(L467) Marianela (1878)
Retrato de Benito Pérez Galdós (1894) por Joaquín Sorolla |
El Club de lectura me ha
proporcionado la ocasión de leer una nueva novela del gran escritor Benito Pérez
Galdós (1843-1920), uno de nuestros clásicos más interesantes del siglo XIX. Sigo, por pereza, sin echarle diente a su obra principal.
Todo llegará a su debido tiempo.
Argumento: el
doctor Teodoro Golfín camina por el campo buscando las minas de Socartes donde
espera poder abrazar a su hermano Carlos. Después de mucho caminar oye la voz
de una muchacha que canta a lo lejos. Perdido por los campos encuentra a un
muchacho ciego que lo guiará hasta las oficinas de la mina.
La chica que cantaba era
Nela, una muchacha que hace las veces de lazarillo del ciego. Llegan a unas
casas blancas y allí Nela, que es una chiquilla, lo acompaña hasta las oficinas
donde lo espera su hermano, Carlos Golfin, el ingeniero de esas minas. Aunque Nela
tiene dieciséis años y está bien proporcionada, está algo retrasadilla en su desarrollo, su
cuerpo parece el de una niña de doce. No tiene padre ni madre y hace de
lazarillo de Pablo, el muchacho ciego. La joven vive en casa del capataz
Centeno, su mujer Señana y sus cuatro hijos: Mariuca, la Pepina, el Tanasio y
el pequeño Cepelín. Todos ellos parecen de luces cortas menos la madre, la gobernadora,
que recoge el jornal de todos administrándolo sin dar a cambio demasiadas
comodidades a los hijos, pero no afloja porque no se quejan ni muestran deseos
de emanciparse.
"Si este trato recibían
los hijos cual no recibiría Nela, que por la endeblez de su constitución no podía
aportar un jornal. Recibía el mismo tipo de comida sobrante que el gato, pero
éste recibía halagos y mimos de vez en cuando."
Don Francisco Pénaguilas
es el padre de Pedro, el chico ciego. Es respetado y tiene un inmejorable carácter,
“honrado y magnánimo y no falto de instrucción”. Había estado de joven en
América y regresó sin fortuna sirviendo en la Guardia Civil. Retirado heredó
una hacienda y luego otra mayor. Su esposa murió joven dejándole un solo hijo
que al poco de nacer se demostró que era ciego. “Esta fue la pena que amargó
los días del buen padre”.
Nela va a buscar a Pedro
para pasear. “Que estoy en el mundo para ser tu lazarillo, que mis ojos no
servirían para nada si no sirvieran para guiarte y decirte cómo son todas las
hermosuras de la tierra”. En el campo y en la naturaleza los jóvenes son
felices. Él la cree bonita, de esa única belleza que concibe el alma de un
ciego, pero ella se sabe fea y motivo de burla de las gentes. La visita del
doctor Teodoro Golfin hace que se conciba alguna esperanza en que el joven
Pedro pueda recuperar la vista, surgiendo los temores de Nela…
Comentario:
una advertencia para los nuevos lectores. Que la obra sea un clásico no le da
derecho a la editorial a reventar el argumento y explicar el final en la
contraportada. Así que si la vais a leer en la edición de Alianza Editorial por favor no leer la
contraportada.
La narrativa de Marianela es fluida, agradable de leer, con
descripciones precisas y de una gran hermosura: “Era un hombre de mediana edad,
de complexión recia, buena talla, ancho de espaldas, resuelto de ademanes,
firme de andadura, basto de facciones, de mirar osado y vivo, ligero a pesar de
su regular obesidad y (dígase de una vez, aunque sea prematuro) excelente
persona por doquiera que se le mirara.”
En Marianela, hay una acusación
directa a la sociedad, pues Galdós denuncia ese mundo de pobres, miserables y
desfavorecidos, carentes de todo, que viven sin familia y son criados como las
peores bestias. El recuerdo del pícaro de la literatura clásica está presente a
lo largo de la novela, concretamente en la persona de la protagonista y en los
hermanos Golfines.
Galdós, en esta novela,
ataca la falsa piedad de los ricos y sus obras de caridad, hecha para el divertimento
de su clase y pone en boca de Florentina, prima de Pablo, las ideas socialistas
del reparto de la riqueza de los ricos. Para el médico Teodoro Golfín, la falta
de formación, atención y salubridad es la que ocasiona el estado de extrema
necesidad de Nela convirtiéndola en una pequeña salvaje por civilizar. La
descripción del campo y sus bellezas le dan a la obra un cierto aire de
naturalismo a lo Zola.
Los dos hermanos Golfín
son seres hechos a sí mismos que han surgido de la nada por su voluntad de
mejorar, de progresar. Aquí menciona Galdós las teorías, tan en boga en su
época, de Darwin de “la lucha por la existencia”.
Marianela
es un agradable y ameno ejercicio lector a la espera de acometer la lectura de Fortunata y Jacinta (1886-87) y de
seguir leyendo algunos de sus interesantes Episodios
Naciones (1873-1912).
BIBLIOGRAFÍA
Antonio Martínez Asensio, Un libro una hora: Marianela, Cadena Ser, 09/02/2020. (Añadido el 06/11/2022).
Trinis Antonietta Messina
Fajardo, Nombres y
símbolos en Marianela de Benito Pérez Galdós, Castilla. Estudios
de Literatura, 1 (2010): 72-90. ISSN 1989-7383.
Benito Pérez Galdós, Marianela, Alianza Editorial, Madrid, 2006 (9ª edición). (Fragmentos páginas 7-8, 77, 119, 123, 174, 222).
¡Qué bueno es Galdós! Estos autores clásicos siguen siendo actuales. La leí de joven, la tengo que rescatar de la biblioteca y volverla a leer. Un abrazo.
ResponderEliminarAdelaida