(L591) Fedón o sobre el alma (387 a. C.)
Platón, Fedón o sobre el alma (387 a. C.)
Un clásico de la
filosofía que tuvo tanta influencia que sirvió de andamiaje de la estructura intelectual
del cristianismo. Platón (427-347 a. C.),
discípulo del gran Sócrates (469-399 a. C.) nos intenta convencer en este diálogo
sobre la inmoralidad del alma y su superioridad frente al cuerpo, corrupto y
perecedero.
Personajes que
intervienen:
EQUÉCRATES, pitagórico de
Fliunte, Corintio.
FEDÓN,
narrador que asistió al juicio y muerte de Sócrates. Le explica a Equécrates lo
que sucedió y la conversación que tuvieron el último día de la vida de
Sócrates.
Estaban presentes los
discípulos:
APOLODORO, mencionado en
el Banquete y en la Apología.
ESQUINES, el socrático.
ANTÍSTENES, fundador de
la escuela cínica.
HERMÓGENES, uno de los
dialogantes del Crátilo.
CTESIPO, mencionado en Eutidemo y en el Lisis.
CRITÓN, al que conocemos
por el diálogo que lleva su nombre. (Critón
o el deber del ciudadano).
CRITOBULO, hijo del
anterior.
MENÉXENO, lleva el nombre
de otro diálogo platónico.
SOCRÁTES,
en su último día de vida se dedica a conversar, con sus amigos, sobre la
inmortalidad del alma.
JANTIPA, esposa de
Sócrates que está con un niño pequeño y a la que hacen salir.
EMISARIO de los 11 de
Atenas (Tribunal que condenó a muerte a Sócrates).
PLATÓN, ese día estaba
enfermo y no asistió.
Algunos forasteros:
CEBES
y SIMMIAS, pitagóricos de Tebas que llevan el peso de las
objeciones contra las argumentaciones de Sócrates.
FEDONDAS y TERPSIÓN, de
los que no se sabe nada.
EUCLIDES de Mégara.
Filósofo dialéctico de corte parménido.
ARISTIPO, filósofo
hedonista que no estuvo presente.
CLEÓMBROTO de Ambracia,
tampoco estuvo. Se cuenta la anécdota que tras leer el Fedón se suicidó. No sabemos si convencido de la inmortalidad del
alma o por el remordimiento de no haber asistido a tan famoso coloquio. (Calímaco,
Epigramas, 25).
Sócrates examina relatos
(mythologeîn) acerca del viaje al
Hades. “Además, tal vez es de lo más conveniente para quien va emigrar hacia
allí ponerse a examinar y a relatar mitos acerca del viaje hacia ese lugar, de
qué clase suponemos que es. ¿Pues qué otra cosa podría hacer uno en el tiempo
que queda hasta la puesta del sol?” (61e)
“Ahora ya quiero daros a
vosotros, mis jueces, la razón de por qué me resulta lógico que un hombre que
de verdad ha dedicado su vida a la filosofía en trance de morir tenga valor y
esté bien esperanzado de que allá va a obtener los mayores bienes, una vez que
muera”. (64a) – “¿Acaso es otra cosa que la separación del alma del cuerpo? ¿Y
el estar muerto es esto: que el cuerpo esté solo en sí mismo, separado del
alma, y el alma se queda sola en sí misma separada de cuerpo? ¿Acaso la muerte
no es otra cosa sino esto?” (64c)
El filósofo se ocupa del
alma: “– ¿Es que no está claro, desde un principio, que el filósofo libera su
alma al máximo de la vinculación con el cuerpo, muy a diferencia de los demás
hombres?” (65a) El alma es separada de los sentidos. “Liberada del cuerpo como
de unas cadenas”. (67d)
“Los que de verdad
filosofan, Simmias, se ejercitan en morir, y el estar muertos es para estos
individuos mínimamente temible”. (67e) “–Por lo tanto, eso será un testimonio suficiente
para ti –dijo–, de que un hombre a quien veas irritarse por ir a morir, ése no
es un filósofo, sino algún amigo del cuerpo. Y ese mismo será seguramente amigo
también de las riquezas y de los honores, sea de una de esas cosas o de ambas”.
