(L480) Adiós, hasta mañana (1980)
William Maxwell, Adiós, hasta mañana (1980)
Segunda novela que os
traigo de este escritor americano editor de la revista New Yorker. William Maxwell
(1908-2000) tuvo su onze
de setembre cuando con poco más de diez años su madre murió de gripe. Este
hecho tan importante está presente en prácticamente todas sus novelas.
Argumento:
Lloyd Wilson murió en su granja, mientras ordeñaba sus vacas, de un disparo al
corazón. Lo curioso del caso fue que el asesino había cortado la oreja del
muerto con una navaja y se la había llevado.
El narrador (William) recuerda
que su hermano menor nació el día de año nuevo de 1918 en plena epidemia de
gripe. A los dos días moría su madre de una doble pulmonía. Su padre se refugia
en el trabajo. Era delegado estatal de una pequeña compañía de seguros y
recorría el estado de Illinois de punta a punta.
“Sólo sé que tardó más de
un año en recuperar el color del rostro y en poder sonreír si alguien decía
algo gracioso”. Pasó el tiempo y el padre le comunica que se iba a casar aunque
la madrastra es joven y guapa “que el padre vuelva a casarse se considera una
traición no sólo a la madre muerta, sino también a los hijos, sea como sea la
madrastra”.
El padre tiene muy buen
oído músical y pone a los hijos a estudiar pero a William eso de tocar escalas
no le gusta. Se han comprado un terrero para construir una nueva casa. A William
la casa a medio hacer le recuerda la escultura de Alberto Giacometti titulada El palacio a las cuatro de la madrugada (1932).
William hace un amigo,
Cletus Smith, con él juega paseándose por las vigas de la casa. Nunca le habló
de su drama personal ni Cletus del divorcio de sus padres. La muerte de Lloyd
Wilson los separó para siempre, nunca más volvieron a hablarse. El asesino fue
Clarence Smith, el padre de Cletus.
William, ya adulto,
decide investigar el asesinato que sucedido mucho tiempo atrás y que separó a
los dos amigos. Intenta reconstruir lo que pasó…
Comentario: “El
William Maxwell que se cruza en el Instituto con Cletus Smith, el hijo del
asesino, lo que hace es no saludarle. Es un gesto inesperado que le
culpabiliza, pues si había sido su compañero de juego en un tiempo de especial
soledad, un compañero silencioso pero cercano, el hecho de no saludarle
implicaba un rechazo que sin duda sería entendido por el otro como un triste
recordatorio de la lacra que lleva encima a causa de su padre”.
Un hecho fortuito y
desgraciado, ajeno a los dos protagonistas, condicionará su vida para siempre.
William intenta saber que ocurrió con su amigo de la infancia, si ha conseguido
salir adelante y vivir su propia vida.
La novela tiene el tono
de la comentada anteriormente: Vinieron
como golondrinas (1937). Es de fácil y agradable lectura y además, premio,
no llega a las doscientas páginas. Aunque no posee la profundidad de la
anterior. Los personajes son tratados con más superficialidad, no nos explican
todo lo que llevan dentro.
BIBLIOGRAFÍA
Barbara Burkhardt, Maxwell:
preguntas y respuestas, Revista Puente Levadizo, s/f.
José María Guelbenzu, Sin título,
Revista de Libros, 01/06/1998.
William Maxwell, Adiós, hasta mañana, Libros del
Asteroide, Barcelona, 2008.
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