(L686) Nora o una casa de muñecas (1879)
Henrik Ibsen, Nora o una casa de muñecas (1879)
Segunda obra de teatro
que comento de Henrik Ibsen (1828-1906),
el gran dramaturgo noruego. Al teatro te puedes acercar como texto o como
espectáculo. Ambas perspectivas me gustan. Aunque sé que hay personas que no
les gusta leer teatro.
PERSONAJES:
Torvald Helmer, abogado.
Nora, su esposa.
Emmy, Bob e Ivar, sus
hijos.
El doctor Rank.
La señora Linde.
Krogstad, abogado.
Anne-Marie, niñera de
casa de los Helmer.
Helene, criada de la casa
de los Helmer.
Un mozo de cuerda.
La comedia se desarrolla
en la casa de Helmer.
Argumento: el
matrimonio formado por el abogado Torvald Helmer y Nora tiene tres hijos. Viven
despreocupados porque a él lo nombraran director de un Banco y se acabaran sus
penurias económicas.
Torvald estuvo muy
enfermo y estuvieron viviendo un año en Italia, para que recuperará la salud,
con el dinero que les dio el padre de Nora. Pero la realidad es otra. Nora tuvo
que pedir el dinero prestado. Su marido no sabe nada. El dinero se lo prestó un
tal Krogstad que ahora es empleado en el banco que Torvald dirigirá. Krogstad
le pide a Nora que interceda ante su marido porque está a punto de perder su
puesto. La amenaza con descubrir su secreto y, además, llevarla ante los
tribunales pues falsificó la firma de su padre como garante del préstamo.
Antecedentes
históricos: “En 1450 Noruega pierde su personalidad
histórica para convertirse en provincia de Dinamarca. Durante cerca de
cuatrocientos años imperan las costumbres y el idioma danés. Se ve sometida a
los intereses políticos del país dominador. La lengua indígena se pierde en
algunos sectores.
Será preciso esperar hasta finales del siglo XVIII, en que la conciencia nacional, impulsada por un aliento romántico, se despierte y exija la independencia.
Se lograría en 1814 con
la promulgación de la Constitución liberal. Sin embargo, en el campo de las
letras faltaba madurez. Carentes de originalidad, los autores noruegos de la
primera mitad del siglo XIX se ven influidos, incluso subordinados, a los
escritores y pensadores daneses. Se necesitaba una autonomía intelectual. Esta
se obtendría merced a una vuelta a los clásicos escandinavos: las sagas y las
leyendas populares. Historiadores y lingüistas se afanaron en sacar a la luz
los vetustos cimientos sobre los que se levantaría una joven Noruega. Las
investigaciones científicas se centrarían en lo folklórico. El habla primitiva,
como un nostálgico recuerdo del pasado esplendor, pervive entre los campesinos
y labradores. La voz del pueblo será la materia prima que permitirá las
publicaciones de los Cuentos noruegos
de Asbjorsen y Moe; la Historia del
pueblo noruego de Munch, o la Gramática
de la lengua noruega de Aasen. Ibsen también participaría en el
renacimiento cultural noruego. Su labor consistiría en la formación de un
teatro nacional”.
Comentario: Nora
ha sido durante todo su vida “una muñeca preciosa” que pasó de manos de su
padre a manos de su marido. Sin preocupaciones, sin personalidad propia, hecha
para gustar al marido, para divertirlo, entretenerlo y darle hijos. Alondra la
llama en toda la obra, un pájaro que vuela feliz y despreocupado. “No quiero
ver a mi Alondra con las alas caídas”.
“Nora.‒ ¡Ay, Christine,
qué feliz y que alegre me siento! Es muy agradable tener mucho dinero y poder
vivir sin preocupaciones, ¿verdad?” (Act. I, Esc. II, 20)
“El invierno pasado tuve
la suerte de encontrar muchos trabajos para escribir en casa. Todas las noches
me encerraba a escribir hasta las tantas. ¡A veces estaba tan cansada! Pero aun
así era una gran satisfacción sentarse a trabajar y ganar dinero. Casi me
parecía que era yo un hombre”. (Act. I, Esc. III, 26).