(68c)
“el aprender no es
realmente otra cosa sino recordar” (...) Y eso es imposible, a menos que
nuestra alma haya existido en algún lugar antes de llegar a existir en forma
humana. De modo que también por ahí parece que el alma es algo inmortal”. (73a)
“Si existen las cosas de que siempre hablamos, lo bello y lo bueno y toda la
realidad de esa clase y a ella referimos todos los datos de nuestros sentidos,
y hallamos que es una realidad nuestra subsistente de antes y estas cosas las
imaginamos de acuerdo con ella, es necesario que, así como esas cosas existen,
también exista nuestra alma antes de que nosotros estemos en vida”. (76e) “El
alma es afín a lo invisible y el cuerpo a lo visible”. (79b)
“–Examina, pues, Cebes
–dijo–, si de todo lo dicho se nos deduce esto: que el alma es lo más semejante
a lo divino, inmortal, inteligible, uniforme, indisoluble y que está siempre
idéntico consigo mismo, mientras que, a su vez, el cuerpo es lo más semejante a
lo humano, mortal, multiforme, irracional, soluble y que nunca está idéntico a
sí mismo”. (80b)
“–Por lo tanto, ¿estando
en tal condición, se va hacia lo que es semejante a ella, lo invisible, lo
divino, inmortal y sabio, y al llegar allí está a su alcance ser feliz,
apartada de errores, insensateces, terrores, pasiones salvajes, y de todos los
demás males humanos, como se dice de los iniciados en los misterios, para pasar
de verdad el resto del tiempo en compañía de los dioses?”. (81a) “–Sin embargo,
a la estirpe de los dioses no es lícito que tenga acceso quien haya partido sin
haber filosofado y no esté enteramente puro, sino tan sólo el amante del saber
(philósophos). Así que, por tales
razones, camaradas Simmias y Cebes, los filósofos de verdad rechazan todas las
pasiones del cuerpo y se mantienen sobrios y no ceden ante ellas, y no por
temor a la ruina económica y a la pobreza, como la mayoría y los codiciosos. Y
tampoco es que, de otro lado, sientan miedo de la deshonra y el desprestigio de
la miseria, como los ávidos de poder y de honores, y por ello luego se abstiene
de esas cosas”. (82c)
“Pero oyendo en cierta
ocasión a uno que leía de un libro, según dijo, de Anaxágoras, y que afirmaba
que es la mente lo que lo ordena todo y es la causa de todo, me sentí muy
contento con esa causa”. (97c)
“Si lo inmortal es imperecedero,
es imposible que el alma, cuando la muerte se abata sobre ella, perezca. Pues,
de acuerdo con lo dicho antes, no aceptará la muerte ni se quedará muerta”.
(106b) “–Y cuando lo inmortal es también indestructible, ¿qué otra cosa sería
el alma, si es que es inmortal, sino indestructible? (...) –Al sobrevenirle
entonces al ser humano la muerte, según parece, lo mortal en él muere, pero lo
inmortal se va y se aleja, salvo e indestructible, cediendo el lugar a la
muerte”. (106e)
Comentario: Platón
construyó un sistema filosófico propio, que se funda en la llamada “teoría de
las ideas”, con una ética y una política subordinadas a una concepción
metafísica idealista del universo y del destino humano. Atrás quedan las
discusiones socráticas con los grandes y pequeños sofistas, el viaje a Sicilia,
con su amarga experiencia, y la fundada Academia. La figura del maestro
Sócrates es ya portavoz de pensamientos y tesis de Platón.
