(L592) Panza de burro (2020)

Andrea Abreu, Panza de burro (2020)

Últimamente me interesa la literatura española, escrita por mujer y joven. Por este motivo estoy leyendo a varias autoras que os traeré al blog y que tienen en común, además de lo dicho anteriormente, la particularidad de ser excéntricas, es decir fuera del centro, lejos de las grandes ciudades dominantes en el mundo de la cultura como son Madrid y Barcelona.

Empiezo por la jovencísima Andrea Abreu (Icod de los Vinos, Santa Cruz de Tenerife, 1995) quien con este su primer libro y ese habla canaria suya y de sus abuelas, tan rica y sugerente, ha sido toda una sorpresa literaria y me ayudó a distraerme en el pasado período de confinamiento.

Argumento: la narradora y su amiga Isora son dos niñas que viven en medio del monte, lejos de la playa. En verano no van a poder salir del barrio. Isora es una gran comedora que luego vomita lo que come. Doña Carmen era una mujer generosa que se olvidaba de todas las cosas. “Le gustaba que Isora la visitara. Vivía por debajo de la iglesia, en una casita de piedras pintadas de blanco con la puerta pintada de verde y las tejas viejas y llenas de mujo y de lagartos y de lonas de zapatos viejos traídos de Caracas, Venezuela, y de verodes grandes como arbolitos”.

Isora no tiene madre, vive con su tía Chuchi y con su abuela Chela a quien odia. “A la abuela de Isora le encantaba explicarnos a todas las niñas cosas sobre la gordura. O sobre la flacura, más bien. Para estar flaca hay que comer de un plato más pequeño, decía, y para estar flaca hay que comer menos papas fritas, y una papa frita es como comerse dos papas guisadas, y lo que tienen que hacer esas cachoputas es dejar de comer tanta golosina, y lo que le voy a dar a esa niña es un rebencazo pa que deje de comer mierdas, y yo tengo a la niña a dieta porque ya se está poniendo cachorrona, y si la dejo se me desbarata, y come y come gomitas y se engorda como una bestia”.

Las niñas van a casa de Eufrasia para que mediante un conjuro le quite el mal de ojo que le ha visto a Isora doña Carmen. “Así eran las casas del barrio, de muchos colores, como las casillas del ludo. De todos los colores y a medio empezar, a medio terminar, pero ninguna completa, era casas como monstruos incompletos. Casi todas con alguna parte sin encalar, con los bloques descubiertos, con los bloques con mujo y humedades. Casi todas construidas por sus propios habitantes. Piedra a piedra, bloque a bloque. Casi todas ilegales. Casi todas distribuidas por familias (...) Como pajaritos que fabrican los nidos unos cerca de los otros, unos encima de los otros, para protegerse”.

Comentario: Es una novela dulce, entrañable, que bucea en las primeras experiencias de la protagonista en su tierra natal. Los veranos no podían ir a la playa que distaba tres horas del pueblo porque nadie podía llevarlas. Sus padres estaban trabajando limpiando hoteles y casas para los turistas extranjeros. En esos veranos ellas inventaban sus historias y suplían las carencias materiales con la imaginación.

La amistad de las dos niñas es entrañable y conmovedora: “Subí la cuesta y ya por mitad del camino me puse triste y miré al cielo y ya sí se había hecho de noche de verdad y ya las ranitas del estanque en el que ya nadie nadaba empezaban a cantar y parecía como una canción antigua, una canción que venía de siglos atrás, de cuando Isora y yo todavía no éramos amigas pero estábamos predestinadas a serlo, porque si algo yo sabía era que Isora y yo estábamos hechas como estaban hechas las cosas que nacen para vivir y morir juntas y me di la vuelta y le dije shit, acompáñame aunque sea hasta cas los homosecsuales, acompáñame, chacho, que yo siempre te acompaño.”

El aspecto más comentado sobre la novela es su lengua, su dialecto, su habla: el español de Canarias, del norte de Tenerife, de dos niñas millenials que viven en un barrio del norte de Tenerife. Una voz fresca y creíble que escribe como habla, con una oralidad que no suena impostada o artificial, que se nutre de la onomatopeya, del localismo, de las deformaciones fonéticas ("Sinson" por "Simpson", "méssinye" por "Messenger"), de los préstamos del inglés como shit o bitch, o de referencias culturales como las telenovelas, Corazón corazón o el grupo Aventura, el cantante de reguetón Bun Bun, etc.  De los que no había oído hablar).

BIBLIOGRAFÍA

Andrea Abreu, Panza de burro, Editorial Barrett, Sevilla, 2020.

Andrea Aguilar, Las escritoras ‘excéntricas’ que triunfan fuera de Madrid y Barcelona, Revista de Verano, El País, 20/08/2021.

Anatxu Zabalbeascoa, Una montaña de casas, El País, 24/08/2021. 

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