En el segundo acto
podemos ver ejemplos de lo que yo llamaría “el infantilismo de Nora”. Ella
misma se trata y su marido la trata como a una niña menor de edad. “Si tu
pequeña ardillita te pidiera algo, con muchos modos y muy efusivamente... ¿Me
lo concederías?” (Act. II, Esc. IV, 50). “Siéntate aquí y acompáñame Torvald.
Corrígeme y avísame, como tú siempre haces”. (Act. II, Esc. XI). “Tolvard
Helmer. ‒ ¿Lo ves? ¿Lo estás viendo? Por eso ha estado muy bien que no nos
quedáramos más tiempo. Nora. ‒Ay, todo lo que tú dices está muy bien. Tolvard
Helmer. (La besa en la frente) ‒Ahora habla mi mujercita muy razonablemente”. (Act.
III, Esc. III, 75).
Torvald es un hombre
duro, estricto, austero, puritano, sobre todo con el dinero. “Nada de deudas”
es su filosofía. Para él las deudas traen preocupaciones y sinsabores al hogar.
“¡No se debe tomar dinero prestado nunca! Se pierde libertad y se siente uno
incomodo con un régimen doméstico fundado en préstamos y en deudas”. (Act. I,
Esc. I). Es gracioso ver como hoy en día este sistema ha triunfado totalmente.
No hay familia que se precie que no tenga préstamos o deudas.
Hasta que un acto noble
que realizó Nora en el pasado para salvar la salud y la vida de su marido se le
vuelve en contra y la llevará a “tomar conciencia” de cuál ha sido su papel en
el matrimonio y qué debe hacer para emanciparse y ser una persona “responsable”
y adulta. Nora despierta y nos dice que “necesita ser independiente”. Siente
que tiene unos “deberes para conmigo misma” que están por encima del matrimonio
y de los hijos.
Las ideas de Ibsen, mejor
las llamaríamos ideales, chocan de continuo con lo real. No importa. Procurará
conciliar lo abstracto y lo concreto, el mundo interno y el externo mediante el
simbolismo. Será el instrumento preferido para explicarnos lo trascendente de
los hechos.
Sobre todo, “ser nosotros
mismos”, sin dejarnos arrastrar por la masa. La persona está por encima de la
sociedad, y, si se pretende modificar las estructuras de ésta, es preciso
cambiar las de cada hombre. Exaltado, individualista y aristócrata, Ibsen
defiende la lucha por conquistar la libertad sin llegar a poseerla.
“En nuestras manos se
corrompe, la desvalorizamos, no acabamos de comprenderla. Mientras simplemente
aspiremos a ella, seremos dichosos, pues nuestra vida tendrá un fundamento.
Pero la realidad es bien distinta. El Estado y la Iglesia están mal planeados”.
Movido por un ansia de mejora, arremete contra los políticos y el clero, acusándoles de banalidad y de falta de vocación. Únicamente encerrados en la soledad, recobraremos la independencia individual. Los personajes revelan las dotes de psicólogo de Ibsen. Encarnan los vicios y las virtudes llevadas a su más alto grado. Su compleja ideología se manifiesta a través de ellos. Para mí Casa de muñecas es una obra imprescindible que posee una actualidad y frescura sorprendente.
BIBLIOGRAFÍA
Manuel Armán, Casa de muñecas,
Estudio 1 de TVE, el 3 de enero de 2002.
Xiomara García Machado, Diez
razones para leer Casa de muñecas de Henrik Ibsen, Universidad
Central “Marta Abreu” de las Villas, Santa Clara, Cuba. 03/01/2027.
Hernrik Ibsen, Nora o una casa de muñecas – El pato salvaje,
Libra, Madrid, 1971.
Ricardo Lucía, Casa
de muñecas, Estudio 2 de RTVE, 15/01/1968.
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