(L449) Cumbres borrascosas (1847)


Emily Brontë, Cumbres Borrascosas (1847)

De las tres hermanas Brontë sin lugar a dudas Emily Brontë (1818-1848) es mi preferida. El movimiento romántico tiene en ella a una de sus más enérgicas representantes. La novela que os traigo es la más famosa; la temprana muerte de su autora, de tuberculosis a los treinta años, nos privó de continuar disfrutando de su arrebatadora prosa.

Argumento: nos encontramos en el año de 1801. El señor Lockwood, buscando la tranquilidad del campo, ha alquilado “La Granja de los Tordos” al señor Heathcliff que vive en “Cumbres Borrascosas”. Este es el nombre de la morada y hace referencia a la perturbación atmosférica a la que se expone la región. Lockwood es atacado y casi mordido por una jauría de perros. El hosco Heatchcliff se disculpa y le ofrece un vaso de vino. “Vienen tan pocos huéspedes a mi casa que tengo que confesar que ni yo ni mis perros sabemos cómo recibirlos”.

A pesar de lo sucedido Lockwood decide visitarlo al cabo de unos días. Empiezan a caer unos copos de nieve. Heatchcliff lo regaña porque se podía haber perdido por las marismas. A pesar de ello lo invita a comer y a tomar el té. El visitante confunde a Catherine, la nuera de Heatchcliff, con su mujer y a Hareton Earnshaw con su hijo. No da una. Como el temporal no mengua y nadie quiere indicarle el camino de vuelta, Zillah, el ama de llaves, después de haber obedecido las indicaciones del amo, lo acompaña a la habitación de huéspedes.

En la habitación encuentra los libros anotados de una Catherine que vivió veinte años atrás. También hay un diario que empieza a leer. Esa noche tiene abundantes y desagradables pesadillas. Sueña que algo golpea la ventana, se trata de una rama. Alguien rasca el cristal. Una voz dice que se trata de Catherine Lindon, que la deje entrar, que lleva perdida veinte años por esos parajes. Lockwood da un chillido que despierta a Heathcliff quien acude a la habitación. Son las tres de la mañana. Cuando se hace de día el amo acompaña a su inquilino para que no se pierda ya que la nieve del día anterior lo cubre todo.

La señora Dean que cuida del inquilino Lockwood, hábilmente estimulada por este, empieza a contarle la historia de “Cumbres Borrascosas”. El señor Earnshow, el amo viejo, trajo de un viaje a Liverpool un pequeño gitano andrajoso que trae la discordia a la casa. Cathy y Hindley, los hijos, lo odian y aprovechan para pegarle siempre que pueden. La señora Earnshaw lo ignora. La señora Dean al principio también le hace rabiar pero lo cuida cuando tiene el sarampión.

El señor Earnshow va perdiendo vitalidad. Su esposa ha muerto hace unos años. Decide internar a su hijo Hindley para que estudie. Catherine era una niña malévola y montaraz que siempre andaba dándole a la lengua. En contrapartida era la más bella de toda la comarca. A los funerales del señor Earnshow vino Hindley con su esposa Frances, de frágil salud. Hindley sigue ignorando a Heathcliff y Catherine quienes vagan por los campos medio salvajes. Catherine se queda en casa de los Linton durante unas cinco semanas a causa de un accidente. Allí hace amistad con Isabella y Edgar los hijos de los amos. De vuelta a su casa se encuentra a Heathcliff más huraño ante lo estirada que se ha vuelto la muchacha.

La señora Dean le pregunta a Lockwood si no lo estará aburriendo y este, totalmente ensimismado en la historia, le pide que prosiga al menos un par de horas más. 

Frances la mujer de Hindley ha muerto pocos meses después de dar a luz al pequeño Hareton. La desesperación y la soledad hacen que Hindley vague como alma en pena por los páramos y se dedique a emborracharse.

La joven Catherine reparte sus atenciones entre el señorito Edgar Linton y el salvaje y arisco Heathcliff. De cada uno le atrae una parte. Los modales, la educación, la conversación y el dinero de Edgar y la fuerza indómita de la naturaleza y de la vida de Heathcliff. Edgar la pide en matrimonio pero ella no es feliz porque se siente más próxima a Heathcliff.

