(L565) Mujeres (1978)
Charles Bukowski, Mujeres (1978)
Tercera novela de Charles
Bukowski (1920-1994) que comento en el blog. Me he
aficionado a sus aventuras y a ese desparpajo que tiene para contar cosas que
podían ser dramáticas pero que vistas a través del tamiz de sus ojos y de su prosa
no dejan de parecernos divertidas y también profundas.
Argumento: Henry
Chinaski acaba de dejar su trabajo en correos y escribe su primera novela. Nos cuenta
cómo conoció a Lydia Vance. “Tenía una larga cabellera castaña, nariz
prominente y uno de sus ojos no acababa de conciliarse con el otro. Pero
proyectaba vitalidad –una de esas personas que no pueden pasar desapercibidas.
Sentí correr vibraciones entre nosotros. Algunas eran confusas y no parecían
buenas vibraciones, pero allí estaban”.
Ella le propone esculpir
su cabeza por lo que acude varios días a su casa. Sabemos qué le gustó a Lydia
de Henry: “–La primera cosa que me gustó de ti –dijo Lydia–, fue que no tuvieras
televisión en tu casa. Mi ex marido se pasaba todas las noches y todos los
fines de semana viendo la televisión. Hasta teníamos que supeditar el sexo a
los horarios de televisión. (...) –Otra cosa que me gustó de tu casa fue que
estaba guarra, con botellas de cerveza por todo el suelo y montones de basura
por todas partes. Platos sucios, manchas de mierda en el retrete, costras en la
bañera, todas esas cuchillas de afeitar oxidadas tiradas por el lavabo. Supe
que serías capaz de comerme el coño. –Juzgas a los hombres según su entorno,
¿no? –En efecto. Cuando veo a un hombre con una casa limpia, sé que hay algo en
él que no funciona. Y si está demasiado arreglada, es que es marica”.
Lydia había pasado un
tiempo en un manicomio. A veces tiene unos arranques de furia tremendos y cuando
lo abandonaba y Chinaski se liaba con otra mujer, ella volvía y la echaba a golpes.
Su nueva fama literaria
le granjea la oportunidad de volver a relacionarse en el plano sexual con ellas:
la mayoría son jóvenes, solteras, separadas, drogadictas, prostitutas,
excéntricas, desequilibradas, siendo un muestrario de personalidades de lo más variado.
“Yo era por naturaleza un
solitario, me contentaba simplemente con vivir con una mujer, comer con ella,
dormir con ella y dar algún paseo con ella. No quería conversación, ni ir a
ninguna parte que no fueran el hipódromo o los combates de boxeo. No entendía
la televisión. Me resultaba estúpido pagar para ir a ver una película o al
teatro y sentarme junto a otra gente para compartir sus emociones. Las fiestas
me ponían enfermo. Odiaba la comedieta, el juego sucio, el flirteo, los
borrachos aficionados, los coñazos”.
“Ese es el problema con
la bebida, pensé, mientras me servía un trago. Si ocurre algo malo, bebes para
olvidarlo; si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo; y si no pasa nada,
bebes para que pase algo”.
“Mujeres: me gustaban los
colores de sus ropas, su manera de nadar, la crueldad de algunos rostros, de
vez en cuando la belleza casi pura de una cara, total y encantadoramente
femenina. Estaban por encima de nosotros, planeaban mejor y se organizaban
mejor. Mientras los hombres veían el fútbol o bebían cerveza o jugaban a los
bolos, ellas, las mujeres, pensaban en nosotros, concentrándose, estudiando,
decidiendo, si aceptarnos, descartarnos, cambiarnos, matarnos o simplemente
abandonarnos. Al final no importaba, hicieran lo que hicieran, acabábamos locos
y solos”.
Comentario:
después de la prometedora Cartero
(1971) y de la decepcionante Factotum
(1975), su prosa toma nuevos bríos con Mujeres
(1978). Bukowski en estado puro: gamberro, mujeriego y borrachín no deja de
sacarnos una sonrisa con sus aventuras con las mujeres que son, como podéis
adivinar, de lo más variopinto.
Bukowski es el último escritor
maldito de la literatura norteamericana. No está tan claro que sea para todas
las edades, o guste por igual cuando se es adolescente o ya con más años. Para
cierto aprendiz de escritor fue un mito a emular, un Rimbaud del siglo XX que
se reía del Sistema, aunque ese Sistema le diera la espalda. O quizá
precisamente por eso gustaba tanto. «Moriré incomprendido pero fiel a mí».
Incluso podemos encontrar
en su prosa aires existencialistas: “Me senté a mirar el reloj. Era como si
estuviera trabajando en la oficina de correos otra vez. El tiempo no
transcurría en tanto la existencia se iba transformando en algo insoportable”.
“Me alegraba de no estar
enamorado, de no ser feliz con el mundo. Me gustaba estar en desacuerdo con
todo. La gente enamorada a menudo se ponía cortante, peligrosa. Perdían su
sentido de la perspectiva. Perdían su sentido del humor. Se ponían nerviosos,
psicóticos, aburridos. Incluso de convertían en asesinos”.
También está lleno de
pesimismo: “Había tanta tristeza en todas las cosas, incluso cuando las cosas
iban bien”. A pesar de que el libro pueda parecer a primera vista una sucesión
de relaciones y aventuras, para mí es un largo poema sobre el amor y la
soledad.
BIBLIOGRAFÍA
Charles Bukowski, Mujeres, Anagrama, Barcelona, 2019.
Mariana Hernández, Carlos
Velázquez, Bernardo Esquinca, Ángel Tejerín, Lluïsa Matarrodona, Literatura
salvaje. 100 años de Bukowski, Anagrama, 13/10/2020.
Alessandro Leone, Charles Bukowski explicado por las
mujeres de su vida, El País, 16/08/2020.
Bernat Pivot, Charles
Bukowski, Apostrophes, Francia,
22/09/1978.
Rafael Ruiz Pleguezuelos,
Defensa de Arrabal y Bukowski (o el
derecho a repetir un escándalo), Revista Jot Down, Mayo
2016.
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