Encontramos en el Fedón, como se ha señalado, un divorcio
casi completo, entre el alma y el cuerpo. Con el que no estoy de acuerdo en
absoluto. Esa extrema contraposición es más un punto de partida que una
elaboración propia. Sócrates no se pregunta inicialmente qué es el alma, sino
que parte de una concepción, admitida por sus interlocutores, de que el alma se
separa o se “desembaraza” del cuerpo en el momento de la muerte. Hay, pues, una
admisión infundada de una cierta concepción de la psyché como lo espiritual, lo racional y lo vital, frente al
cuerpo, sôma, recipiente sensorial y
perecedero del conjunto que es el ser humano vivo. Al cuerpo se le adjudican
las torpezas del conocimiento sensible y, además, los apetitos y tensiones
pasionales, mientras que el alma está concebida como la parte noble del
organismo.
Hay una gradación en las
pruebas presentadas para demostrar la inmortalidad del alma. Del argumento del
ciclo al de la reminiscencia, de la reminiscencia al parentesco del alma con
las Ideas, de la simplicidad del alma a la incompatibilidad de los contrarios,
aumenta, según la intención de Platón, la certidumbre y la fuerza probatoria.
La composición del Fedón, es muy clara y equilibrada. El
narrador, Fedón, testigo presencial de la larga conversación en el último día
de vida Sócrates, cuenta el coloquio a Equécrates, natural y vecino de Fliunte.
Éste interrumpe la narración en dos momentos (88c y 102a), manifestando sus
emociones ante lo narrado. En el diálogo propio intervienen junto a Sócrates
dos interlocutores, Simmias y Cebes. Este número de dialogantes, tres, es
frecuente en los coloquios platónicos, como en las escenas de la tragedia
ateniense. Al contar con un narrador, Platón puede ofrecernos un comentario de
las escenas de prisión, y de la emocionada actitud de los discípulos y amigos
de Sócrates ante su serenidad de la despedida final.
Combinando elementos
tradicionales homéricos, rasgos de las iniciaciones órficas, creencias
populares, y trazos de la cosmología jónica y pitagórica, con algunas
pinceladas propias, Platón traza una fantástica pintura del mundo subterráneo
con un mágico colorido.
Para finalizar me queda
la tristeza de haber “asistido” a la muerte de Sócrates, el mejor hombre de
Atenas, el más inteligente, el más justo (“es casi la hora de que me encamine
al baño. Pues me parece que es mejor que me bañe y beba luego el veneno para no
dejar a las mujeres el trabajo de lavar un cadáver”). (115a). Me quedo pensando
qué jueces fueron aquellos que lo condenaron a morir “por no reconocer a los
dioses atenienses y corromper a la juventud”. La democracia es sumamente
imperfecta pero no por ello nos vamos a lanzar en brazos de los treinta tiranos
de turno. Es nuestra labor de ciudadanos el hacerla un poco mejor cada día.
BIBLIOGRAFÍA
Daniel Brito García, La areté como kátharsis en el Fedón.
Formulación y proyecciones éticas en la obra de Platón,
Byzantion nea hellás, no. 33 Santiago de Chile, nov. 2014.
Héctor Andrés Loreto de
Vázquez, Ensayo analítico sobre las
demostraciones de la inmortalidad del alma en el Fedón de Platón,
Revista Reflexiones Marginales, Latindex, 31/07/2018.
Jenofonte, Recuerdos de Sócrates,
Editorial Gredos, Madrid, 1993.
Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres, Omega,
Barcelona, 2003. (Sobre Sócrates: Libro II, 57; sobre Platón: Libro III, 105).
Platón, Diálogos. Obra completa en 9 volúmenes.
Volumen III: Fedón. Banquete. Fedro, Editorial Gredos, Madrid, 1997. (3º
edición).
Roberto Rivadeneyra, Inmortalidad y eternidad. ¿Qué
pretende demostrar Platón en el Argumento Final de Fedón?,
Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida. Año 13, Núm. 25,
enero-junio, 2021, ISSN: 2007-9699.
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