“Mis grandes sufrimientos en este mundo han sido los sufrimientos de Heathcliff, los he visto y sentido cada uno desde el principio. El gran pensamiento de mi vida es él. Si todo pereciera y él quedara, yo seguiría existiendo, y si todo quedara y él desapareciera, el mundo me sería del todo extraño, no parecería que soy parte de él. Mi amor por Linton es como el follaje de los bosques: el tiempo lo cambiará, yo ya sé que el invierno muda los árboles. Mi amor por Heathcliff se parece a las eternas rocas profundas, es fuente de escaso placer profundo, pero necesario.”

Comentario: Cumbres Borrascosas no es solamente una novela romántica. La historia es excelente, los personajes son tan odiosos, testarudos y caprichosos como el inhóspito clima del lugar. Es una historia de odio, deslealtad y venganza. “Sólo en una circunstancia podría perdonarle –dice Isabella de Heathcliff–, y es que me pague ojo por ojo y diente por diente por cada agonía a la que me ha sometido, devolverle otra exactamente igual”. (p. 218)

Lockwood parece ser el primer narrador, pero nos damos cuenta que no es un narrador fiable ya que es un ser débil quien ante la posibilidad de un compromiso con una muchacha, en su vida pasada, huye. La señora Dean será la auténtica narradora, eso sí, tamizada por la visión de Lockwood. Ella ha vivido los acontecimientos en “Cumbres Borrascosas” y cuenta la historia lo más fidedignamente que puede. Cuando ella no ha estado presente se lo ha contado la sirvienta Zillah o la señora Isabella.

Lockwood tiene asignado un papel lleno de confusiones para realzar las diferencias del norte con respecto al sur. Esta falta de adaptación es la razón para rechazar los beneficios que le pudiera ofrecer los páramos y, como consecuencia, rechaza vivir en “Cumbres Borrascosas”. Su lugar está en el sur. “Pertenezco al mundanal ruido, y a su reclamo debo volver”. (p. 296)

El ambiente de esos parajes y la brutalidad de Heathcliff transforma a todos los personajes incluso a la refinada Isabella: “Preferiría sentarme con Hindley y oír su terrible conversación que con el “amito” y su firme defensor, ¡ese viejo asqueroso!”. (p. 211)

El gran problema para que Catherine, en su momento, y luego más tarde Isabella no puedan casarse con Heathcliff es que es un bastardo. “Su hermano, que la quería con locura, estaba pasmada ante semejante inclinación. Dejando a un lado el escarnio que suponía la alianza con un hombre sin apellido, y la posibilidad de que sus propiedades, en defecto de un heredero varón, pudieran quedar en manos del esposo”. (p. 133)

Sobre los orígenes de Heathcliff no sabemos nada ¿No sería un hijo natural del viejo Earnshaw? Tal vez por eso lo protege y quiere tanto o más que a sus hijos legítimos. No hay datos al respecto porque el hecho ocurrió –si es que hubo una relación extra matrimonial y nació un bastardo– fuera de “Cumbres Borrascosas”.

Destaco la importancia que tiene el espacio físico en la novela. El mundo comienza y termina en esas tierras frías y solitarias en donde el paisaje tiene un rol protagonista y se convierte en un elemento determinante de la ficción. Cuando alguno de los personajes se aleja de sus límites, el narrador lo margina e ignora, pierde peso específico, al punto de evaporarse en el horizonte. La claustrofobia del espacio físico conduce a la endogamia de los personajes, pues se casan entre primos, ya que no se relacionan con nadie más.

BIBLIOGRAFÍA

Emily Brontë, Cumbres Borrascosas, Siruela, Madrid, 2007.

Liliana Costa, Cumbres Borrascosas, 13/12/2011. Blog.

Winifred Gerin, Emily Brontë, Ediciones Atalanta, Madrid, 2008.

Carmen Mañana, Las Brontë no eran tan modosas como se las pinta, El País, 04/01/2020.

Antonio Martínez Asensio, Un libro una hora: Cumbres borrascosas, Cadena Ser, 11/10/2020. (Añadido 06/11/2022).

Comentarios

  1. Un clàssic que sempre torna a emocionar quan el rellegeixes...

    Ana C. (Ponent)

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  2. A mi també em venen ganes de tornar-la a llegir!
    Curiosament, durant el confinament, he llegir la Charlotte (Brontë) que no havia llegit: El profesor i Villette. Jane Eyre els passa la mà per la cara. Em quedaria per llegir Shirley, però...no crec que m'hi animi, de moment!

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