(L622) Una sombra ya pronto serás (1990)
Osvaldo Soriano, Una sombra ya pronto serás (1990)
Segunda novela que traigo
al blog de este curioso escritor argentino. Osvaldo Soriano (1943-1997)
tiene una obra no demasiado extensa pero sí muy original. Un cáncer de pulmón se
lo llevó a la temprana edad de 54 años.
Argumento:
nuestro protagonista, Zárate, y anda sin un peso en el bolsillo. “No
podía comprar nada y no me quedaba nada que vender”. Se dirige caminando a una
estación de la Schell para que algún auto que pase lo lleve hacia el Sur.
“En el patio encontré una
bomba que tiraba un hilo de agua. Me desnudé y probé lavarme con un detergente
de parabrisas que encontré al lado del surtidor. Al principio me hizo arder la
piel pero si me enjuagaba rápido podía darme el primer baño completo desde que
empecé a andar por las rutas. Me di un buen remojón sentado en la pileta,
tratando de no hacer ruido, hasta que vi un gato que me miraba desde el portón
del garaje. Era negro y flaco como en los dibujos animados y me mostraba una
laucha que revoleaba por el aire. Hice como que no le hacía caso y aproveché
para afeitarme con mucho cuidado, usando la espuma que había quedado en la
pileta. Sin espejo no era fácil y me hice un corte al lado del lunar. El cuello
me ardía y seguramente me iba a brotar un buen zarpullido pero quería estar
limpio para no espantar más a la gente”.
Aparece por la estación
un tipo enorme montado en un Gordini que lo recoge. Se llama Coluccini y se
hace pasar por italiano hablando en esa lengua. No es más que un pillo que se
dirige a Bolivia a hacer “negocios”. Lo deja al pie de una rotonda donde lo
recoge un Jaguar conducido por un tal Lem que está obsesionado en ganar a los
Casinos y dice que existe un método para ello. Nuestro protagonista que es
informático le calcula un método para ese fin gracias a las computadoras,
aunque no cree que llegue a ser efectivo.
Al poco se separan y Zárate
se dirige andando hacia otra área donde hay una delegación del Automóvil Club.
El empleado le dice que llevan una semana en huelga y que no atienden a nadie.
Hay un pequeño hostal donde está alojada una pitonisa y echadora de cartas
llamada Nadia que recibe en su cuarto a los clientes, en su mayoría pueblerinos
y crédulos, algunos le pagan en especies (alimentos). Zárate traba amistad con
ella y se dan una cena opípara, después de una lluvia torrencial, ella se
marcha en su 2cv, cargado hasta los topes, y él se queda en la estación a la
espera de que unos jóvenes que tienen un Mercury lo alarguen a la ciudad más
próxima...
Comentario:
Osvaldo Soriano nos retrata en su novela un país, la Argentina, que hace aguas
por todos lados. ¿Qué se puede esperar de un país dónde roban la gasolina de
las estaciones, los letreros indicadores de las carreteras o el cable de cobre
de la línea telefónica? ¿Cómo un país que en 1918 producía lo mismo que los
Estados Unidos ha podido caer en ese pozo sin fondo?
Eso sí los argentinos
continúan considerándose importantes: “¿Sabe lo que falta en Bolivia?
Argentinos, faltan. Los pagan a precio de oro, allá”. Los bares están llenos de
fotos de la mitología argentina: Evita, Troilos con
el bandoneón, Oscar Gálvez
a la llegada de un Gran Premio.
El dependiente no puede
cobrar a Zárate porque le dice que con la inflación no sabe cuánto ha de pagar
y que vuelva por la tarde. Además, como no hay letreros, los automovilistas están
perdidos y no saben cómo llegar a la autopista Panamericana.
En el vocabulario de la
novela los argentinismos son escasos: linyera, laucha, grisines, chimango,
pibe, morocho, pucho, fetas, encocorarse, polera, macana, matambre, cana,
truchos, mulita, birome, nafta, yuyos, mufa, milicos, tranquera, potrero, etc.
Hay una percepción carnavalesca
del mundo en esta novela de Soriano. “Hay un momento para retirarse antes de
que el espectáculo se vuelva grotesco. Cuando uno está en la pista se da
cuenta. La gente puede estar aplaudiendo a rabiar pero uno, si es un verdadero
artista, sabe”.
Nuestro protagonista es un
ser anónimo (lo bautiza Coluccini con el nombre de Zárate) sin edad ni
apellidos. Con una pasado escaso de cierto éxito en Europa. Con una ilusión
escuálida por una Argentina post castrense (sabemos que ya pasó la guerra de
las Malvinas y no están los “milicos” en el poder), escéptica y anodina. Y todo
ello en un pedazo de pampa fría y tumefacta. Sin un peso en los bolsillos
pretenderá marchar hacia el sur, Neuquén, y en realidad su único viaje será una
profunda, involuntaria, travesía hacia sí mismo. En Zárate podemos encontrar un
cierto paralelismo existencial con el Meursault de El extranjero (1942) de Camus.
BIBLIOGRAFÍA
AA.VV., Diccionario de americanismos,
AALE (Asociación de Academias de la Lengua Española, 2010.
Alejandro Gamen, El
espacio en "Una sombra ya pronto serás" de Osvaldo Soriano,
La Trama de la Comunicación, Volumen 12, UNR Editora, Rosario, 2007.
Cristián Montes, Modalidad
contrautópica y subjetividad lírica en “Una sombra ya pronto serás” de Osvaldo
Soriano, Revista chilena de Literatura, nº 53, 1998, pp. 67-85.
Raúl Quintero Triana, “Una
sombra ya pronto serás”: el renacer de la sátira menipea,
Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia, Junio 2011.
Osvaldo Soriano, Una sombra ya pronto serás, Mondadori, Barcelona, 1996.
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