (escritura) de impecable perfección. Por ANA
RODRÍGUEZ FISCHER.
De Bonald he
leído un libro de memorias totalmente banal, insulso, anecdótico y prescindible
titulado Tiempo de guerras perdidas
(1995).
8.- LA VIDA NEGOCIABLE (Tusquets). Luis
Landero. Tras El balcón en invierno,
novela que descarriló apenas comenzada y acabó convertida en libro de memorias,
regresa el fabulador con La vida
negociable. Landero da cuerda aquí a un charlatán cuyos sucesivos
propósitos existenciales se van ritualmente sustituyendo; o mejor, destituyendo.
Con los estigmas del pícaro hispano, este parlero incontenible no se cansa de
perseguir quimeras de segunda división, que se hacinan en una escombrera en
cuanto topan con la realidad. Es esta una historia triste, demorada en excursos
y meandros, sobre el arte de sostener una vida en las palabras que la cuentan.
De sostenerla y de asistir, al cabo, a su derrumbe. Por ÁNGEL L. PRIETO DE
PAULA.
No he leído nada
de Landero aunque quedé prendado, en su momento, de un documental precioso de
TVE Esta es mi tierra (Alburquerque,
Extremadura) (1999) que os recomiendo vivamente.
9.- LOS DIARIOS DE EMILIO RENZI III
(Anagrama). Ricardo Piglia. Un año más, y por tercero consecutivo, Los diarios de Emilio Renzi, de Ricardo
Piglia, se cuelan entre los “libros del año” de Babelia. Culmina así una de las
obras más radicalmente singulares de la literatura en español y lo hace en un
doble sentido: finaliza, pero también alcanza su punto más alto. Piglia (quien
siempre bromeó con la posibilidad de que su mejor obra fuera la secreta, estos
Diarios) revisita en esta última entrega la dictadura argentina, se extiende
hasta el presente, ofrece visiones de la excepcional inteligencia que produjo
la literatura argentina más relevante de las últimas décadas. Por PATRICIO PRON.
Ricardo Piglia
es un autor muy querido en el blog. De él he comentado varias novelas y su
necrológica ya que murió no hace mucho, víctima de una penosa enfermedad, dejándonos
sus tres volúmenes de Los Diarios de
Emilio Renzi como testamento literario y vital.
10.- CUENTOS COMPLETOS (Páginas de Espuma).
Henry James. Traducción de Eduardo Berti. Una de las cumbres del difícil arte
del cuento literario —el eterno marginado de las editoriales por su supuesta
inviabilidad comercial— se debe a la exquisita pluma de Henry James. Más de 100
piezas magistrales, de gran sutileza psicológica y finura estilística, escribió
el escritor de Boston afincado en Londres. Como encomiable y titánico hay que
calificar el esfuerzo emprendido por la editorial Páginas de Espuma, que nos
ofrece ahora el primer tomo (de tres) de los 'Cuentos completos'. Editados y
traducidos ejemplarmente por el escritor argentino Eduardo Berti, introduce a
la perfección en el actualísimo universo del “capitalismo sentimental” del
maestro James. Por CECILIA DREYMÜLLER.
Henry James es
un escritor sutil, de prosa elegante e inteligente. En el blog hemos comentado Los papeles de Aspern (1888) y la
póstuma Cartas desde Venecia (1974).
Genial, Tomás!
ResponderEliminarY coincido contigo en la valoración de Javier Marías.
Nos has dado una buena variedad de lectura. Perfecto.
Gracias, Tomás. Felices Fiestas
Un abrazo,
Adelaida
Els meus millors desitjos per les festes que ja estem a punt de celebrar.
ResponderEliminarCebrià