(L559) El hombre invisible (1897)
H.G. Wells, El hombres invisible (1897)
Hay clásicos que hemos
visto infinidad de veces en el cine y en la televisión pero que no hemos leído.
A todos nos ha ocurrido así que voy a subsanar el tema por lo menos en lo que a
mí respecta. H. G. Wells (1866-1946)
el gran autor clásico de la ciencia-ficción británica tiene bastantes obras que
han sido adaptadas al cine con bastante buena fortuna. Hoy os traigo una de
ellas.
Argumento: un
forastero (Griffin) llega caminando desde la estación de ferrocarril de
Bramblehurst a la fonda del pueblo (Iping) donde pide una habitación. Estamos
en el mes de febrero y está nevando. Mrs. Hall quedó sorprendida al ver al
forastero:
“tenía la parte inferior
de la cara cubierta por una servilleta blanca. Por eso su voz se oía tan apagada. Sin embargo, no era esto sólo lo que hizo que Mrs. Hall se quedase
boquiabierta. Toda la cara de aquel hombre, salvo la punta de su nariz y sus
ojos ocultos por las gafas oscuras, estaba también cubierta por una larga venda
blanca. Llevaba puesta una chaqueta de terciopelo marrón oscuro, con un cuello
alto, forrado de tela negra, que mantenía levantado; el pelo negro que aparecía
entre la venda, le daba un aspecto de lo más extraño”.
Ha dejado su equipaje en
la estación y pide que alguien se lo traiga lo antes posible. Dice ser
científico y que debe proseguir sus investigaciones. Mrs. Hall deduce que al ir
todo vendado habrá sufrido algún accidente. “Al día siguiente le trajeron su
equipaje. Era realmente extraordinario; había un par de baúles, como se podía
esperar de un hombre de su condición, pero además una caja llena de libros
enormes., algunos de ellos llenos de una escritura inteligible y una docena o
más de pequeñas cajas llenas de botellas y recipientes de cristal, embalados
con paja; según explicó Hall, que impacientemente se había puesto a curiosear
con el dueño de la carreta”.
Un personaje tan
extraordinario se convirtió enseguida en el tema de conversación del pueblo. Había
multitud de opiniones sobre lo que realmente estaba haciendo el extranjero. Lo
que era un hecho indiscutible era que nadie en Iping le tenía la menor
simpatía. Cuss, el médico del pueblo, sentía una enorme curiosidad. El hecho de
que tuviera la cara vendada le interesaba profesionalmente, además se moría de
envidia por saber en qué está investigado, por lo que decide ir a verlo.
Después de una corta conversación, al ir el forastero a recoger una receta del
suelo, Cuss cree ver que no tiene brazo dentro de la manga. Le golpea la manga
sintiendo la dureza del brazo y huye despavorido. Se dirige a casa del Vicario,
Mr. Bunting, a quién le explica lo sucedido…
Comentario:
ágil, fluida e interesante novela, me resultó ideal para pasar un par de buenas
tardes del asqueroso confinamiento por el Covid-19. Su prosa no es complicada y
el autor hace que a través de unas gotas de misterio, y bastante acción, entres fácilmente dentro de la historia.
“Desde siempre, inspira
más miedo aquello que no vemos que lo que sí podemos ver. Un espía, un asesino
invisible, alguien que ni siquiera arrastra sombra… Un ser que es capaz de
observarnos y acabar con nosotros antes de que podamos darnos cuenta de qué nos
ha golpeado. Tal es el temor capaz de inspirar un hombre invisible. Y es con lo
que Wells jugó en su obra, en la línea de grandes retratos literarios de
científicos locos que se remonta al Víctor
Frankenstein (1818) de Mary Shelley, el prototipo del hombre que se aísla
de sus iguales para seguir un ambicioso proyecto y, en el proceso, pierde su
humanidad, desatando fuerzas que no puede entender ni controlar”.
Es divertida la crítica
que hace Wells de sus conciudadanos. “Como siempre ocurre en un país anglosajón
lo que se hizo allí fue discutir, pero nadie se decidía a actuar”.
¿Cuál es la fascinación que
tiene el ser invisibles? Lo que nos hubiera gustado a todos ser cuando éramos
niños. El mismo protagonista nos lo dice: “Al salir a la calle empecé a darme
cuenta de la extraordinaria ventaja que me daba ser invisible. Tenía la cabeza
llena de ideas sobre la cantidad de cosas que a partir de aquel momento podía
hacer impunemente”. (…) “Podía hacer cualquier cosa; no tenía que hacer más que
sacarme la ropa y desaparecer. Nadie me podría atrapar. Podía coger dinero
donde lo viera”.
Pero el ser invisible
tiene una desventaja: “Sin duda alguna, el ser invisible facilita conseguir
alguno de estos deseos, pero luego hacía imposible disfrutarlos una vez se
tenían". Como una especie de nuevo rey Midas, el protagonista no puede
disfrutar del poder adquirido.
Es un libro se plantea
una serie de valores éticos y critica la dicotomía ciencia-moral; planteándose
el peligro que conlleva emplear, sin pizca de ética, los avances científicos y nos deja ver las nefastas consecuencias del abuso de tal poder. Una de las
preguntas esenciales es si el ser humano es capaz de dominar la ciencia sin
perder parte de su moral o educación por el camino. Otra pregunta sería si el
ser humano ha de hacer todo lo que la ciencia le permite hacer o debería
abstenerse de ello. Uno de los ejemplos más actuales y preocupantes es el campo de la ingeniería genética.
De H.G. Wells también se
pueden leer otras estupendas novelas clásicas como La máquina del tiempo (1895); La
isla del Dr. Moreau (1896) o la mundialmente famosa La guerra de los mundos (1898).
BIBLIOGRAFÍA
Antonio Martínez Asensio,
'El
hombre invisible', un mito moderno, Cadena Ser, Una hora un libro,
15/03/2020.
H.G. Wells, El hombre invisible, Planeta, Barcelona, 1985.
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