(L432) La vida ante sí (1975)


Emil Ajar, La vida ante sí (1975)

Es el único escritor que ganó dos veces el prestigioso premio Goncourt ya que utilizó varios seudónimos durante su vida literaria. Su principal nombre fue Romain Gary (1914-1980) con el que ganó el premio en 1956 con la novela Les Racines du ciel y con el de Emil Ajar lo ganó en 1975 con La vie devan soi, traducido también como La vida por delante. Las bases del premio prohibían concederlo dos veces a la misma persona. Romain burló a la crítica del momento que pensó que era un autor joven y novedoso y no el viejo Gary, al que todos los críticos habían calificado antes de cansado y carente de imaginación.

Argumento: El pequeño Momo (Mohamed) nos cuenta su historia. Vive en Belleville donde hay muchos judíos, árabes y negros. Lo cuida la señora Rosa1, una mujer gruesa. El creía que eran algo el uno para el otro, pero cuando se entera que lo hacía por un sueldo se echa a llorar. Fue su primer desengaño. Durante mucho tiempo no supo que era árabe porque nadie lo había insultado todavía. No se enteró hasta que fue a la escuela donde acaban expulsándolo sin saber porqué. La señora Rosa era judía, había nacido en Polonia. Momo no sabe que no tiene madre ni tampoco sabe que hiciera falta. En casa de la señora Rosa, casi todos era hijos de puta y alguna cuando se iba a provincias pasaba a ver al crio y después, a la vuelta, también. La suya nunca apareció. Los niños son siete en total. Dos solo se quedan durante de día, pero no a dormir.

De todos los niños Momo es el preferido de la señora Rosa. Le tiene una cierta deferencia porque su giro de trescientos francos llega puntual todos los meses. Un día Momo roba un perro de una perrera y lo lleva al piso y se pone a quererlo a más no poder. Lo quiere tanto que un día decide venderlo a una señora rica.

«En casa de la señora Rosa no había seguridad, todos vivíamos pendientes de un hilo, con la vieja enferma, sin dinero y con la amenaza de la Asistencia Pública. No era vida para un perro».2

De tanto dolor que sintió, tiró los quinientos francos que le dieron por el perro a la alcantarilla. La señora Rosa lo lleva al médico para ver si está bien de la cabeza. Momo tiene miedo porque está solo en el mundo. La señora Rosa siempre tiene miedo, pero no como todo el mundo, sino más. Tenía certificados que podían demostrar que ella no había sido judía desde varias generaciones atrás. No se fía de la policía francesa desde que la había metido en un velódromo para judíos. Luego los transportaban a un hogar judío en Alemania donde los quemaban.

El señor Hamil es de Argel y le enseña a Momo a leer y escribir en la lengua de sus antepasados. Momo quiere saber cuáles son sus orígenes:

«-Señor Hamil, ¿Cómo es que yo me llamo Mohamed y soy musulmán si no tengo nada que lo demuestre?».3

No obtiene ninguna respuesta. El señor N’Da Amédée es el hombre mejor vestido que uno pueda imaginarse. Todo de rosa, con su traje y sus anillos de brillantes. Había venido de Nigeria. Era el proxeneta más famoso del barrio. No sabía leer ni escribir porque no había tenido tiempo de ir a la escuela. La señora Rosa es quien le escribe las cartas que dirige a sus padres. Acostumbraba a venir en domingo acompañado de dos guardaespaldas feroces que lo protegían de árabes y corsos. Cuando llegaba el Ramadán la señora Rosa dejaba sin comer a Momo veinte días, una ganga, mientras ella comía jamón y se reía. Momo tenía que robar algo en los mostradores de otro barrio donde no sabían que era árabe.

Para soportar el jaleo que montaban los niños, la señora Rosa toma tranquilizantes. Entonces Momo ponía orden para que los niños no quemaran las cortinas. La señora Rosa solo reaccionaba cuando tocaban a la puerta. Tenía un miedo atroz a los alemanes. Nunca llegó a reponerse de aquello. De joven se defendía (hacía la calle). Cuando volvió de su experiencia traumática en Alemania engordó. Ya no estaba apetitosa y como sabía que había muchachas con dificultades para conservar sus hijos se le ocurrió abrir una pensión.

Comentario: Estupenda novela de iniciación a la vida, a la mala vida: la de los huérfanos de los bajos fondos. Se trata de una Bildungsroman que narra el proceso de aprendizaje del protagonista, sin un ápice de glamour, pero que posee unos valores morales que ya quisiéramos para nuestra época. Es la historia de un “hijo de puta” textual. Sin ningún tipo de familia. Lo cuida Madame Rosa, una judía gordísima, superviviente de los campos de concentración nazis.

Lo mejor de esta novela, que a algunos les puede parecer un poco reiterativa en algunos pasajes, es el descubrimiento por parte del lector de la visión del mundo de un ser inocente como Momo, que no ha conocido el calor de una familia más allá del amor que le profesa Madame Rosa. El discurso de Momo es tan ingenuo como lúcido, puesto que su perspectiva no está limitada por convenciones sociales y resulta brutalmente sincera.

Eso sí, posee un final lleno de ternura y amor que nos da respuesta a la pregunta que le hace Momo al señor Hamil al inicio de la novela: « ¿Se puede vivir sin amor?».

NOTAS:

1.- Lástima que la traducción empiece fallando en un tema tan clave para el desarrollo de la historia. Madame se utiliza en francés tanto para señora como para antigua prostituta que regenta un burdel.

2.- Emil Ajar, La vida ante sí, Plaza & Janés, Barcelona, 1976. p. 22.

3.- Ibídem, p. 32.

BIBLIOGRAFÍA

Antonio Martínez Asensio, "La vida ante sí", una maravillosa forma de narrar, Cadena Ser, 18/07/2021 (Añadido el 01/11/2022).

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