(L507) Los europeos (1878)

Henry James, Los europeos (1878)

Sigo leyendo novelas clásicas, que es lo único que encontré en una Biblioteca a medio gas, confinada y sin préstamo interbibliotecario. Henry James (1843-1916) es un estilista de la palabra por la que consigue expresar tenues emociones que al lector avispado no se le escapará. La que os traigo hoy es una de sus novelas cortas que son las que más aprecio.

Argumento: una mujer mira por la ventana de un hotel de Boston. El narrador nos dice que no es una mujer contenta. Mira a las mujeres con abrigo que llevan paquetes y se mueven anhelosamente. “No era una mujer bonita pero su rostro era sumamente interesante y agradable”. Aunque no está en la primera juventud, tiene treinta y tres años, es delgada pero sus contornos están bien moldeados. Posee unos ojos encantadores, grises, brillantes. “Su cabello es de color negro y abundante dándole a su aspecto rasgos orientales o exóticos”.

En la habitación arde un fuego y un joven está pintando bocetos. El joven es su hermano, tiene veintiocho años, “cabello rubio, cutis claro, aire vivaz y mejor favorecido que su hermana”.  Ella se llama Eugenia y es la baronesa de Münster y su hermano menor se llama Félix Young. Son europeos y han ido a América a ver a sus familiares a los que “imaginan y prefieren ricos”. La baronesa es una persona “sumamente difícil y descontentadiza”. Los hermanos salen a pasear por las avenidas y los jardines públicos de la ciudad. La baronesa ha venido a “buscar fortuna”.

Gertrude Wentworth ha decidido no ir a misa y se ha quedado sola en casa. En ese momento recibe la visita inesperada de Félix Young quien dice ser su primo de Europa. La joven queda fascinada de los modales de su primo y de las historias que le cuenta. Mientras esperan la llegada del resto de la familia, la joven le ofrece vino y un trozo de pastel al viajero.

Aquella noche durante la cena Félix le explica a su hermana Eugenia el excelente recibimiento de sus parientes americanos. Haciéndole una descripción de su tío, de sus dos primas, de su primo y de los señores Brand y Acton, éste último un hombre de mundo que ha regresado de China rico.

Su tío, el señor Wentworth, la invita a quedarse con ellos pero a su vez les advierte a los suyos que deben ser cuidadosos. Le asignan una casita blanca rodeada de manzanos junto a la casa principal. El señor Brand, una especie de ministro de la Iglesia (cuáquero tal vez) y el señor Robert Acton se preguntan cuál será el motivo por el que la baronesa ha venido a vivir a un sitio semejante…

Comentario: como he comentado en otras ocasiones en las novelas de Henry James hay muy poco sexo. Julian Barnes lo definió en El loro de Flaubert (1984) como “una monja”. Por él no vendrían niños al mundo. Sus “elecciones afectivas” fueron un misterio hasta que se encontraron las cartas a su joven amigo Hendrich C. Andersen.

Henry James sabe tejer todo un entramado de finas e imperceptibles seducciones a través de sutiles conversaciones entre sus personajes. Con la práctica y algo de paciencia he aprendido a descifrar su lenguaje.

Henry James perdió el favor del público y se convirtió en un escritor para minorías incapaz de adaptarse al nuevo lenguaje más “periodístico” por su incapacidad de dejar de lado su alambicada prosa. Lástima que además la traducción del libro deje bastante que desear.

El libro destaca la virtud de la “comunidad moral” americana de origen cuáquero frente al individualismo manipulador europeo representado por la baronesa de Münster quien “había detectado tal posibilidad de progreso en la persona de Robert Acton, pero que luego había recordado que un arquero prudente dispone siempre de una segunda cuerda para su arco”.

El señor Acton sigue teniendo la vaga desconfianza por la excentricidad de la baronesa por visitar la metrópolis de Nueva Inglaterra, sospecha que algún interés tendrá, aunque se ha guardado de comunicarlo al viejo señor Wentworth.

Para Félix sus primos americanos no consiguen de la vida todo el placer que deberían. No le parece que disfruten. Están muy bien situados para la diversión. Tienen dinero y libertad y lo que Europa se llama una “posición”. Pero tienen una lamentable opinión de la vida, por decirlo de algún modo. Son puritanos, austeros y poco dados a exteriorizar alegría.

BIBLIOGRAFÍA

José Luis Alvarado, Los Europeos. Henry James: una comedia nada ligera, Cicutadry.es

Ricardo Guillón, El retorno de Henry James, Biblioteca Virtual Cervantes, 2006.

Helena Hevia, 100 años sin Henry James, El Periódico, 23/02/2016.

Henry James, Los europeos, Editorial Fontamara, Barcelona, 1980.

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