(L554) Un poco de azul en el paisaje (2001)
Pierre Bergounioux – Un poco de azul en el paisaje (2001)
El autor que os traigo
hoy se llama Pierre Bergonunioux
(Brive-la Gaillarde, 1949). Su obra, abundantísima, tiene raíces
e inspiración autobiográfica. Este pequeño libro titulado en francés Un peu de bleu dans le paysage es una
delicia. Corto, pero a la vez denso, se lee con gran placer.
FRAGMENTOS:
“La infancia es un
misterio, y doblemente cuando el universo que uno descubre es aquel agrario,
cerrado, milenario que ha subsistido al margen del movimiento, del intercambio,
de la modernidad hasta la mitad de este siglo y un poco más, a veces, según el
lugar.
Nos movíamos poco. El
campo antiguo, autárquico, apenas importaba algo más que el hierro y la sal,
las únicas sustancias necesarias que no se extraían del suelo. Parcelas de
centeno y de trigo sarraceno cosidas al gran manto del bosque hablaban todavía
del pan negro, de los siglos de miseria. Las calzadas abombadas, sinuosas, con
olmos y hayas plantados, permanecían en el estado en el que las había dejado
Turgot, que fue intendente de Lemosín bajo el Antiguo Régimen. Las ciudades de
cierta importancia habían conservado la sombra proyectada por la nube siniestra
que cubrió el cielo de entreguerras porque fue esa la época en que la región
salió del tiempo, suponiendo que alguna vez hubiera entrado en él”.
“Eran los instantes
finales de la época milenaria cuya palabra clave fue la penuria. Galbraith
acaba de publicar, en América, su obra famosa, La sociedad opulenta. Pero tendremos que esperar algunos años,
todavía, para que se produzca la metamorfosis de la civilización material y
moral. Vivir sigue siendo un asunto en que los medios devoran el fin.
Mantenerse decente y limpio, no pasar frío ni hambre tiene por efecto que no se
tengan ni tiempo ni pensamientos para nada. Las mujeres de entonces llevan aún
las cadenas de la esclavitud. El equipamiento basto, pesado, elemental de los
hogares reproduce, en abismo, el estado de la industria arcaica heredada del
siglo pasado”.
Comentario:
el autor recuerda los paisajes y vivencias de su infancia en la región del lemosín
francés, concretamente en el valle de La Corrèze. El mes de agosto de 2008
visitamos la zona del Perigord muy próxima y, sin saberlo, Brive-la-Gaillarde,
la ciudad natal del autor. Los restaurantes tenían el fuego de la chimenea encendido,
no me quiero imaginar cómo será esa tierra en invierno. Bergounioux nos habla
de su primer paisaje del que brota su obra. Creciendo en una sociedad agrícola
que al mismo tiempo que entra en el presente agoniza.
Se podría viajar al
pasado montado en el auto de la nostalgia pero la crueldad de la tierra y la
precariedad de la existencia, la dureza misma de la vida campesina, no dejan
lugar a las expansiones emocionales ni a los sentimientos. Su prosa es dura pero
a la vez resplandeciente, como una piedra preciosa que se ha pulido y a la que
se le han quitado las imperfecciones.
El fragmento donde
explica la historia del niño que se encuentra a un gnomo en el bosque y que Bergounioux
leyó en su etapa escolar es una adorable forma de reivindicar la importancia
que tiene el descubrimiento de la lectura en la vida de un niño.
“Habría olvidado esta
lectura si no hubiera descubierto en ella, como en un abismo, la imagen del
instante que magnificó. La tristeza de la estación, del lugar, el cálculo, el
aburrimiento, los reconocí en el chamizo de los pobres y fastidiosos trabajos.
Y la carrera desenfrenada, la voz del bosque, su riqueza sobreabundante, era
precisamente la página, la imagen oculta, dorada, espléndida, en las
profundidades de la mañana gris.
No conozco ni el autor ni
el título del texto del que he hablado. No deseo saberlos. Confío en los niños
pequeños”.
Como nos dice sabiamente
Bergounioux “Es por nuestra capacidad de pensar, de imaginar, por lo que
estamos, en parte, al menos, emancipados de la servidumbre y de las penas
consustancias a esa otra parte de nosotros mismos que experimenta, desde los
seis años, la amargura de la reclusión, la impaciencia y el peso de la
realidad”.
Claro que parte del logro
de la transmisibilidad de la belleza de la novela está en la traducción de
David Stacey (México, 1984), quien ha sabido trasladar al castellano la prosa poética
de Bergounioux. Es de agradecer un trabajo tan delicado y tan bien hecho.
Para finalizar comentar
que llegué a su lectura por una recomendación del escritor Julio Llamazares.
BIBLIOGRAFÍA
Pierre Bergounioux, Un poco de azul en el paisaje, Editorial
Minúscula, Barcelona, 2019. (Fragmentos páginas 8, 39).
Álvaro Colomer, Y
de repente, Pierre Bergounioux, La Vanguardia, 09/12/2011.
Joan Flores Constans, «Un
poco de azul en el paisaje», de Pierre Bergounioux, Revista de
Letras, 14/11/2011.
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