(L434) Un mago de Terramar (1968)
Ursula K. Le Guin, Un mago de Terramar (1968)
No hace demasiado tiempo
que falleció esta autora norteamericana de novelas de ciencia-ficción y de
aventuras. Ursula K. Le Guin (1929-2018)
ganó el premio Hugo y Nébula de ciencia-ficción en varias ocasiones. Comento la
primera novela de la serie Terramar
que tal vez sea lo más famoso de su producción con la inclusión de Los desposeídos (1974).
Argumento:
Se
nos explica la vida de “Gavilán” que ha sido narrada en la Gesta de Ged y en numerosos cantares. Su madre murió cuando él
tenía un año y su padre era forjador de bronce en la aldea. El chico pastoreaba
las cabras en los prados empinados. Su nombre es Dunny. Su tía comprueba que el
chico tiene talento y lo inicia en el conocimiento de la magia. Aprende a
llamar a los halcones que se posan mansamente en sus brazos. También acuden a
él otros animales. Los niños de las tierras altas le dieron el nombre de
Gavilán que mantuvo en su etapa adulta. A los doce años ya ha aprendió todo lo
que una bruja de aldea podía enseñarle en materia de hierbas y curaciones y de
las artes de encontrar y atar, enmendar, abrir y revelar.
El imperio de Kargad
formado por un pueblo salvaje de tez blanca y rubios cabellos, de feroces
guerreros, que disfrutaban con el espectáculo de la sangre y el olor de las
aldeas en llamas, invade la ciudad de Gont llegando al poblado de Diez Alisos
en las tierras altas donde vive Dunny. Los montañeses de Gont no tienen fama de
guerreros, sino de ladrones de cabras, piratas y hechiceros. Dunny por medio de
un conjuro envuelve al pueblo bajo una espesa niebla y van conduciendo a los
invasores hacia un acantilado. La siguiente invasión fue rechazada y los Kargos
tuvieron que replegarse a las playas del pueblo Este, donde descubrieron que
les habían quemado todas las naves. Lucharon de espaldas al mar hasta que
fueron exterminados.
El chico sale ileso, sin
ninguna herida, pero ha quedado sin habla. Ni come ni duerme. La bruja a quien
han mandado buscar dice que ha abusado de su poder. Avisado de los prodigios
del muchacho aparece el mago Ogión el Silencioso quien lo saca de su pasmo y se
ofrece a ser su maestro cuando el chico cumpla trece años y le den un nombre. “Innominado
y desnudo, el muchacho entró en las heladas aguas del río Ar llegando tiritando
a la otra orilla donde lo esperaba Ogión quien le susurro su nombre verdadero:
Ged”.
Mientras continúan los
festejos dice adiós a su gente y va en busca de su equipaje: un buen cuchillo
de bronce que su padre le había forjado, un gabán de piel y una vara de aliso
que su tía había hechizado para él. Se despidió de todos y contempló la aldea
al pie de los acantilados por última vez y emprendió el camino con su nuevo
maestro…
Comentario:
Después
de su lectura he de decir que Un mago de
Terramar me parece el origen de la inspiración de la saga de J. K. Rowling,
Harry Potter. Entro en su universo
demasiado mayor. A mí ya no me interesa la historia de un muchacho que va a una
escuela de hechicería en el Castillo de Roke donde se encontrará con otros
jóvenes aprendices de mago. Tampoco me dicen nada esos nueve maestros de capa
gris que enseñaban diversas artes y habilidades: Maestro cantor; Maestro de los
Vientos; Maestro de las Hierbas; Maestro Malabar; Maestro de las Transformaciones;
Maestro de los Nombres; Maestro del Mar; Maestro de las Invocaciones y Maestro
de las Formas. La historia no me conmueve; tampoco el viejo dragón de Pendor,
que además posee el don del habla.
Yo me inicié en la
lectura y fui tocado por la “barita mágica” de la ficción con las historias de
Julio Verne, Emilio Salgari, Mark Twain, Karl May, Edmundo d’Amicis, Walter
Scott, Rober L. Stevenson, Charles Dickens, Juana Spyri, Fenimore Cooper,
Louise May Alcott, A. Conan Doyle, Víctor Hugo, Jack London, Joseph Conrad,
Alejandro Dumas, Thomas Mayne Reid, Lewis Wallace, Daniel Defoe, Vicent Mulberry,
Enrique Sienkiewicz, H.R. Haggard, Harriet Beecher Stowe, Capitán Marryat, Elliot
Dooley, A. Pushkin, Arthur Conan Doyle, Jonathan Swift, Daniel Defoe, y algún otro escritor que me habré dejado olvidado por los recovecos de mi memoria.
Esas eran nuestras
historias: Las aventuras de Dick Turpin, Sandokan el tigre de Mompracem, el
capitán Nemo, el señor de Balantry, el Corsario Negro, El último Mohicano,
Mujercitas, El correo del Zar Miguel Strogoff, Los tres mosqueteros, Allan
Quatermann el aventurero, El tío Tom y su cabaña, El señor Scrooge y su cuento
de Navidad, Tom Sawyer y sus travesuras, Phileas Fogg y la vuelta al mundo en
ochenta días, El perro de los Baskerville, Las minas del rey Salomón, Simbad el
marino, Los viajes de Gulliver, Robinson Crusoe, los westerns de Karl May, etc.
Mis historias son las mismas que las de buena parte de la
generación "lectora" del baby boom español.
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